16 de julio de 2005

Expedición SEMED al Damavand (5.671m) – Irán (Julio 2005)

El pasado día 1 partimos 23 personas a Irán, con el objetivo de subir el volcán más alto de Asia, el Damavand de 5.671m. Cuatro B1 (ciegos totales ó casi) Manolo, Oscar, Antonio y Pilar; seis B2 (deficientes visuales) Raquel, Mari Ángeles, Federico, Angelito, Domingo y yo mismo; un sordo, Pablo; y los guías y acompañantes Fernando, Juan Antonio, Rafa, Paco, Ricardo, Iñaki, Carlos, Jaime, Manete, Juan Carlos (el Plumilla) y Moisés.

Llegamos a Teherán de madrugada, hacia la 1 de la mañana, estamos todos expectantes con el país, sobre todo las chicas que se tienen que poner un velo en la cabeza antes de bajar del avión y cubrir su cuerpo para no mostrar ninguna forma. Hace mucho calor y el aeropuerto está lleno de gente a pesar de ser tan tarde, aquí es fin de semana y la gente está al fresco. Aquí nos está esperando Iñaki de la agencia española con la que hemos contratado el viaje y que poco a poco se convirtió en uno más de la expedición.
La primera impresión sobre Teherán no fue demasiado buena, los edificios son grises y cuadrados, no parece interesante. Por el día además hay un tráfico infernal que se autorregula en la mayoría de los sitios, es decir que salvo en algunos sitios no hay semáforos y donde los hay son optativos. Todos parecen ir disputando una carrera y tratan de adelantar a los que van delante, incluidas las miles de motos que se meten por todos lados, incluidas las aceras. Estas, las motos, se usan para todo; para transportar mercancías, sean del tamaño que sean, a veces el conductor apenas tiene sitio para sujetar el manillar; gente, hemos llegado a ver cuatro personas adultas en una moto, o familias, el padre, dos niños y la madre (por supuesto, el padre lleva casco…). Muchas de las motos se emplean como taxis, se arriman a las aceras y la gente se sube en ellas. En un tráfico así, cruzar la calle se convierte en una aventura, sobre todo las primeras veces, pues hay que pasar entre coches y motos, pero vigilando también el lado contrario a la circulación pues a veces vienen en sentido contrario, sin más. Otro de los peligros es que al borde de la carretera suele haber una zanja (en algunos casos bastante profunda) por la que circula el agua, que es el sistema de limpieza, se tira la basura allí y el agua la lleva hasta los puntos en los que hay una rejilla, donde se queda hasta que alguien la recoge. La gente tiene el gesto serio, más bien enfadado, pero son amables y te ayudan en cuanto necesitas algo. Somos el centro de atención pues apenas si hay turistas y un grupo tan numeroso no pasa desapercibido.
Nuestra primera etapa va a ser en el Alam Kouh, un macizo montañoso situado al noroeste de Teherán. Ríos muy caudalosos bajan desde esta zona hacia Teherán, a su orilla se encuentran muchos chiringuitos para comer y comprar cosas. Todos los comercios del país tienen mucha iluminación por las noches con muchos fluorescentes y bombillas de diversos colores. La entrada al macizo es por Rudbarak, que parece una población muy rica pues hay muchas casas individuales, como chalets o casas de campo. Subimos en unas camionetas hasta una cabaña de pastores, hay muchísimas cabras y ovejas y un bidón en el que están haciendo queso artesano. La subida al refugio del Sarchal es muy bonita, pues se van siguiendo varios cauces de ríos que bajan muy fuertes, cruzamos varios neveros que aguantan como pueden el calor. El refugio se encuentra a 3850m de altura, vamos a hacer diversas ascensiones por aquí a más de 4000m para aclimatar y así poder subir sin problemas al Damavand. El pico más interesante de la zona es el Alam Kouh, que mide más de 4800m y que tiene riesgo de caída de piedras y un poco de dificultad técnica, no venimos preparados para ello, no hemos traído ni piolet ni casco, aún así cuatro de nuestros compañeros suben a hacerlo con varios guías locales. A su regreso nos cuentan su experiencia, el recorrido es muy largo y duro, también han pasado momentos de tensión con las piedras, pero lo más increíble ha sido que mientras ellos iban con botas de plástico y crampones por la nieve, los guías iban con “maripis” (zapatillas parecidas a las victorias) y se las veían y deseaban para poder seguirles. Los demás subimos a varios cuatromiles permaneciendo bastante rato en ellos para ir aclimatándonos a la altura, durmiendo o jugando al mus pasamos el rato. Lo peor de estos días es el sol, algunos tienen dolor de cabeza tras pasar muchas horas bajo sus rayos, pero no nos podemos quejar nos ha hecho muy buen tiempo. El último día subió la niebla y la zona parecía revivir, las plantas estaban totalmente abiertas recibiendo el líquido y los ríos bajaban mucho más fuertes y cargados de agua. Han sido varios días en el refugio, conociendo a nuestros guías iraníes, jugando al mus (no hemos tenido ningún problema a pesar de estar prohibido), debatiendo sobre política y sobre todo muchas risas y buenos momentos.
Ya hemos aclimatado bien y nos vamos al Damavand, vamos por el norte junto al mar Caspio, no parece muy bonito ni atrayente, el agua parece algo sucia y apenas hay playas pues todo está construido, algunas zonas son bonitas con casas junto al mar, pero otras son horribles con edificios a medio construir y poco cuidados. El viaje es largo hasta Polor, donde pasaremos una noche y un día antes de subir al Damavand, dormimos en un pabellón en los que se pueden ver retratos de Jomeini y del ayatolá actual, nos hacemos fotos con Jomeini, algunas con cuidado para que no nos vea nadie. Es día de fiesta, viernes, y hay gente bañándose en el río, se bañan con pantalón largo y camiseta, por supuesto las mujeres están apartadas de la orilla, a la sombra, y totalmente enfundadas en sus vestidos negros. Es una pena y da mucha rabia, la impresión más fuerte para mí sería, unos días más tarde, ver a una niña de unos 6 años agarrada a su madre, la niña llevaba chanclas, una faldita y una camiseta, la madre estaba totalmente tapada, me impresionó pensar que en dos años la niña iría como su madre. De todas formas hay bastante diferencia entre las mujeres un poco más mayores y las jóvenes. Las primeras van con vestidos muy anchos desde la cabeza a los zapatos, preferentemente negros o marrones, mientras que las jóvenes suelen llevar camisas largas, por debajo del culo, bastante ceñidas, pantalones vaqueros y zapatos o zapatillas deportivas y pañuelos de colores en la cabeza. Las jóvenes suelen sonreírnos y nos miran con curiosidad, no suelen bajar la mirada, a muchas se las ve comentar algo y seguramente tienen ganas de hablar con nosotros.
La idea inicial para subir al Damavand, era instalar un campamento a 5.100m y atacar desde allí a la cima, parece que no va a ser posible, nuestros guías dicen que no se puede, que no hay lugar, que hay muchas fumarolas, que es peligroso…, no hay nada claro. Subimos en camionetas hasta 3100m, allí hay una mezquita y un buen lugar para acampar, también hay muchas amapolas (de las que se obtiene el opio). Le preguntamos a nuestro guía si se puede visitar la mezquita y nos dice que no hay problema, que podemos hacer fotos también, vamos casi todos para allá, es pequeñita con alfombras preciosas y poco más, hay una cortina verde para separar hombres de mujeres, hemos hecho ya varias fotos cuando a alguien se le ocurre volver a preguntar si se pueden hacer fotos, el guía iraní empieza a decir “No, no, no…”, estamos guardando las cámaras asustados, pensando que nos va a caer la del pulpo incrédulos, y el guía sigue “no, no problem”, hemos vuelto a respirar tranquilos. El Damavand es un cono bastante definido, con una pendiente, a primera vista, muy uniforme, no hay apenas árboles pero sí muchas flores y plantas que llegan hasta la rodilla. La primera etapa es una subida hasta un refugio que está a 4000m, hemos subido por la mañana temprano, tranquilos, las mulas suben los petates. Es un campamento de piedras, donde de vez en cuando hay algún hueco para una tienda, hay muchísima gente por allí, muchos bajan del Damavand, es fiesta y poco a poco van bajando, quedando a última hora de la tarde ya poca gente. Lo mejor del día ha sido que ayer compramos una sandía con forma de pepino de 9kg, que se ha subido hasta aquí a la espalda, Iñaki el de la agencia española, ha sido una fiesta comerla y nos ha sentado a todos muy bien. Nos choca ver que la mayoría de los que bajan no tienen pinta de montañeros, casi nadie lleva botas, mujeres tapadas hasta arriba, hombres bastante mayores con bolsas de plástico en la mano…. La idea es salir esta noche a la 1 de la mañana, hay que descansar lo más posible, lo peor es que es difícil encontrar una sombra para protegerse del sol, salvo dentro del refugio donde huele un poco bastante a humanidad. La gente nos mira con curiosidad, pero nos ofrecen enseguida té, comida, frutos secos…
A las 00h30 la gente empieza a moverse. Hace buena noche, fresquito pero no mucho, +3º creo que había. Un baso de té caliente y en marcha a la 1h30, es noche cerrada, pero el camino es fácil, lo único malo es que hay muchas curvas y eso a las barras les cuesta bastante, no se suele llevar un buen ritmo. Aún así subimos bien, a un poco menos de 300m a la hora, amanece cuando estamos a más de 5.000m, también empiezan a verse fumarolas y a notarse el azufre, huele a huevos podridos, que nos hace toser, pero que se lleva bastante bien. Superado un pequeño espolón, aparece la cima, el terreno es arenoso, grisáceo, y da la impresión de que nos quedan 10 minutos, los guías dicen que más de una hora, efectivamente, es muy larga y costosa la parte final. Alguno va algo tocado y con las fuerzas justas, pero sin desfallecer llegamos a la cima. Son las ocho de la mañana y en treinta minutos más estamos todos arriba, la emoción se desata, prácticamente todos estamos llorando como magdalenas, nos abrazamos intensamente llorando sobre los hombros de los demás, hasta a los más duros se los ve visiblemente emocionados. La parte final a sido dura, por la inclinación de la subida, la altura y el fuerte olor a azufre. Es la primera vez que un grupo de discapacitados sube a esta cima y que se sepa es el primer grupo, que se tenga constancia, que pone a todos sus miembros en la cima. La cima es más bien fea, con varias piedras muy grandes que impiden una buena vista alrededor, además el día está algo nublado, el cráter del volcán es una pasada de bonito. Cuando ya estamos todos, vienen las fotos de rigor, las fotos son un rato largo pues hay que hacer una con cada cámara, hay que sacar las banderas y signos de los que nos han patrocinado, los comentarios y las risas no cesan. A las nueve comenzamos a bajar, vamos paralelos al camino de subida, por una zona de arena, en algunos sitios se debe pasar con cuidado pues la pendiente es fuerte y no se agarra mucho, hay que sujetar fuerte las barras. En tres horas apenas estamos de vuelta en el campamento y tras comer algo y descansar bajamos al campamento a 3100m. A sido un día duro, pero la gente está muy bien, como si acabáramos de dar un paseo. Subimos en una camioneta, todos en la misma, 25 personas, parecemos borregos, al principio hay muchas risas, pero es peligroso, por suerte le han dicho al conductor que vaya tranquilo y llegamos a Polor sin contratiempos.
Por si no subíamos el primer día, tenemos dos días más de reserva. Queremos ir a Ispahán, pero no hay billetes de avión para tanta gente, así que pasamos los últimos días en Teherán, visitando la ciudad, algún museo y el bazar. Nos lo hemos pasado muy bien y a mi me ha gustado mucho la ciudad. Salvo el peligro al cruzar la calle, es una ciudad muy segura y amable, cuando parábamos a mirar un plano, nos rodeaba un montón de gente con curiosidad y ganas de ayudar. No hay nada para turistas, ni postales, ni camisetas, ni nada parecido, salvo algunos objetos que se pueden comprar en el museo y las cosas que compran los iraníes regularmente. A destacar los zumos de frutas que se pueden tomar en puestos que hay por toda la ciudad. La última tarde la pasamos con el embajador español en irán, nos ha invitado a su casa, nos reciben él y su mujer muy amables, lo primero que han dicho es a las chicas que se pueden quitar el velo y la ropa que quieran, en su casa estamos en territorio español. Por fin unas cervezas con alcohol y una charla muy amena y distendida. Alguien a debido decir que Manolo toca el piano y se ha acabado la reunión con un par de temas que han gustado mucho al respetable.

1 comentario:

  1. Hola

    Soy de Valladolid. Me gusta salir a la montaña, algo que llevo haciendo unos 30 años. Hace tiempo que me gustaría colaborar como voluntario a ayudar a discapacitados a disfrutar de ella. He intentado enterarme de algúna manera de participar pero nunca he dado con la dirección adecuada. Podrías informarme de alguna dirección de contacto.

    Muchas gracias

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