Hola a todos, ya estoy de vuelta, llegué ayer Domingo y ya es como si llevara aquí más tiempo.
Después
del último mensaje, en Puerto Natales, tomamos el barco Magallanes que
nos llevaría hasta Puerto Montt, en una travesía de tres días. La
verdad es que a ninguno de nosotros nos gustó demasiado la travesía,
tuvimos bastante mal tiempo. Durante los dos primeros días tuvimos mal
tiempo y apenas si salimos a cubierta. El principio de la travesía
quizás sea lo más
bonito, ya que el barco pasa por sitios muy estrechos, pasa entre islas
donde el ancho es de unos 80m. En otro punto se puede observar un barco
griego encallado al chocar contra una aguja. La salida a mar abierto,
por el golfo de penas, fue quizás lo más entretenidos para algunos y lo
más penoso para otros. Andrés y yo nos dedicamos a estar en cubierta
jugando con los movimientos del barco, parecía un parque de
atracciones, los demás se dedicaron a soportar el mareo como pudieron.
La hora de la cena fue entretenida, ver a la gente (nosotros incluidos)
intentando trazar una línea recta desde donde se recogía la comida
hasta las mesas y desviándose varios metros de la línea inicial a cada
meneo del barco. El último día, cuando entramos en el golfo de Ancud,
apareció un buen día y pudimos estar al sol en la cubierta del barco.
Nos decepcionó bastante la travesía, como digo, esperábamos bastante
más de ella y nos aburrió un poco, después de tantos días sin parar, no
poder movernos.
Como a Puerto Montt llegamos muy pronto, decidimos ir a visitar Castro en la isla de Chiloé. Segunda vez para mí, ya que fui allí con la bicicleta. Lo más reseñable fue que nuestro amigo Andrés se metió entre pecho y espalda una ración más que generosa de curanto, plato típico de la zona que consiste en carne y marisco cocinado todo junto, y que de manera muy profesional acabó sin dejar nada.
Sólo nos quedaban dos días y había dos opciones ir a visitar el volcán Osorno o el Villarica, nos decidimos por este último, pensando en la posibilidad de subirlo incluso. Nuestra llegada a Pucón fue espectacular, hasta el día anterior se había visto el volcán, pero empezó a llover y a nublarse y en dos días que estuvimos allí no conseguimos ni llegar a intuirlo. Con la intención de subir, preguntamos como es el tema y horrorizados decidimos desistir al enterarnos de que un buen día pueden llegar a 300 personas en la cima. Además de que si queríamos subir tendríamos que ir con un guía delante y otro atrás, en grupos de nueve. En fin, otros dos días de descanso sin hacer otra cosa que ir de compras y confirmar los vuelos de vuelta a Madrid.
Santiago también fue un pequeño fracaso, ya que quería quedar con mi amigo Panchulo para tomar unas cervezas y despedirme de él, no pudo ser. Lo más curioso fue llegar allí y empezar a pasar calor, ya que había más de 30 grados, un día de verano y al invierno de Madrid. Además se hace raro ver todo lleno de arbolitos de navidad en verano, por no hablar de un enorme y denigrante árbol de navidad de coca-cola frente al palacio de la Moneda. Lo mejor la cena de despedida en “Las vacas gordas” donde, mientras nos apretamos un buen bife de lomo, nos reímos mucho.
Bueno, gracias a todos por vuestra atención y por vuestros mensajes.
Salud, república y rock’n'roll.
Ricardito
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