El pasado día 1 partimos 23 personas a Irán, con el objetivo de subir el volcán más alto de Asia, el Damavand de 5.671m. Cuatro B1 (ciegos totales ó casi) Manolo, Oscar, Antonio y Pilar; seis B2 (deficientes visuales) Raquel, Mari Ángeles, Federico, Angelito, Domingo y yo mismo; un sordo, Pablo; y los guías y acompañantes Fernando, Juan Antonio, Rafa, Paco, Ricardo, Iñaki, Carlos, Jaime, Manete, Juan Carlos (el Plumilla) y Moisés.
Llegamos a Teherán
de madrugada, hacia la 1 de la mañana, estamos todos expectantes con el
país, sobre todo las chicas que se tienen que poner un velo en la
cabeza antes de bajar del avión y cubrir su cuerpo para no mostrar
ninguna forma. Hace mucho calor y el aeropuerto está lleno de gente a
pesar de ser tan tarde, aquí es fin de semana y la gente está al
fresco. Aquí nos está esperando Iñaki de la agencia española con la que
hemos contratado el viaje y que poco a poco se convirtió en uno más de
la expedición.
La primera impresión sobre Teherán no fue demasiado buena, los
edificios son grises y cuadrados, no parece interesante. Por el día
además hay un tráfico infernal que se autorregula en la mayoría de los
sitios, es decir que salvo en algunos sitios no hay semáforos y donde
los hay son optativos. Todos parecen ir disputando una carrera y tratan
de adelantar a los que van delante, incluidas las miles de motos que se
meten por todos lados, incluidas las aceras. Estas, las motos, se usan
para todo; para transportar mercancías, sean del tamaño que sean, a
veces el conductor apenas tiene sitio para sujetar el manillar; gente,
hemos llegado a ver cuatro personas adultas en una moto, o familias, el
padre, dos niños y la madre (por supuesto, el padre lleva casco…).
Muchas de las motos se emplean como taxis, se arriman a las aceras y la
gente se sube en ellas. En un tráfico así, cruzar la calle se convierte
en una aventura, sobre todo las primeras veces, pues hay que pasar
entre coches y motos, pero vigilando también el lado contrario a la
circulación pues a veces vienen en sentido contrario, sin más. Otro de
los peligros es que al borde de la carretera suele haber una zanja (en
algunos casos bastante profunda) por la que circula el agua, que es el
sistema de limpieza, se tira la basura allí y el agua la lleva hasta
los puntos en los que hay una rejilla, donde se queda hasta que alguien
la recoge. La gente tiene el gesto serio, más bien enfadado, pero son
amables y te ayudan en cuanto necesitas algo. Somos el centro de
atención pues apenas si hay turistas y un grupo tan numeroso no pasa
desapercibido.
Nuestra primera etapa va a ser en el Alam Kouh, un macizo montañoso
situado al noroeste de Teherán. Ríos muy caudalosos bajan desde esta
zona hacia Teherán, a su orilla se encuentran muchos chiringuitos para
comer y comprar cosas. Todos los comercios del país tienen mucha
iluminación por las noches con muchos fluorescentes y bombillas de
diversos colores. La entrada al macizo es por Rudbarak, que parece una
población muy rica pues hay muchas casas individuales, como chalets o
casas de campo. Subimos en unas camionetas hasta una cabaña de
pastores, hay muchísimas cabras y ovejas y un bidón en el que están
haciendo queso artesano. La subida al refugio del Sarchal es muy
bonita, pues se van siguiendo varios cauces de ríos que bajan muy
fuertes, cruzamos varios neveros que aguantan como pueden el calor. El
refugio se encuentra a 3850m de altura, vamos a hacer diversas
ascensiones por aquí a más de 4000m para aclimatar y así poder subir
sin problemas al Damavand. El pico más interesante de la zona es el
Alam Kouh, que mide más de 4800m y que tiene riesgo de caída de piedras
y un poco de dificultad técnica, no venimos preparados para ello, no
hemos traído ni piolet ni casco, aún así cuatro de nuestros compañeros
suben a hacerlo con varios guías locales. A su regreso nos cuentan su
experiencia, el recorrido es muy largo y duro, también han pasado
momentos de tensión con las piedras, pero lo más increíble ha sido que
mientras ellos iban con botas de plástico y crampones por la nieve, los
guías iban con “maripis” (zapatillas parecidas a las victorias) y se
las veían y deseaban para poder seguirles. Los demás subimos a varios
cuatromiles permaneciendo bastante rato en ellos para ir aclimatándonos
a la altura, durmiendo o jugando al mus pasamos el rato. Lo peor de
estos días es el sol, algunos tienen dolor de cabeza tras pasar muchas
horas bajo sus rayos, pero no nos podemos quejar nos ha hecho muy buen
tiempo. El último día subió la niebla y la zona parecía revivir, las
plantas estaban totalmente abiertas recibiendo el líquido y los ríos
bajaban mucho más fuertes y cargados de agua. Han sido varios días en
el refugio, conociendo a nuestros guías iraníes, jugando al mus (no
hemos tenido ningún problema a pesar de estar prohibido), debatiendo
sobre política y sobre todo muchas risas y buenos momentos.
Ya hemos aclimatado bien y nos vamos al Damavand, vamos por el norte
junto al mar Caspio, no parece muy bonito ni atrayente, el agua parece
algo sucia y apenas hay playas pues todo está construido, algunas zonas
son bonitas con casas junto al mar, pero otras son horribles con
edificios a medio construir y poco cuidados. El viaje es largo hasta
Polor, donde pasaremos una noche y un día antes de subir al Damavand,
dormimos en un pabellón en los que se pueden ver retratos de Jomeini y
del ayatolá actual, nos hacemos fotos con Jomeini, algunas con cuidado
para que no nos vea nadie. Es día de fiesta, viernes, y hay gente
bañándose en el río, se bañan con pantalón largo y camiseta, por
supuesto las mujeres están apartadas de la orilla, a la sombra, y
totalmente enfundadas en sus vestidos negros. Es una pena y da mucha
rabia, la impresión más fuerte para mí sería, unos días más tarde, ver
a una niña de unos 6 años agarrada a su madre, la niña llevaba
chanclas, una faldita y una camiseta, la madre estaba totalmente
tapada, me impresionó pensar que en dos años la niña iría como su
madre. De todas formas hay bastante diferencia entre las mujeres un
poco más mayores y las jóvenes. Las primeras van con vestidos muy
anchos desde la cabeza a los zapatos, preferentemente negros o
marrones, mientras que las jóvenes suelen llevar camisas largas, por
debajo del culo, bastante ceñidas, pantalones vaqueros y zapatos o
zapatillas deportivas y pañuelos de colores en la cabeza. Las jóvenes
suelen sonreírnos y nos miran con curiosidad, no suelen bajar la
mirada, a muchas se las ve comentar algo y seguramente tienen ganas de
hablar con nosotros.
La idea inicial para subir al Damavand, era instalar un campamento a
5.100m y atacar desde allí a la cima, parece que no va a ser posible,
nuestros guías dicen que no se puede, que no hay lugar, que hay muchas
fumarolas, que es peligroso…, no hay nada claro. Subimos en camionetas
hasta 3100m, allí hay una mezquita y un buen lugar para acampar,
también hay muchas amapolas (de las que se obtiene el opio). Le
preguntamos a nuestro guía si se puede visitar la mezquita y nos dice
que no hay problema, que podemos hacer fotos también, vamos casi todos
para allá, es pequeñita con alfombras preciosas y poco más, hay una
cortina verde para separar hombres de mujeres, hemos hecho ya varias
fotos cuando a alguien se le ocurre volver a preguntar si se pueden
hacer fotos, el guía iraní empieza a decir “No, no, no…”, estamos
guardando las cámaras asustados, pensando que nos va a caer la del
pulpo incrédulos, y el guía sigue “no, no problem”, hemos vuelto a
respirar tranquilos. El Damavand es un cono bastante definido, con una
pendiente, a primera vista, muy uniforme, no hay apenas árboles pero sí
muchas flores y plantas que llegan hasta la rodilla. La primera etapa
es una subida hasta un refugio que está a 4000m, hemos subido por la
mañana temprano, tranquilos, las mulas suben los petates. Es un
campamento de piedras, donde de vez en cuando hay algún hueco para una
tienda, hay muchísima gente por allí, muchos bajan del Damavand, es
fiesta y poco a poco van bajando, quedando a última hora de la tarde ya
poca gente. Lo mejor del día ha sido que ayer compramos una sandía con
forma de pepino de 9kg, que se ha subido hasta aquí a la espalda, Iñaki
el de la agencia española, ha sido una fiesta comerla y nos ha sentado
a todos muy bien. Nos choca ver que la mayoría de los que bajan no
tienen pinta de montañeros, casi nadie lleva botas, mujeres tapadas
hasta arriba, hombres bastante mayores con bolsas de plástico en la
mano…. La idea es salir esta noche a la 1 de la mañana, hay que
descansar lo más posible, lo peor es que es difícil encontrar una
sombra para protegerse del sol, salvo dentro del refugio donde huele un
poco bastante a humanidad. La gente nos mira con curiosidad, pero nos
ofrecen enseguida té, comida, frutos secos…
A las 00h30 la gente empieza a moverse. Hace buena noche, fresquito
pero no mucho, +3º creo que había. Un baso de té caliente y en marcha a
la 1h30, es noche cerrada, pero el camino es fácil, lo único malo es
que hay muchas curvas y eso a las barras les cuesta bastante, no se
suele llevar un buen ritmo. Aún así subimos bien, a un poco menos de
300m a la hora, amanece cuando estamos a más de 5.000m, también
empiezan a verse fumarolas y a notarse el azufre, huele a huevos
podridos, que nos hace toser, pero que se lleva bastante bien. Superado
un pequeño espolón, aparece la cima, el terreno es arenoso, grisáceo, y
da la impresión de que nos quedan 10 minutos, los guías dicen que más
de una hora, efectivamente, es muy larga y costosa la parte final.
Alguno va algo tocado y con las fuerzas justas, pero sin desfallecer
llegamos a la cima. Son las ocho de la mañana y en treinta minutos más
estamos todos arriba, la emoción se desata, prácticamente todos estamos
llorando como magdalenas, nos abrazamos intensamente llorando sobre los
hombros de los demás, hasta a los más duros se los ve visiblemente
emocionados. La parte final a sido dura, por la inclinación de la
subida, la altura y el fuerte olor a azufre. Es la primera vez que un
grupo de discapacitados sube a esta cima y que se sepa es el primer
grupo, que se tenga constancia, que pone a todos sus miembros en la
cima. La cima es más bien fea, con varias piedras muy grandes que
impiden una buena vista alrededor, además el día está algo nublado, el
cráter del volcán es una pasada de bonito. Cuando ya estamos todos,
vienen las fotos de rigor, las fotos son un rato largo pues hay que
hacer una con cada cámara, hay que sacar las banderas y signos de los
que nos han patrocinado, los comentarios y las risas no cesan. A las
nueve comenzamos a bajar, vamos paralelos al camino de subida, por una
zona de arena, en algunos sitios se debe pasar con cuidado pues la
pendiente es fuerte y no se agarra mucho, hay que sujetar fuerte las
barras. En tres horas apenas estamos de vuelta en el campamento y tras
comer algo y descansar bajamos al campamento a 3100m. A sido un día
duro, pero la gente está muy bien, como si acabáramos de dar un paseo.
Subimos en una camioneta, todos en la misma, 25 personas, parecemos
borregos, al principio hay muchas risas, pero es peligroso, por suerte
le han dicho al conductor que vaya tranquilo y llegamos a Polor sin
contratiempos.
Por si no subíamos el primer día, tenemos dos días más de reserva.
Queremos ir a Ispahán, pero no hay billetes de avión para tanta gente,
así que pasamos los últimos días en Teherán, visitando la ciudad, algún
museo y el bazar. Nos lo hemos pasado muy bien y a mi me ha gustado
mucho la ciudad. Salvo el peligro al cruzar la calle, es una ciudad muy
segura y amable, cuando parábamos a mirar un plano, nos rodeaba un
montón de gente con curiosidad y ganas de ayudar. No hay nada para
turistas, ni postales, ni camisetas, ni nada parecido, salvo algunos
objetos que se pueden comprar en el museo y las cosas que compran los
iraníes regularmente. A destacar los zumos de frutas que se pueden
tomar en puestos que hay por toda la ciudad. La última tarde la pasamos
con el embajador español en irán, nos ha invitado a su casa, nos
reciben él y su mujer muy amables, lo primero que han dicho es a las
chicas que se pueden quitar el velo y la ropa que quieran, en su casa
estamos en territorio español. Por fin unas cervezas con alcohol y una
charla muy amena y distendida. Alguien a debido decir que Manolo toca
el piano y se ha acabado la reunión con un par de temas que han gustado
mucho al respetable.
Hola
ResponderEliminarSoy de Valladolid. Me gusta salir a la montaña, algo que llevo haciendo unos 30 años. Hace tiempo que me gustaría colaborar como voluntario a ayudar a discapacitados a disfrutar de ella. He intentado enterarme de algúna manera de participar pero nunca he dado con la dirección adecuada. Podrías informarme de alguna dirección de contacto.
Muchas gracias