Seguramente lo que más nos ha llamado la atención de Sudáfrica y con lo que nos hemos sentido más a gusto, ha sido que puedes hacer lo que quieras. Eso si bajo tu propio riesgo "at own risk". Esto nos ha permitido meternos en el mar, aunque hubiera mucha resaca. También parar para bañarnos en un río y tirarnos desde unas rocas, porque hemos visto a un tío en bañador que se iba a tirar desde el puente... En los parques naturales hay sitios donde pone "Ten cuidado con los leones", pero te puedes bajar del coche si quieres.
Este año, en realidad, íbamos a ir a Perú. Diez días antes Martín se hizo daño jugando al fútbol. Al principio parecía que no era nada, pero al final resultó ser una rotura de menisco. El nos dijo que nos fuéramos nosotros, que no era culpa nuestra. Pero nosotros no quisimos. Hacer un viaje para nosotros es hacerlo lo cuatro, con todo lo que ello conlleva. Nos imaginábamos enseñando las fotos del viaje o hablando sobre ello sin que el estuviera en el viaje y se nos hacía un mundo. Así pues decidimos renunciar. Llamamos a KLM, con quien teníamos los billetes, y les dijimos la verdad: no tenemos seguro de cancelación y no vamos a ir porque el niño se ha roto el menisco. Enseguida nos dijeron que no había problema, que podíamos cambiar el billete de fecha e incluso de destino. Así que nos decidimos por Sudáfrica y como fecha las vacaciones de navidad, para que así los niños solo perdieran unos días de cole.
Esta es la ruta aproximada que hemos hecho, hazlo más grande para ver los detalles:
Cuesta hacer la maleta teniendo que pensar en que vas a un país que está en verano, donde va a hacer mucho calor, mientras que aquí es invierno y ya empieza a hacer mucho frío. Tras un buen puñado de horas de viaje, llegamos a Ciudad del Cabo (Cape Town). Allí cogemos un coche de alquiler en el aeropuerto, haremos un recorrido de unos días con él y lo dejaremos en el aeropuerto de Port Elizabeth.
Cape Town (Ciudad del Cabo)Entramos en Ciudad del Cabo con un poco de miedo y las puertas del coche bien cerradas. Hemos leído que hay que tener cuidado por las noches, sobre todo en las ciudades y que si alguien quiere hacerte algo, que salgas pitando saltándote semáforos y lo que haga falta. Creemos que esto es un poco exagerado, ni hemos tenido ningún problema ni hemos visto nada raro. Eso si, por las noches no nos hemos metido en ningún sitio conflictivo y si creemos que puede haber problemas en ellos. Seguramente el problema es que hay poca iluminación en las calles y muy poca gente caminando por ellas...
Tenemos reservado un apartamento que está fenomenal, en una zona céntrica. Muy temprano, a las 5 a.m. o así, se ha hecho de día. Compramos cosas para desayunar porque tenemos contratados alojamientos donde podremos hacerlo por nuestra cuenta. Además como vamos a tener coche de alquiler, no hay problema en llevar cosas.
La Table Mountain es una montaña con forma de meseta que se encuentra junto a Ciudad Del Cabo. Está además muy cerca de nuestro alojamiento. Hay bastantes coches en el aparcamiento y muchos a ambos lados de la carretera. Como no queremos tener ningún problema nos bajamos al aparcamiento que hay más abajo, estará a un par de km's. Subimos andando, nos damos cuenta del enorme calor que hace. El primer tramo de subida se hace debajo de los cables del teleférico, unos 20 minutos. De ahí se gira hacia el Oeste y andamos durante una hora paralelos a la montaña, sin apenas subir ni bajar desnivel. Tan abruptamente como acabó la subida antes, comienza ahora. Ya vemos hacia donde nos dirigimos una abertura muy estrecha por encima nuestro señala el lugar por donde accederemos a la cima. Vamos adelantando a mucha gente, la mayoría son veraneantes (sudafricanos) que no tienen ningún tipo de preparación, van con bolsas o botellas de agua en la mano. También nos pasa alguno y alguna que sube corriendo. Las vistas desde arriba son bastante impresionantes, sobre todo hacia el lado donde está Ciudad del Cabo, ya que en la otra dirección hay bastantes nubes. Vemos un pequeño roedor que se llama dassie o algo así, un poco más pequeño que un gato, y que tiene como característica más curiosa, que la especie a la que más se parece es el elefante.
Por la tarde recorremos, andando, el centro de Ciudad del Cabo. Es un poco tarde quizás, pues están cerrando los comercios y cada vez hay menos gente en la calle. No vemos nada raro, pero no hay ambiente en las calles por lo que decidimos irnos a cenar. Vamos al Marco's African Place. Al medio día queríamos ir a este sitio, pero nos hemos quedado en otro de camino. Encima resulta que está muy cerca de "casa", así que aquí nos quedamos, por fuera tiene buena pinta. Nos han puesto en el piso de arriba y pronto nos damos cuenta de que es un sitio africano de verdad, lo que buscábamos y hemos estado rebuscando todo el viaje. Hemos pedido cosas "raras", para probarlo todo. Martín se ha pedido carne de cocodrilo, le ha gustado mucho. David ha pedido carne de Impala, que estaba un poco seca. Eva un pollo del Serenguéti, muy bueno y yo una mezcla de varias carnes, entre ellas avestruz. A mitad de la cena un grupo se ha puesto a cantar en un escenario preparado para ello. Son canciones africanas modernas, van vestidos de manera normal. Resulta que una chica de la mesa de al lado cumple años y la han sacado a cantar con ellos. Son gente, como todos salvo nosotros, sudafricana que se nota que vienen con regularidad. Hay quien viene a cenar y otros que vienen a beber y a disfrutar de la orquesta, que tiene mucha marcha.
En los restaurantes, de todo el país, te tratan fenomenal. Cuando llegas, enseguida aparece un camarero que te saluda, te dice su nombre y se interesa por como estás. Te atienden muy bien y no son nada empalagosos. Te dan las cartas y te preguntan que quieres de beber, para ir trayendo las bebidas. Cuando se acaba la comida y pides la cuenta, la suelen traer con un bolígrafo para que apuntes la propina que quieres dejar. En algunos sitios, pocos, ya viene relleno y en otros no hay esa opción. Algún camarero ha escrito o dibujado cosas en la nota incluso. La costumbre es que dejes un 10% del valor de la comida. Hemos visto que todo el mundo lo hace, al principio nos ha parecido raro, pero pronto nos hemos acostumbrado. En cuanto a la comida, nos ha decepcionado bastante. Casi todo lo que hay es comida tipo centro comercial: hamburguesas, parrillas, pizzas, fish & chips..., en este y otros sentidos nos ha parecido como si estuviéramos en EEUU. Bien es verdad que en muchos sitos, sobre todo en la costa, se puede pedir un plato de pescado del día. Eso si, salvo ensaladas no hemos comido prácticamente nada de verdura digamos, elaborada.
Hoy vamos a visitar el Cape of Good Hope (Cabo de Buena Esperanza). Es un parque natural que está en la península al sur de Ciudad del Cabo. Se tarda algo más de una hora en llegar. Para entrar a los parques hay que pagar o presentar la tarjeta Wild Card (www.wildcard.co.za). Esta tarjeta tiene validez para un año y vale para muchos de los parques naturales de este país. Nosotros hemos sacado una familiar y nos ha salido muy a cuenta pues se amortiza con que estés cinco días en el parque Kruger. El parque tiene dos lugares principales el Cabo de Buena Esperanza en si y otro cabo que se llama Punta del Cabo (Cape Point). Primero vamos a este último. Dejamos el coche y vemos que hay un funicular para subir hasta arriba. Nosotros subimos andando que no es mucha distancia. Las vistas son espectaculares pues el cabo tiene forma de barco y parece que estás navegando sobre el mar. Hay vistas espectaculares y acantilados llenos de cormoranes. Este cabo no es el más al sur de áfrica, pero si es significativo porque los marinos consideraban que este era un punto muy peligroso para la navegación. De echo fue conocido como Cabo de las Tormentas durante mucho tiempo. Hemos visto lagartos y algún animalillo pequeño. La mayoría de la gente que lo está visitando, igual que ayer en Table Mountanin y en el resto del país, son sudafricanos ya que estas son sus vacaciones de verano. Mucha gente nos ha preguntado, al oírnos hablar, de donde somos pues no les suena nada la lengua. Cuando nosotros les hemos preguntado a ellos, que de donde son, todos nos han dicho que de sudáfrica, por supuesto. Para llegar al cabo de Buena Esperanza, se puede dar un paseo por la playa de unos veinte minutos.
El sitio es más emblemático que bonito, de alguna forma se siente una energía especial. Hay un cartel indicativo y el mar está ahí mismo. Nos hemos acercado a verlo, hay muchos bichitos en las piedras. Se me ocurre una idea de bombero, "voy a tocar el agua". Menos mal que Eva me ha dicho que le diera la cámara. Al acercarme el mar me lanza una ola más grande que las anteriores, me ha pillado desprevenido y he echado rápidamente mano a los audífonos para que no se me moje. No he podido sujetar las gafas de sol, que se las ha tragado el mar, como tantos naufragios que ha tenido que haber por estos lares. Para proteger la vista y nuestras cabezas del sol, nos hemos comprados unas gorras en Simon's Town, un pueblecito pesquero bastante agradable donde hemos comido un fenomenal pescado.
Volvemos a Cape Town por la costa, una ruta panorámica bien chula. Hay un tramo en el que puedes decidir ir por el interior o por la costa, por este último hay que pagar una especie de peaje. Hemos pagado pero ha merecido la pena, la carretera está salpicada de miradores con muy bonitas vistas hacia la Hout Bay (bahía Hout). Ya en Cape Town recorremos el barrio Malayo, encima lo tenemos muy cerca de nuestro alojamiento. Es una zona de casa bajas pintadas de colores cálidos. Hay varias mezquitas puesto que era una zona musulmana. También hay niños jugando al fútbol en un descampado. Hay varias tiendas pequeñas y un puesto, en la acera, con una barbacoa que vende bocadillos. Hemos dado un paseo muy agradable por sus calles. Nos resulta curioso que no hay demasiada vida en la calle, algunos niños juegan con una pelota, gente entra en una tienda, otros compran en el puesto de los bocatas, otros están asomados a la ventana..., pero no se ve mucho movimiento. Uno se espera mucho más gentío en una zona "musulmana".
Nos vamos de Cape Town hacia Hermanus, allí trataremos de ver al White Shark (tiburón blanco). De momento nos dirigimos a la población de Stellenbosch. Es una pequeña ciudad que se encuentra al pie de las montañas. Como todas las ciudades de este país esta rodeada de un cinturón de suburbios. La mayoría son casas de ladrillo de una planta con aspecto bastante humilde y la ropa tendida en tendederos improvisados. Eso si, bastantes de ellas tienen antenas parabólicas. Al llegar al centro la cosa cambia, los edificios tienen aires coloniales y la vida parece más relajada, más fácil. Damos un buen paseo recorriendo el centro y disfrutando del calor y de lo agradable que es este lugar. Llaman la atención las iglesias que tienen torres con formas estrechas y muy afiladas. También hemos recorrido un jardín bonito con una cafetería muy fresca y agradable dentro, donde seguramente hubiéramos comido fenomenal si fuera hora para ello.
La costa es bastante salvaje y bonita. Se supone que se pueden ver ballenas muy cerca, pero ahora no es temporada, ya se han marchado. Según vamos por la carretera vemos un sito donde hay gente bañándose, bajamos y salimos del coche. La gente está preparando sus barbacoas, el deporte nacional de este país. Son todo gente negra, con el mismo aspecto de domingueros que los que suben a la Pedriza en verano, llevan absolutamente de todo para la barbacoa. Hay una especie de dique para que la gente se pueda bañar sin los riesgos de salir al mar a pelo. Así se evita la resaca tan fuerte de este mar y el riesgo de chocar contra rocas. Eso sí, puedes hacerlo si quieres, aquí nadie te lo va a impedir. "At own risk". Con unas condiciones tan buenas y el calor que hace, no me he podido resistir y me he tirado al agua, los niños han pasado. Seguimos camino y paramos a visitar la pingüinera de Betty's Bay. Nos ha gustado mucho. Están en una playa y en las rocas que hay por allí. Se mezclan con cormoranes (pájaros) y a veces cuesta distinguirlo. Los vemos meterse en el agua y bucear, allí se ve lo hábiles que son, nada que ver con la torpeza con la que se mueven en tierra. Para verlos han construido un sistema de pasarelas, eso permite que los pingüinos puedan pasar por debajo para acceder a sus nidos.
Después de comer vamos siguiendo la carretera y al cruzar un puente vemos a un hombre en bañador a punto de tirarse de él. Hemos dicho, ala, vamos a darnos otro bañito en un río. La verdad es que los niños no tenían muchas ganas de parar, ellos preferían seguir leyendo en el coche. Hemos tenido que hablar seriamente con ellos, pues no se trata de que solo les interesen las cosas espectaculares (tiburón, elefantes, ...), sino que hay que disfrutar de todo. Al final no nos hemos tirado desde el puente pues estaba bastante alto y no sabíamos lo que cubría. En cambio nos hemos tirado unas cuantas veces desde unas rocas. Lo hemos pasado bien además hablando con gente que estaba por allí. Una madre le ha dicho a su hija que hablara con nosotros en castellano, ha dicho que lo estaba estudiando. Hemos tratado de preguntarle algo, pero entre que la niña estaba cortadísima y que no debía saber casi nada, no hemos podido sacarle gran cosa. Los niños han tratado de escalar una roca y se han caído varias veces al agua, nos hemos reído un montón pues cuanto más les hablábamos y les decíamos, menos subían ellos y antes se caían. Entre unas cosas y otras hemos pasado un rato muy agradable.
En Hermanus nos alojamos en un backpackers (albergue de mochileros). Está fenomenal y el que lo lleva es un encanto, nos ha contado todo lo que necesitamos y nos ha ayudado en todo lo que le hemos pedido. Aquí es donde hemos gestionado el tema de la visita a ver al tiburón. La razón es que si hay algún problema podemos preguntar directamente en el alojamiento sin tener que llamar a ningún sitio. Lo malo es que el lugar de donde se zarpa es Gansbaai que está a más de una hora en coche...
¡El miedo metido en el cuerpo! (Tras el Tiburón Blanco)Pues sí, queremos ver tiburones blancos y lo que es peor, si es posible meternos en la jaula y estar con ellos en el mar. Lo primero de todos es confesaros que yo (Ricardo) le he tenido siempre pánico a estos bichos (Spilberg y su Tiburón han hecho mucho daño). Llevo varios meses viendo vídeos y tratando de mentalizarme para no cagarme de miedo. De echo se me ha hecho difícil pensar en cosas del viaje que venían después de esto, es como si no fuera capaz de pensar más allá.
La cosa empieza mal, nos levantamos a las 5 a.m. Nos metemos en el coche y arrancamos... ¡PUM!, "¿que ha pasado?". Nos hemos chocado con una farola, estaba en un ángulo muerto y ayer (de día, claro) no nos habíamos fijado en ella. ¡Tenemos la sospecha de que alguien la cambió de sitio por la noche para fastidiarnos! Bueno, un poco sombríos nos vamos para Gansbaai.
En este lugar, Gansbaai, te aseguran que hay un 99% de posibilidades de verlos, tanto es así que si no lo ves puedes volver a intentarlo al día siguiente. Tenemos que esperar un rato allí a que llegue el resto de los que vienen con nosotros que han salido de Cape Town. Cuando llegan, el que va a ser nuestro guía nos cuenta un montón de cosas. La peor parte es que parece que no va a haber mucha visibilidad. Pasamos un momento malo cuando tenemos que firmar unos papeles en los cuales queda claro que lo hacemos bajo nuestra responsabilidad (at own risk). Sobre todo, lo peor es cuando Eva tiene que firmar el de los niños...., se hace realmente duro y nos siembra la duda de si estamos haciendo lo correcto. En el papél, y el guía también nos lo ha dicho, pone que son animales salvajes y que no se puede prever que todo esté controlado. El hombre parece una enciclopedia andante sobre estos animales, sabe muchísimas cosas. A Eva y a mi nos ha costado mucho entenderle, pero los niños se han enterado de casi todo. Una de las cosas más importantes de la visita que haremos es la jaula en la que podremos meternos para verlos desde el agua, los animales la consideran una parte del barco. Es decir que no son capaces de asociar que dentro hay "posibles presas", por eso no atacan las jaulas. Nos comentan también que el mejor sitio para verlos es la parte alta del barco, que en la jaula nos podemos meter pero que probablemente no veamos nada, debido a la escasa visibilidad y a que se mueven muy rápido. Eva tiene clarísimo que no va a bajar, yo quiero hacerlo pero no se si me atreveré. David está bastante convencido y Martín tiene grandes dudas.
Subimos al barco en tierra pues un tractor es el que lo remolca hasta el agua por una rampa. Pasamos a través de unas cuantas olas y el capitán aumenta la velocidad del barco. Vamos unas 12 personas y se nota la tensión. Todos estamos expectantes y a la vez nerviosos, no es para menos. "No tiene que pasar nada, por supuesto, pero.... y si pasa hoy?". Llegamos a la zona donde se supone que están, hay un par de barcos más con turistas igual que nosotros. Nos ha contado el guía que es una zona de paso de muchas focas y por eso hay muchos tiburones. Lo normal es que los tiburones vengan aquí, estén de 2 a 4 días y se vayan. Por eso, lo normal es que no se vea a los mismos. Para atraerlos se tira por la borda una especie de sopa de restos de pescado que los atrae. Además ponen algo de carnaza atada a una cuerda (dos cabezas de pescado). Los animales se acercan y merodean cerca del cebo, hasta que se deciden a comerlo. Entonces, uno de los trabajadores del barco trata de tirar del cebo y acercarlo a la jaula. Además intentan que el tiburón no llegue a morder el cebo, ya que si lo muerde se da cuenta del engaño y se pierde, puesto que considera que le supone más trabajo de lo que va a conseguir. De momento no se ha visto nada todavía. Nos dicen que si vamos a querer bajar a la jaula, que nos pongamos los trajes de neopreno y estemos listos. David, Martín y yo, nos los ponemos. Tras un rato aparece el primero, es una silueta debajo de la superficie. Dicen que nos metamos en la jaula los que queramos. Miro a David, Martín está arriba con sus dudas y con Eva, y digo "Vamos?". Me dice que si, así que allá que vamos. Ha entrado primero un tío que parece que llevaba toda la noche haciendo guardia para ser el primero, después yo y detrás David. Hemos entrado mientras el tiburón intentaba morder la carnaza, la verdad es que yo no he visto casi nada. Pasamos un rato muy atentos pero nada sucede. Probamos a meter la cabeza y la verdad es que no se ve mucho. Al principio no nos hemos dado cuenta pero resulta que el agua está bastante fría. Pronto David empieza a tiritar, ¡pobrecito!, le digo que trate de golpear con el talón del pie para generar algo de calor, pero no sirve de mucho. Le abrazo y le aprieto, tampoco sirve. Le pregunto que si quiere que nos salgamos, me dice que nones, que el no se mueve. Hay tan poca visibilidad que en un momento dado David dice que ha visto un tiburón a nuestra derecha, yo meto la cabeza a ver si veo algo, nada. De repente se oye a Eva preguntarnos desde arriba, "¿Habéis visto la foca que había a vuestra derecha?". Un rato después, por fin, ha aparecido un tiburón! Yo he visto la aleta por encima del agua, nada más, al meter la cabeza no he visto nada más. No he tenido ni tiempo de que me diera miedo, ha sido muy rápido todo. Como hay más gente esperando para entrar en la jaula, tenemos que salirnos. Menos mal pues David ya está al borde de la hipotermia. Se ha quedado sentado al sol y le he tenido que quitar el neopreno pues no se quería ni menear. Eva está pálida, de estar tanto arriba se ha mareado y ha vomitado un par de veces. No es la única hay varias personas más vomitando por el lado contrario a donde está la jaula. La verdad es que después de un rato, se nota que el tiempo no acompaña mucho. Hace bastante aire y el barco se mueve mucho, está bastante desagradable. Se han visto un par de tiburones más, unos movimientos muy rápidos que se abalanzan sobre el cebo mientras este se acerca a la jaula. Es la hora, tenemos que volver al puerto. Mientras estamos allí no nos ha parecido tan espectacular como se puede ver en vídeos o documentales. Pero pasado un tiempo te das cuenta de lo impresionantes que son estos animales, la fuerza y lo implacables que son. Menos mal que hay una jaula por medio....
Costa Sur y La Ruta JardínEn Hermanus hemos pasado la tarde paseando junto a los acantilados. Un paseo muy bonito, de vez en cuando hay alguna entrada que baja a una piscina en el mar, siempre con el cartel de que te puedes bañar "at own risk" bien visible. Una mujer nos ha llamado la atención, está sentada al borde de una de estas piscinas, las olas rompen constantemente a su alrededor y la bañan. Ella se empapa de este agua, da la impresión de que esté rezando, haciendo una especie de ritual pues mira al mar fijamente. Todas las poblaciones que hemos visto en la costa sur son parecidas, pueblos agradables con vida relajada y poco estrés. Suelen tener algún supermercado, bancos, varios restaurantes donde se sirve pescado o pizzas o hamburguesas o costillas...
Salimos de Hermanus hacia la Ruta Jardín. Se llama así a una parte de la costa sur donde hay mucha vegetación y varios parques naturales. El camino es largo, las carreteras son muy rectas y hay bastante tráfico. No hay autovías sino carreteras de dos carriles con bastante arcén. Para adelantar se usa una técnica en la que todos colaboran. El coche que va a ser adelantado se echa a la izquierda (recordar que se conduce por este lado) y se mete al arcén, por donde va circulando como si fuera un carril. El coche que adelante continua por su carril hasta que sobrepasa al otro vehículo. En ese momento pone las luces de avería para dar las gracias, a lo que responde el coche adelantado con un gesto de la mano o dando una ráfaga de luces. Todo se hace con mucho cuidado, sin grandes aspavientos, los vehículos lentos suelen circular por el arcén la mayoría del tiempo. No será el sistema más seguro, pero no está mal. Tras un par de horas de viaje, hemos sobrepasado el Cabo L'Agulhas, eso quiere decir que ya estamos en el océano Indico, hemos dejado el atlántico atrás.
Wilderness nos ha causado buena impresión al principio. Llevamos un rato por una carretera llena de árboles, hemos pasado por un río que desemboca al mar justo antes de llegar. El cielo está lleno de parapentes. Y la playa se extiende por varios kilómetros. Cuando ya nos hemos instalado resulta que el centro de la población es una especie de centro comercial con un par de supermercados y una plaza rodeada de restaurantes. Eso si, con bastante vegetación y encanto. Los alojamiento son hoteles en primera linea de playa. En uno de ellos nos hemos alojado nosotros, ya que no había otra cosa, todo está lleno. Tenemos una piscina justo debajo de nuestra ventana. Un grupo de niños está jugando con los flotadores de la piscina. Esos flotadores rojos y blancos con cuerdas que suelen decorar todas las piscinas. Lo curiosos es que en España nunca hemos visto a ningún niño jugando con ellos, ¡claro si los vas a coger te echan la bronca! Aquí está todo permitido, tirarse al agua, pelotas...., es mucho más divertido.
La playa es enorme, hemos bajado y hace un calor tremendo. David y yo nos hemos bañado por aquello de hacerlo en el océano Índico. No nos hemos podido meter mucho pues las olas son bastante fuertes y hay mucha resaca. Además la playa está llena de medusas muertas así que en el agua debe haber muchas más. Por no hablar de los tiburones que vimos ayer... Los niños se mojan ante la atenta mirada de sus padres, el resto de la gente o bien está pescando o bien paseando por la arena. Un caso especial son una pareja de novios a los que están haciendo fotos de boda. El traje de la novia está empapado así que creemos que la boda será o ha sido otro día.
Muy cerca de la población hay un parque natural, alquilamos unas canoas para todo el día. Primero vamos río arriba hasta donde el río deja de ser navegable. Hay varías canoas en la orilla, todos venimos a hacer lo mismo. Se trata de un recorrido de algo menos de una hora que llega hasta unas cascadas. El camino es muy fácil, tanto que la mayoría del camino se hace por una pasarela de tablas. Las cascadas son dos, una que cae con un chorro desde unos 6 metros de altura y por encima de esta una poza grande a la que cae otra cascada, esta es más ancha y con varios chorros. Nos hemos bañado, el agua está bastante caliente. Hemos explorado la poza, pero no hay sitios para saltar ya que está llena de piedras. Aún así lo hemos pasado bien trepando por la cascada. No hay demasiada gente, está bien, algunos están en el agua, otros toman el sol... Volvemos a por las piraguas y nos ponemos en marcha río abajo. Hay un canal que sale desde un camping y que lleva, en teoría, a un lago que hay un poco más allá. Vamos a ver hasta donde llegamos. Por aquí no hay nadie, estamos rodeados de juncos y hay bastantes plantas flotando en el agua lo que hace que cueste más avanzar. De vez en cuanto algún pato sale volando asustado a nuestro paso o se esconden entre los juncos. Al final nos hemos tenido que dar la vuelta sin llegar al lago ya que tenemos una hora límite para entregar las barcas. Eso sí, hemos tenido que apretar y no parar de palear en todo el recorrido.
Salimos de Wilderness temprano, hacia nuestro siguiente punto en la ruta. Por el camino hemos decidido parar a desayunar, lo hacemos junto a una gasolinera porque a Eva le ha dado la impresión de que había algo. Efectivamente hay una cafetería y al lado una especie de mercadillo artesano de la gente de los alrededores en el cual se vende un poco de todo: crepes, que han desayunado los niños, plantas para los jardines, embutidos parecidos a la cecina, miel, cosas fabricadas de madera..., también hay un hombre que vende una cosa para cortar la col, hace una demostración como los antiguos charlatanes. Lo que más nos ha gustado ha sido la cafetería, lo bien que sirven el café. Lo hacen muy despacio, con mucho cariño y el resultado merece la pena. Como una declaración de intenciones tienen escrito encima de la barra "Live is too short to drink bad coffe" (La vida es demasiado corta para tomar mal café).
Estamos comiendo en el restaurante del parque cuando aparece.... Papa Noel, viene en un barco y se acerca a la playa. Estamos a día 24 y aquí en el verano las cosas se viven y se hacen de otra forma. Después de comer nos vamos a ver la zona de las pasarelas (son las fotos que habíamos visto de este lugar). Un camino de tablas nos lleva hasta allí, las han construido para pasar al otro lado de la desembocadura de un río algo encañonado. Es un sitio bonito, pero no tanto como nos pareció en la foto. También hemos subido hasta un mirador que hay al otro lado. Pensábamos que estaría cerca y hemos tardado un buen rato en llegar. De echo hemos bajado casi a la carrera pues aún nos queda un rato de camino hasta Port Elizabeth. Ya en el coche y camino a la salida del parque nos hemos encontrado con los primeros monos babuínos. Son los primeros porque hemos visto muchísimos carteles en todas las carreteras de precaución con estos animales y aún no los habíamos visto. Han sido varios que han cruzado la carretera y se han quedado a un lado, haciendo sus monerías como si nosotros no estuviéramos allí. Les decimos adiós y continuamos nuestro camino.
El alojamiento de Port Elizabeth está fenomenal. Es una casa colonial con los techos altos. Los niños están encantados pues les ha tocado la habitación mejor, tiene una nevera y es más grande... Es nochebuena, nos vamos a cenar!
La navidad y el Addo Elephant ParkLa navidad en Sudáfrica nos ha resultado algo "desconcertante". Trataré de explicarme, resulta que no hay muchos adornos por las calles, ni luces ni nada de eso. En algunos sitios, como por ejemplo restaurantes y algún comercio, hay algún adorno, pero no muchos. Con esta tesitura hemos cenado la noche de Nochebuena en un restaurante cerca del alojamiento. En las mesas hay unos adornos en forma de árbol de navidad y poco más. Ha sido una cena internacional pues cada uno hemos pedido un plato de un sitio diferente. Sin embargo al día siguiente, día de Navidad, no había casi nada abierto. Los restaurantes de al lado de casa están todos cerrados y también todos los comercios y centros comerciales. Es más la ciudad parece desierta, apenas si hay nadie por la calle. Cuando hemos salido a cenar, todo estaba cerrado. Sólo había abierto sitios de copas para beber, donde la gente iba algo pasada. Hemos encontrado, por fin, donde cenar: en un McDonalds!!! A mi que no me gusta nada!!!, lo mejor ha sido que los niños han entrado cantando "Navidad, navidad, dulce navidad", están encantados y no paran de reírse de mi!.
Por suerte el Addo Elephant National Park (Parque nacional de elefantes Addo), está abierto todo el año incluso hoy, día de Navidad. Está a una hora del alojamiento, más o menos. Estamos nerviosos pues va a ser el primer parque de animales que veamos. Los trámites de la entrada no nos llevan mucho tiempo, sobre todo porque tenemos la Wild Card. Nos dan un mapa del parque y un folleto donde vienen la mayoría de animales que se pueden ver, además tienen una casilla para marcar aquellos que ves. Los niños van eligiendo el camino, donde les parece mejor, todos vamos con los ojos abiertos al 120%, no sabemos que tal se nos dará encontrarlos. Vamos muy despacio, los coches nos adelantan algo más rápido. De repente, cuando vamos por un camino, aparece el primero. Es un Kudu, una especie de ciervo enorme y muy majestuoso. Sus cuernos son el emblema de los parques sudafricanos. Está en la carretera comiendo de un matorral. No nos ha hecho ni caso, cuando le ha parecido bien se ha dado la vuelta y se ha perdido entre la vegetación, muy espesa en esta zona. Un poco más adelante hemos visto otro, este está entre los matorrales y pasa más desapercibido. Nos vamos relajando, ya vemos que no es tan difícil verlos, solo hay que ir un poco pendientes. Salimos a una zona más abierta y vemos coches parados, nos fijamos y vemos lo que están viendo, "son elefantes". Hay unos cuantos, están alejados debajo de unos árboles. Debemos tener una cara de bobos, estamos alucinados viéndolos... y ellos a su bola, como si no estuviéramos. Tenemos prismáticos para verlos mejor.
También hemos tenido dos momentos de "tensión": estamos parados viendo un numeroso grupo de elefantes que están todos juntos, como si se dieran sombra unos a otros, por la pista viene un elefante enorme. Se dirige hacia donde esta el grupo de elefantes, pero nosotros no lo sabemos, empezamos a pensar que como se enfade con nosotros nos pasa por encima y nos deja hechos papilla. En la curva del camino se sale de este para dirigirse a donde están los demás. Esto nos ha dado mucha confianza y hemos estado muy cerca de otros. No ha pasado nada, pero hay que tenerles mucho respeto como veremos unos días más adelante en el Kruger. El otro momento de tensión ha sido cuando hemos parado en medio de una pista a mirar algo con los prismáticos, de repente ha salido de entre la vegetación un pavo, un poco más grande que una paloma, ha venido andando hacia nosotros, dando la impresión de que iba a coger el coche con su pico y lo iba a volcar. En el último momento, también, se ha metido entre la vegetación... jajaja De estos pavos hay muchísimos y lo más peligroso es no llevárselos por delante pues a veces no se mueven de la carretera, otras están fuera de la pista y en el último momento la cruzan corriendo, a veces corren espantados delante del coche sin darse cuenta que lo único que tienen que hacer es salirse de la pista/carretera. Una vez vistos los primeros animales, los demás van apareciendo poco a poco. Un par de avestruces, búfalos, algunas cebras, más kudús y otros ciervos. Uno de los más numerosos han sido los warthogs (en castellano se llaman jabalí berrugoso, y son "el Pumba" del Rey León). Son pequeños, pero tienen cara de muy mala leche. Además son muy graciosos cuando salen corriendo, levantan la cola y llevan la cabeza alta, muy altivos. También vemos gran cantidad de pájaros, algunos de ellos rapaces parecidos a los halcones, pero no les hemos prestado atención especial, en el Kruger si les prestaremos más atención. También hemos visto un par de tortugas leopardo y unos ciervos más parecidos a cabras. David está todo el rato pidiéndonos "constancia", esta será la palabra clave para vigilar, seguramente lo hace cuando el mismo se da cuenta que está despistado. Martín es el que más cosas ha visto, una auténtica máquina rastreadora. A Eva se le hace duro conducir por aquí porque se va muy despacio y tiene que estar todo el tiempo apretando el acelerador.
Valle de las 1000 colinas (One thousand hills valley) y en camino hacia las DrakensbergMenos mal que cambiamos de idea y no hemos pasado dos días en Durban, como habíamos pensado al principio. El avión desde Port Elizabeth nos deja al norte de Durban. Cogemos el coche de alquiler y decidimos hacer una visita con el coche a la ciudad de Durban. Lo que habíamos leído sobre la ciudad lo confirmamos al recorrerla, un poco, montones de edificios y rascacielos junto a una playa. Se supone que es un sitio donde viene mucha gente de vacaciones a practicar surf. Efectivamente, hemos visto a mucha gente en la playa, pero nos ha parecido todo muy decadente. Como si hace unos años que hubiera tenido su momento de esplendor. Con la sensación de haber acertado al no quedarnos un par de días aquí, nos vamos de la ciudad hacia el Valle de las 1000 colinas.
Es difícil explicar la sensación que hemos tenido en este valle. Supongo que ha sido agridulce. Agria porque lo que habíamos leído sobre la zona no se corresponde, para nada, con la realidad. Veníamos esperando encontrar pueblos tradicionales con gente Zulu en ellos. La realidad es que en esta zona es donde vive la gente adinerada de Durban, dada la proximidad a la ciudad. Pensábamos encontrar amplias zonas con escasa población y no es así, en realidad hay muchísimas casas lujosas por todos lados. También nos ha decepcionado, algo, el tema de la comida, pensábamos poder comer comida tradicional, pero pronto nos hemos dado cuenta que la única opción es los restaurantes franquicia de los centros comerciales, igual que el resto del país. La sensación dulce ha sido los paisajes y la belleza del lugar. La mezcla entre civilización y naturaleza, junto a una casa lujosa o más modesta hay un mirador con unas vistas espectaculares a un cañón. O un grupo de monos saltando y correteando entre los árboles cercanos a la cerca de una casa.
El alojamiento en el que estamos es una pasada, una casa en medio del campo con un caballo y varios perros. Uno de los perros es muy gracioso, ha salido a recibirnos y un rato más tarde le hemos visto detrás de una valla junto a otros dos perros. Al salir de la casa, ha pegado un salto tremendo por encima de la valla para venir a nuestro encuentro, los otros dos perros no pueden saltar tanto y por esa razón no salen a recibir a los visitantes. Está lloviendo, todo está mojado y reluciente.
La verdad es que no habíamos encontrado casi nada de información de la zona, ni en las guías que llevamos ni en internet. Por esa razón buscamos una oficina de turismo para saber lo que podemos hacer por aquí. Cuando llegamos a donde dice que hay una oficina de turismo, resulta que no es así. Hay un vigilante que no sabe nada y un cartel con algo de información, más tarde nos hemos dado cuenta que en realidad los puntos de información son los carteles, que no hay oficinas. Un ciclista, al vernos algo perdidos, para y nos indica que podemos preguntar en un café que hay más atrás, Volvemos sobre nuestros pasos hasta el lugar donde hay además un par de tiendas de recuerdos, algo hippies. Nos han dado un folleto y poco más, nadie parece saber lo que se puede visitar por aquí. Martín ha dicho una de esas frases sabias que suelta de vez en cuando, "en los viajes siempre hay un día que todo parece salir mal". Nos encontramos un poco perdidos, dando vueltas de aquí para allá en la niebla. En el folleto que nos han dado hay un edificio con una pinta muy chula, al estilo Zulú. Tras preguntar a varias personas hemos llegado a entender que solo se puede visitar este edificio en una excursión organizada, tampoco sabemos donde contratar esta excursión. En esas estamos cuando Eva ha parado en lo que parece un sitio con unas vistas interesantes ...
Resulta que a nuestros pies tenemos el cañón de un río, con unas formaciones de roca bien chulas. Como hay mucha vegetación las rocas parecen salir de las plantas, más que estas de las rocas. Buscamos el sitio para acceder al río y dar una vuelta. Nos ha costado, pero al final hemos conseguido comprar comida para comer por el camino y el lugar donde empiezan los recorridos. Es parte de un parque por lo que hay una persona en la entrada para cobrarnos. Hemos tratado de preguntarle cosas, pero no tiene ni idea de nada, ella está solo para cobrar y poco más. En un panel informativo están los recorridos que se pueden hacer. Nos inclinamos por uno que tiene muy buena pinta. El primer tramo es llano y va por la parte alta del cañón, con el río unos 50 metros a nuestros pies. Hay varios "balcones" naturales desde los que se pueden ver unas cataratas o el río más abajo. Por el camino hemos oído cantar una especie de cigarra, incluso Martín la ha encontrado, estaba en un árbol y ha dejado de cantar cuando nos hemos acercado, tiene un color muy parecido al del tronco del árbol. La hemos visto de casualidad. Tras cruzar un pequeño arroyo cuya cascada hemos estado viendo un poco antes, comenzamos a bajar hacia el cauce del río principal. La bajada es empinada y oscura debido a la frondosa vegetación. Por el camino hemos visto un cienpies bastante grande reposando en una piedra, parecía que estaba posando para nosotros. Al llegar al río el camino se hace más esquivo. Cruzamos al otro lado y vamos siguiendolo por unas piedras o por la orilla. De vez en cuando lo perdemos, hay que cruzar algún río y a veces saltar por las piedras del propio río pues la orilla está impracticable. Cuando llevamos un buen rato nos damos la vuelta pues tenemos la sensación de que cada vez está más complicado avanzar y no sabemos a donde vamos a llegar. Comemos en el sitio donde comienza la subida de vuelta al coche, un sitio muy agradable lleno de vegetación. David y yo damos una vuelta río arriba por si llegamos hasta las cascadas que se veían más arriba. Hemos debido quedarnos muy cerca, pero tampoco hemos llegado por la cantidad de vegetación y a lo incierto del camino.
Cenamos en un sitio muy curioso, un "Spanish-Grill!!". Ha molado y hemos cenado fenomenal, pero vamos que era la misma comida de todos los sitios pero con un toque algo latino y algunas cosas como "chorizo" escritas en castellano en la carta. Lo mejor ha sido cuando nos han traído una sangría, que no estaba mala. Los camareros se han quedado flipados al decirles que somos españoles. La verdad es que no era el sito al que queríamos ir a cenar. Eva había visto en internet un sitio de "comida zulú" en Durban (a unos veinte minutos), que tenía buena pinta. Cuando hemos llegado no hemos visto nada que se parezca a un restaurante (habría desaparecido ya), lo que hay es una plaza junto a un mercadillo llena de basura tirada por el suelo. Así que hemos desistido del sito de comida local y nos hemos tenido que volver en busca del centro comercial.
Nos ponemos en camino hacia las montañas Drakensberg. Cuando planeábamos el viaje, miramos la posibilidad de dormir en Pietermaritzburg. Leímos que es una ciudad decadente, con poco interés. Un poco si es así, por otro lado ha sido interesante. Aparcamos en el centro, frente a un gran almacén donde no para de entrar gente a comprar. Estamos en la parte de atrás del ayuntamiento, un edificio bastante curioso de ladrillo visto. Tenemos un mapa y tratamos de orientarnos con una "supuesta" estatua de Gandi, que no encontramos. Resulta que la han movido y ahora está en la calle comercial de la ciudad. Es domingo y hay bastante gente vestida de "gala", vienen o van a sus iglesias o a lo que sea. Nos llama mucho la atención, sobre todo, las mujeres zulúes vestidas con ropas de llamativos colores, con sombreros también singulares. En la parte de atrás del ayuntamiento hay unos baños públicos, Eva entra y sale diciendo que salvo por que no hay papel, están bastante bien. Es una cosa curiosa de este país, sus baños son de los mejores que hemos encontrado viajando. En algunos centros comerciales, la persona que limpia tiene un plato para que eches algo de propina si quieres. La mayoría de la gente así lo hacer, pero ellos ni te obligan a hacerlo, ni siquiera te piden. Incluso te saludan amablemente aunque no dejes nada.
Pietermaritzburg no da más de si para nosotros, mirando unos folletos hemos visto que siguiendo nuestro camino pasamos cerca de una cascada de casi cien metros de altura. Está en Howick y según dice el folleto está en el mismo centro de la población. Al llegar descubrimos que efectivamente así es, una calle con tiendas para los visitantes lleva hasta un mirador. Tenemos la catarata a nuestra derecha y la vemos algo desde arriba. Es bastante chula con una caída prácticamente vertical. En la pared, al otro lado del agua hay gente rapelando (bajando con cuerda). Hemos leído que alguna agencia lo oferta. También hemos visto a gente en la parte de abajo de la cascada, así que nosotros también queremos bajar. Hay una caseta cerca del mirador donde nos cobran para bajar y nos dicen que no se puede bajar con mochila, que no se puede llevar nada, también nos dicen que no nos podemos bañar! No lo entendemos, pero lo acatamos! Solo llevamos una botella de agua en la mano.
La bajada es fácil, al menos para nosotros. Para otros turistas, más urbanos, no tanto. Hay mucha vegetación y piedras, pero el camino no tiene pérdida y está bien trazado. Enseguida llegamos abajo, las vistas son bastante más chulas que desde arriba, nos hacemos unas cuantas fotos y nos acercamos a la laguna a donde cae el agua.
Al volver arriba una señora, blanca, nos ha preguntado que que nos ha parecido. Le preguntamos por que no se puede llevar mochila y nos dice que han abierto el camino hace poco y que hay gente que roba a los turistas. Con un tirón le quitan la mochila y salen huyendo! Le decimos que no nos parece un sitio peligroso y que no hemos visto nada así en lo que llevamos de recorrido del país. La mujer nos mira con suficiencia y nos dice "Esto es África", algo de racismo o de superioridad hacia las personas negras nos ha parecido notarle. La verdad es que no nos ha gustado nada, ni la señora y ni su actitud.
Seguimos camino hacia las Drakensberg, hacia nuestro alojamiento. Vamos siguiendo el navegador por una autopista, nos hemos despistado un poco cuando nos ha indicado que nos salíeramos y nos hemos pasado la salida. Así que hemos tenido que hacer unos cuantos kilómetros más, además hemos ido por otro camino que de repente era una pista de tierra en vez de asfalto. Ha sido un tramo de unos 5km, menos mal que ha vuelto a ser asfalto pues aún nos quedaba bastante para llegar. Como nos pilla de camino nos pasamos por el hostel Amphitheatre Backpackers, para coger una excursión a Lesotho para mañana. Nos queríamos alojar aquí, pero celebran estos días un festival de música y ya no había sitio. Continuamos camino, nuestro alojamiento está a unos 10km. Lleva un rato lloviendo, pero de repente se pone a diluviar. Nos cuesta muchísimo seguir la carretera, vamos a 20km/h o menos. La carretera tiene tramos que está bien y otros en obras, no tiene rayas pintadas por ningún lado. Por suerte no hay mucho tráfico y aún es de día, aunque se ve poco. La cabaña está bastante bien, tiene una cocina bastante equipada y una barbacoa fuera (esto en realidad lo tienen en todos los sitios). Como no hemos venido preparados y estamos algo cansados, cenamos en el restaurante del complejo donde estamos alojados. Nos gustó mucho cuando lo vimos por internet, sobre todo su eslogan: "Never trust a thin chef" (No te fíes de un cocinero delgado), junto con el dibujo de un cocinero con una buena barriga. El dibujo es igualito al cocinero que, sin duda hace honor a su eslogan.
Lesotho (Un país dentro de Sudáfrica)
Lesotho es un país que está completamente dentro de Sudáfrica, como si Cuenca fuera otro país.
Madrugamos mucho para la excursión, ya que tenemos que estar pronto en el Amphitheatrer Backpackers. Iremos en una furgoneta con el guía y conductor y otros ocho clientes a parte de nosotros. El camino es largo y la carretera no está muy bien. Aunque luego, viendo las carreteras que hay en Lesotho, estas nos parecerán buenas y todo. Tardamos una hora aproximadamente en llegar a la frontera, el último tramo por una pista de montaña en regular estado. En la frontera hay bastante niebla. El guía se pone serio y nos dice que no se pueden hacer fotos, nos ha atemorizado un poco pues toda la gente que hay por allí está seria. Hay mujeres y hombres esperando algún transporte para ir o bien hacia Lesotho o hacia Sudáfrica. Estamos en la parte sudafricana de la frontera, luego nos dirán que es la única parte pues Leshoto no controla su parte. Poco a poco la niebla se va levantando y el ambiente se relaja, la gente empieza a sonreír, los guardias salen a fumarse un cigarro, los que estamos en la excursión comenzamos a hablar y a bromear con alguna cosa. Nos ponemos en marcha y comenzamos a ver el estado de los caminos de Lesotho, las personas que van andando van un poco más lentas que nosotros en la furgoneta, pero no mucho más. Hay gente a caballo que, por supuesto, va más rápido que los coches. Estamos en un valle muy verde, con elevaciones no muy grandes a ambos lados. Lo que también hay es muchos campos de trabajo con gente agachada, laborando, en ellos. Tras un ratito dando botes en la furgoneta, llegamos a una "población" donde hay un cartel que dice que el albergue Amphitheater Backpackers, con el que venimos, ayuda al desarrollo de esta zona. Nos llevan a una escuela con un campo de fútbol fuera. Entramos en una clase, austera y diáfana, con pupitres y una pizarra, las paredes son de cemento gris y el techo es de uralita, seguramente haga muchísimo frío en verano y calor cuando apriete el sol. Nos cuentan muchas cosas del país y de como funcionan las cosas aquí. Lo hacen en inglés y de manera bastante amena. David a veces se evade, Martín sin embargo está muy interesado en todo lo que cuentan.
Bajamos por una zona donde hay mujeres y niños por todos lados. Los niños vienen corriendo y nos piden que les hagamos fotos, les encanta, se ponen a posar y a hacer gestos. Las mujeres están tumbadas sobre la hierba en la sombra. La mayoría llevan una especie de sombrero/turbante en la cabeza. Nos sonríen con amabilidad y nos miran curiosas.
La turistada buena buena, llega ahora. Subimos por un senderillo hacia una nueva casa. Por el camino se acerca un par de borrachines con sus mantas cubriéndoles el cuerpo y unos extraños gorros en sus cabezas. Nos saludan muy amablemente y tratan de hablar con nosotros, no paran de sonreír.... Resulta que vamos a donde una señora fabrica la cerveza local. El guía le da un billete a cambio de un "cubo" de un líquido espumoso. Lo prueba primero el guía y dice que está buena. Nos cuenta como hay que beber y el proceso de creación de la cerveza. La verdad es que no esperamos gran cosa puesto que hace calor y el recipiente en el que la tenemos que beber es de plástico. Pasa el cubo para que cada uno de un trago y se la pase al siguiente. Salvo uno de los alemanes que le da dos tragos, los demás nos contentamos con uno. Sabe tan mal como cabría esperar!! Pero bueno ha sido gracioso probarla y sobre todo ver como los borrachines están encantados puesto que se van a beber lo que nosotros vamos a dejar!
Tomamos el camino de regreso en el 4x4 y pasamos por una especie de colmado (tienda). En ella hay unas cuantas personas con camisetas amarillas. Se trata de los miembros de un partido político que están de "campaña electoral" o de lo que sea. Hemos pasado un buen rato, pues no paran de reír y de bailar. Tras esto vamos a una casa donde nos dan a probar una comida tradicional. Se come, como no, con la mano. Se trata de una especie de pasta de un cereal que se apelmaza en la mano y se mezcla con unas verduras que están en un plato aparte. También han traído cervezas, esta vez de lata, que por supuesto nos han cobrado a los que han querido. Alguien ha preguntado por el baño, esta detrás de la casa. Se trata de una caseta alejada unos metros de la casa con una taza y un agujero en el suelo. Vamos que hay quien lo ha utilizado y quien ha decidido dejarlo para más tarde!
Las montañas DrakensbergLas Drakensberg son una cordillera que bordea gran parte de Lesotho y se dirigen hacia el norte. En ellas se inspiró Tolkien, que por cierto nació en Sudáfrica. Dan la impresión de ser unas montañas recién nacidas, es tan pequeña la huella del hombre en ellas que no deben ser muy distintas a como las conocieron los hombres de las cavernas. No se ve ni rastro de nieve en ellas, pero si muchísimo verde y picos con formas puntiagudas y desafiantes. Una de sus partes más conocidas es el Anfiteatro. Se trata de una formación casi circular, a la que se llega tras recorrer un largo valle. Esta es la excursión que vamos a hacer el primer día: acceder al Anfiteatro y tratar de ver las Tugela Falls (la segunda cascada más alta del mundo con una altura de 947m, repartidas en 5 saltos).
El parque donde se encuentra se llama Royal Natal y como todos los parques sudafricanos está muy bien conservado y tiene buenos servicios (camping, tienda, barbacoas no puede faltar por supuesto...). Nada más dejar el coche aparece un cervatillo y unos pasos más adelante, aún en la carretera, un grupo de monos pasan junto a nosotros comiendo frutos en las orillas de la carretera. Estamos encantados, nos han dado un pequeño mapa y unas indicaciones. La verdad es que no es difícil seguir la ruta, lo cual no quita para que el recorrido sea una aventurilla y que esté lleno de sorpresas. El día está nublado, de vez en cuando nos mojamos un poco y nos tenemos que poner el chubasquero. Aún así la temperatura es alta y se anda bien. Además las nubes van entrando y saliendo del anfiteatro, lo que le da una belleza especial. Imaginamos que un día despejado tiene que ser espectacular, pero como no lo vemos despejado nos parece espectacular verlo con nubes.
A nuestro alrededor las paredes son bien grandes, estamos algo encajonados. Sobre nuestras cabezas se encuentra el Anfiteatro, aunque la vista completa era mejor más atrás, aquí podemos apreciar mejor la envergadura de las paredes que lo conforman. Llegamos a un sitio que llaman el túnel o algo así. Se trata de una cavidad en la roca por la que pasa el río. Tendrá unos 20 metros de longitud y se puede pasar por él dentro del agua o bordearlo. Como la temperatura no es demasiado alta, el agua baja con algo de fuerza y no lo conocemos: decidimos, como el resto de la gente que hay por aquí, bordear. Se trata de subir por una escalera primitiva, con listones de madera y una cadena, que está en la pared. No es difícil, pero no viene mal no tener vértigo. La cosa se complica un poco pues después de la escalera hay que trepar por una canal agarrándose a las raíces de los árboles y a algunas clavijas clavadas en la pared. Bordeamos, pues, el túnel y aparecemos al otro lado. Un chico sudafricano, que va con dos colombianas, dice que ya está que hasta aquí se puede llegar. Es verdad que no hay camino y que solo se puede avanzar por el río de piedra en piedra. No sabemos cuanto queda para poder ver la cascada. Estamos pensando que quizás haya que darse la vuelta, cuando aparece una familia que viene bajando..., nos dicen que sigamos, que enseguida se verá la cascada. Así que allá vamos, tras cruzar varias veces más el río (Eva ha decidido que lo cruza con las zapatillas puestas para que no le duelan los pies), llegamos al lugar desde donde se ve la cascada. El chaval sudafricano con las colombianas también ha seguido hasta aquí, se conoce que las veces anteriores que vino a este lugar no llegó a ver la cascada. La colombiana joven es la mujer del sudafricano y la otra es su madre que ha venido a visitarles. La madre es encantadora y tiene una marcha tremenda, se mete por todos los sitios, se la ve encantada! Nos han contado algunas cosas, tanto de su país como de su convivencia con los sudafricanos.
Ya de bajada, después de cruzar el río varias veces, de subir por las rocas y bajar por la canal y la escalera, ha salido un poco el sol. Así que aprovecho para darme un bañito rápido. Como me parece un sitio encantador he dejado en el agua la pulsera viajera de Conchiki que traía a este viaje. Cuando estamos a unos 20 minutos del lugar donde hemos dejado el coche una mujer nos para y nos pregunta que cuanto falta para ver la cascada. Le decimos que todavía faltan unas tres horas. Como somos extranjeros y no tenemos ni idea, saca un mapa y nos lo enseña. Con cara de estar tratando con niños que no se enteran nos dice que lleva andando media hora y que tal y como se ve en el mapa debe de verse la cascada enseguida en un par de vueltas! A pesar de que se lo explicamos y le decimos donde estamos, pues no tiene ni idea de lo que es un mapa, no nos hace caso y sigue su camino pensando que a la siguiente curva del camino verá las Tugela Falls.
De vuelta a nuestro alojamiento vemos que hay mucha gente en un campo de fútbol. Así que paramos y nos acercamos a cotillear. El campo es de tierra de un color rojizo. Los dos equipos están en el terreno de juego y un centenar de personas están alrededor del campo esperando a que comience. Un hombre se acerca a nosotros y nos cuenta que es uno de los mejores equipos de la región, que son muy buenos. El campo no tiene nada liso y hay bastantes hierbas en algunas zonas. Estamos un buen rato de charla con el hombre, pero el partido no parece empezar y nadie sabe cuando lo hará. Es un poco como se hacen las cosas en África, las cosas comienzan cuando tienen que hacerlo, ni antes ni después y mucho menos a una hora determinada... Esta noche hacemos una barbacoa, hemos comprado carbón y carne para hacerla junto a nuestra cabaña. Se ve que tenemos poca práctica, pues nos cuesta muchísimo encenderla! Si nos llega a ver un lugareño nos expulsan del país, fijo!
Hoy será el último día del año. Estamos en un sitio idílico, pero también queremos tomarnos el día con algo más de tranquilidad. Hemos vuelto al parque Royal Natal, esta vez con la idea de visitar las Tiger Falls. Otra cascada mucho más cercana que la de ayer. El día es algo peor, hay bastante niebla y llueve más. Los niños no están muy motivados, el tiempo y el cansancio de los días de viaje les hace no tener muchas ganas de subir hacia las cascadas... Como tampoco queremos obligarles les decimos que se den la vuelta si quieren, un poco con la boca pequeña, porque nos gusta más que vengan con nosotros. Al minuto de darse ellos la vuelta Eva ve un cangrejo en el camino, así que les llamamos rápidamente. Han venido corriendo y ya no se vuelven a plantear el bajarse. Han hecho bien pues hemos llegado enseguida a las Tiger Fall. Esta vez estamos junto a la cascada, que es pequeñita. Nos medio mojamos haciéndonos unas fotos y continuamos bajando por el otro lado, ya que la ruta es circular. Cuando llevamos un rato y se intuye donde está el coche aparece frente a nosotros un numeroso grupo de monos. Varias madres llevan sus crías encima, lo menos había veinte miembros en la manda, sobre todo madres con crías y machos jóvenes. Yo no me he fijado en el jefe del grupo, pero seguro que estaba por allí, atento.
Estamos en nuestra cabaña, escribiendo en los diarios, cuando comienzan a oírse fuertes golpes. Está granizando de lo lindo. Luego se pone a llover a cántaros sin parar. Tanto es así que para ir a cenar, al restaurante del sitio donde estamos alojados que se encuentra a apenas cien metros tenemos que ir en coche. Nos hemos calado corriendo desde el coche hasta la entrada. En este lugar el día no es demasiado especial, la cena es la habitual del menú. Como llegamos pronto nos sentamos en la barra a tomar una cerveza. Tienen un tocadiscos con una buena colección de vinilos, así es como pinchan la música, el ambiente sin duda es muy agradable y relajado. Como quien no quiere la cosa nos hemos puesto a hablar con otra gente y hemos hecho un buen grupo. Son sudafricanos que vienen a pasar las vacaciones a un lugar tranquilo. Nos cuentan muchas cosas del parque Kruger y de su país.
Viajamos hacia el Kruger el día 1 de Enero. No hay demasiado tráfico por la carretera y todo va bien hasta la hora de comer. Casi todo está cerrado, por lo que acabamos comiendo en......, ¡qué horror!..., un KFC. Desde luego no estamos teniendo surte con la comida en los días festivos!! Encima, es una pena porque un poco más adelante hemos visto un sitio que estaba abierto y que tenía mejor pinta.
Nos alojamos en Nelspruit. No tenemos nada reservado por lo que pasamos un rato buscando. Algunos sitios están llenos, otros no nos han gustado nada. Acabamos en un sitio maravilloso. Una casa de ensueño con un jardín que parece un parque natural en si mismo. Todo está cuidado al detalle y tiene su propia montaña. Puedes subirte a ella para ver el valle a tus pies. Incluso tenemos una piscina para nosotros solos. Esta zona recuerda a la pedriza pues de todas partes sobresalen bloques de granito entre la vegetación. Eso si la vegetación es muchísimo más frondosa que la madrileña. Las habitaciones están fenomenal y las camas tienen dosel y todo! El dueño se acerca a nosotros y nos dice que si queremos ver unos monos, nos sentemos en una pérgola y esperemos a que se ponga el sol. El les pone comida todos los días y bajan a comerla. Se hace de noche y allí estamos, esperando pacientemente. Pronto comienza a verse movimiento en los árboles, cuando se sienten más tranquilos pues ven que no somos peligrosos bajan al lugar donde el hombre les deja la comida. Son monos pequeñitos con los ojos saltones. Les hemos podido alumbrar sin que se asustaran, hemos visto a varios bastante bien. Cuando se asustan por alguna razón desaparecen entre los árboles en un visto y no visto.
Parque Kruger (Animales, animales y más animales)Hemos visto muchos animales, ¡si!. Hemos tenido mucha suerte, ¡si!. Pero también nos lo hemos trabajado mucho... Mientras veníamos hacia aquí Eva ha comentado que quizás 7 días en el Kruger fueran demasiados... No vamos a decir que hayan sido pocos, pero tampoco son muchos y los hemos aprovechado a tope. Os contamos nuestro plan de cada día. Nos levantamos al amanecer, si tenemos contratada excursión a las 3h15 de la mañana y si no, a las 4h. Salimos con la excursión o en cuanto abren las puertas del recinto, ya que nos hemos alojado dentro del mismo parque. Hacemos una ruta de entre dos y tres horas. Normalmente es el mejor momento pues los animales grandes se suelen mover de noche. Volvemos a desayunar y cuando terminamos, volvemos a salir otras 2-3 horas. Regresamos a comer y nos relajamos un rato. Volvemos a salir, este es el peor momento pues es cuando más calor hace y los animales no se mueven casi. Según va atardeciendo vuelven a moverse los animales, tenemos que verlos a la carrera pues hay que llegar antes de que cierren las puertas del campamento, 30 minutos antes del anochecer. Esto lo hemos hecho los 7 días. En los traslados, cuando hemos cambiado de campamento para alojarnos en uno diferente, hemos hecho el viaje buscando animales también. Hemos llegado a la conclusión de que tienes que estar en el sitio en el momento preciso, los animales pasan junto a la carretera o la cruzan, si no estás en ese momento ahí, nos los ves.
Día 1
Entramos al parque por la entrada Crocodrile Bridge. Rellenamos los papeles y permisos y compramos un libro donde vienen los animales que se pueden ver con sus nombres. Lo hacemos para ir marcando lo que vayamos viendo. Nos gustó mucho hacerlo en el Addo Elephant Park. Estamos nerviosos, no tanto como en el Addo, pero con mucha incertidumbre. Estamos deseando ver alguno de los grandes felinos... El inicio no puede ser mejor, nada más entrar cogemos una carretera y ¡allí! dos rinocerontes con una cría. Que pasada! Sin darnos cuenta las cosas se suceden, jirafas, impalas... Empezamos a sentirnos más seguros y con más experiencia, podemos ver muchas cosas nosotros solos, sin necesidad de otra gente. De repente vemos un grupo de coches parados... allá vamos! Nos colocamos, casi sin querer, junto a un todoterreno donde hay una señora con una cámara que tiene un objetivo enorme. Le preguntamos y nos dice que se puede ver un leopardo. ¡Saltamos de nuestros asientos, excitados! Allí esta, tumbado sobre una piedra a la sombra de un árbol. Tras un rato observándole, a veces mueve el rabo o una pata, la señora nos dice se va a mover porque le está dando el sol en la cara y cambiará de posición. Efectivamente se ha levantado y se vuelve a tumbar en la sombra. El objetivo de la señora es tremendo pues nosotros ni de lejos podemos ver que le da el sol en la cara... Allí se ha quedado el leopardo, nosotros nos tenemos que marchar pues es nuestra primera noche y queremos ver como funciona lo de los campamentos. Llegamos al campamentos unos cuantos impalas después. Nuestro primer campamento es el de Skukuza, sin duda uno de los mejores.
Día 2
Nuestro segundo día será completo y muy productivo. Hemos contratado unas excursiones, la primera la haremos hoy y comienza a las 4 a.m.! Nos dicen que hay que estar un cuarto de hora antes, allí estamos ¡los primeros! Según va llegando la gente se oyen ruidos fuera, nos parece la "risa" de una hiena. Efectivamente, cuando salimos allí están las hienas. Hemos estado viendo a una un buen rato, estaba tumbada en la carretera, a un metro nuestro. Nada más movernos el conductor-guía ve un leopardo, lo hemos visto cruzar la carretera y al acercarnos se ha metido en la vegetación. Dice el guía que somos un grupo con suerte, como sigamos así en 5 minutos acabamos la excursión. Vamos viendo pájaros, tortugas, de los impalas comenzamos a pasar... Douglas, el guía, nos va contando cosas. De repente se da una palmada en la pierna y comienza a reírse..., "leones"!! Un grupo de hembras y machos jóvenes está tumbado en el camino. A estos no se ha acercado tanto como a la hiena, pero aún así los tenemos al lado! Están tumbados y se mueven poco, ha sido una gozada. Nos quitamos la angustia de no ver leones. Seguimos ruta y paramos junto a unos elefantes. Douglas nos habla de estos animales durante un rato. Nos ponemos en marcha, al pasar junto a uno bien grande, empieza a bramar, se le ponen las orejas tiesas y se viene a por nosotros. Douglas avanza y se va riendo, el elefante nos sigue indignado. Nosotros nos reímos porque Douglas no parece nervioso. Nos damos cuenta de lo peligrosos que pueden ser los animales salvajes: las normas y consejos que hemos leído y nos han contado no son ninguna tontería. Alguno de los que viene en el camión, sobre todo una de las chicas que va atrás, están pálidos. El elefante nos ha seguido un buen rato, durante 1km o así, hasta que Douglas ha acelerado y le hemos dejado atrás. Al llegar al final de este camino un coche venía de frente, nuestro guía les ha advertido del suceso con el elefante.
Otro animal, nuevo, que hemos visto es un Blue Wildbeast, o lo que viene a ser lo mismo, un Ñu. Cuando estamos regresando al campamento y como quien no quiere la cosa un leopardo macho ha pasado junto a la carretera caminando!
Después de desayunar y ya por nuestra cuenta han aparecido unos búfalos con pájaros en el lomo. Vamos entrando en miradores frente al río hasta que hemos visto hipopótamos. La verdad es que cuesta verlos, parecen rocas en el agua. Eso si, cuando los ves ya es fácil distinguirlos. Sobre todo cuando sacan la cabeza y abren su enorme bocaza como si estuvieran bostezando. Cuando vamos de vuelta al campamento para comer vemos una aglomeración de coches con lo que nos acercamos a ver que pasa. Es un leopardo, primero está en el suelo y luego se sube a una rama. Los niños y Eva lo han medio visto, yo la verdad es que solo lo intuía. Nos hemos ido rápidamente pues no se ve bien y el jaleo que hay no nos gusta mucho.
Hacemos una braai, con carne de Impala y de Warthog (esta última es una carne algo dura). Lo más curioso no es la barbacoa sino lo que tenemos alrededor, dentro del campamento hay una familia de warthog que se pasean libremente. En el árbol que hay frente a nuestra cabaña ha aparecido un lagarto con la mitad del cuerpo azul y la otra mitad amarillo. Mientras estamos comiendo, al otro lado del río hay búfalos y kudús pastando. Después de comer toca relajarse con una pequeña siesta antes de salir de nuevo. A las 18h30 hay que estar de vuelta pues cierran el garito. Vemos unos antílopes nuevos, se llaman Nialas, los niños se han entretenido cantando canciones en las que han metido "nialas" por todos lados. De nuevo estamos junto a unos elefantes, pero esta vez Eva ha tenido todo el rato el motor en marcha y no nos acercamos demasiado. El de esta mañana nos ha marcado. Cuando tomamos el camino de vuelta aparecen un rinoceronte junto a su cría. ¡Increíble, solo en el día de hoy ya hemos visto los Big Five! Antes de llegar al campamento hemos vuelto a ver al leopardo. Debe ser que le gusta andar por aquí, al menos estos días. Había también jaleo, pero no tanto como por la mañana. Nos vamos a la cama, ha sido un día intenso y aprovechado!
Día 3
A las 4h30 abren la puerta, a las 4h20 estamos esperando. Somos los segundos, delante únicamente está una camioneta de una excursión privada. Al poco de salir vemos un hipopótamo. Lo vemos gracias a la linterna. Es aún de noche y al alumbrar con una luz, a los animales les brillan los ojos, con lo que es más fácil verlos. Un poco después aparece un grupo de hienas. Hemos ido un rato circulando con una hiena andando en paralelo a nosotros. Después de las hienas ha sido el turno de los monos. Han aparecido dos grupos de babuinos en la carretera, han estado jugando, despiojándose, comiendo de los arbustos cercanos... Lo menos había 40 miembros en cada uno de los grupos. Después ha llegado un momento con algo de tensión, nos hemos acercado a un grupo de elefantes, pero manteniendo la distancia y el coche en marcha, para que no nos pasara lo de ayer. No ha servido, pues han salido de entre la vegetación algunos animales por delante y otros por detrás. Ha habido un momento que estábamos atrapados con elefantes rodeándonos a apenas unos metros del coche. Menos mal que no se han enfadado y que han cruzado la carretera sin hacernos caso! Otra cosa que nos ha hecho mucha ilusión ha sido ver escarabajos peloteros. Tanto en el Addo Elephant Park como aquí hay señales de tener cuidado con ellos cuando cruzan la carretera, pero aún no los habíamos visto. Ya os podéis imaginar una pelota de mierda con un escarabajo empujándola y otro (la hembra) subido a ella. En otro momento nos contarán que la hembra elije al escarabajo que hace la pelota más chula!
Hoy nos vamos a dormir a otro campamento. A Talamati. El camino es algo largo y sin apenas cruzarnos con ningún coche. Hemos visto un nuevo tipo de antílope, el Waterbuck, que tiene una especie de diana pintada en el culo y que parece ser que nada muy bien, de ahí su nombre. También hemos disfrutado de un grupo de elefantes que se están dando un baño en el barro. El antílope más pequeño que vemos es un Steenbok, se suelen encontrar en solitario y más que huir lo que hacen es esconderse entre la vegetación, dan la impresión de estar siempre asustados de que algo les caiga encima. Cebras, ñues, pájaros y una garza muy chula con varios colores tanto en su cuerpo como en el pico. En Talamati cogemos otra excursión: "Sunset drive" (paseo a la puesta del sol). No es tan afortunado como el de ayer, aunque también ha habido cosas interesantes. Lo mejor que el conductor es capaz de imitar el sonido que hacen las cebras, cuando ha acabado nos ha dicho el conductor que no nos podía decir lo que habían hablado: ha dicho que "era muy íntimo". De verdad, no es broma, la cebra le ha respondido!!! Hemos visto pájaros de muchos tipos, unos parecen pavos de color negro con la cabeza de color rojo brillante, también un camaleón. Este campamento es más escueto que el anterior, no tiene restaurante ni tienda. Hemos comido arroz con pisto y unos huevos duros que traíamos para este menester, y mientras el resto de nuestros vecinos haciéndose su braai!
Día 4
Día curioso, por un lado los avistamientos a lo largo del día no han sido ni numerosos ni espectaculares, por otro el último avistamiento ha sido probablemente el más espectacular de los que llevamos hasta ahora! Salimos de Talamati en dirección a Satara, para desayunar allí. Es difícil transmitir la sensación de estar desayunando en una terraza rodeados de vegetación con una valla a unos 20 metros de donde estamos y detrás de la valla: un par de búfalos pastando. Nos hemos acercado para verlos de cerca, estaremos a unos 5 metros. Aún así hemos visto alguna cosa, jirafas, unos zorros, otro grupo de hienas junto a la carretera, kudus, steenbok.... Eva ha intentado hablar con una cebra, imitando al guía de ayer, pero no le ha hecho caso, salvo que le haya dicho que se fuera, pues es lo que ha hecho el animal. Hemos comido en Olifants, el campamento donde pasaremos unos días, una braai que ya vamos haciendo cada vez mejor. Salimos después de una siesta, nos acercamos a una pequeña laguna y vemos un cocodrilo y muchas tortugas. Al parar se han acercado a nosotros. Las tortugas salen del agua y están a la expectativa, el cocodrilo se ha acercado sigilosamente a la espera de que metamos la mano en el agua para merendar. Se le ven los ojos y la punta de la nariz, únicamente, y está completamente inmóvil.
Aunque hemos visto cosas, no han sido tantas como los días anteriores. Quizás por la siesta o por lo que sea, estamos un poco defraudados con el día de hoy... Eva trata de animarnos y dice que no nos preocupemos que después de la siguiente curva veremos un león. Después de la curva salimos a la carretera principal, de camino al campamento pues ya es la hora de regresar. Han pasado unos minutos cuando Martín dice, ¡para, un león! Es un macho grande, melenudo. Lo tenemos a unos 30 metros. Lo ha visto de casualidad. Se pone en pie y da un pequeño paseo, se le ve muy relajado y está junto a una leona que está tumbada en el suelo y a la que apenas si vemos. Se ha sentado frente a nosotros, como mirándonos. Aunque vamos con algo de retraso, no queremos irnos. Lo hacemos cuando no queda más remedio y tenemos que volver deprisa. ¡Estamos exultantes!
Día 5
A las 4h15 ya estamos en pie. Hoy tenemos excursión, "morning walk". Se trata de ir andando esta vez, no en vehículo. Al llegar el guía nos dice que nos cambiemos de ropa, llevamos varias cosas de color blanco y no es un color muy recomendable ya que se ve desde muy lejos. Vamos en el coche hasta un lugar que se encuentra a unos 30 minutos. Allí bajamos del vehículo y los dos guías que vienen con nosotros toman sus rifles. Nos dan una charla muy seria, nos dicen que esto no es un juego, los rifles que llevan son para matar a un animal si nos quiere hacer algo. Tenemos que seguirles y hacer solo lo que nos digan. La excursión ha debido durar un par de horas, al principio íbamos con bastante miedo, sobre todo la persona a la que le tocaba ir el último. En las películas es el primero en caer. Nos hemos ido turnando, porque los que van más adelante tienen más opciones de ver cosas porque van detrás de los guías. Nos han contado muchas cosas sobre escarabajos peloteros, sobre plantas, arañas, serpientes, pero no hemos visto ningún animal grande. Según nos cuentan es difícil ya que para ellos llamamos demasiado la atención. Los depredadores no se acercan pues somos muchos y no nos tienen controlados y las presas no saben si somos peligrosos por lo que se alejan rápidamente. Quizás esperábamos ver algo más, pero aún así ha sido muy interesante caminar por donde lo hacen el resto de animales. En el trayecto en coche si que hemos visto cosas, hipopótamos y un rinoceronte blanco, aunque muy lejano.
Seguimos usando la palabra "constancia". Bromea con ella David, exigiendo que estemos atentos constantemente. Resulta curioso que sea él el que lo dice pues está todo el tiempo despistado, apenas si aguanta unos segundos mirando y sin decir nada. Sobre todo me lo dice a mi, que estoy casi todo el tiempo concentrado! Eso si, los que más avistamientos han hecho han sido Eva y Martín, que no se les escapa nada. David ha hecho algunos sonados, como abrir los ojos después de estar durmiendo un rato y decir "un rinoceronte".
Por la tarde después de ver al cocodrilo de ayer y a otros dos más grandes tomando el sol, se produce un momento chulo. Estamos volviendo al campamento por la zona donde ayer vimos al león melenudo cuando Martín se arranca a cantar, con la ventana abierta, "Pedro Navaja". Nos hemos quedado en silencio escuchándole, ha sido muy bonito!
Día 6
Seguimos con nuestro plan de cada día, excursión pagada por la mañana donde no vemos muchas cosas. El mismo conductor va preguntando en voz alta "¿donde están los animales?". Como no se veían cosas, se ha bajado del coche y ha cogido algunas plantas para contarnos cosas de ellas. Ya por nuestra cuenta vamos camino de Letaba para tomar un café y recorrer la zona norte, todos estamos medio dormidos pensando si no sería mejor volver al campamento y descansar. En esas estamos cuando vemos un coche parado junto a la carretera, nos dicen que ellos están descansando un poco pero que más adelante se puede ver un leopardo. Allá que vamos. Se encuentra en una zona de rocas y lo vemos subir y bajar un par de veces, bueno, los vemos pues se trata de dos o tres leopardos. Ha estado fenomenal, sobre todo la facilidad con la que suben y bajan las piedras, uno de ellos ha estado a punto de caerse. Desde luego ha sido el mejor avistamiento de leopardos que hemos tenido. También hemos estado siguiendo la pista de un cheetah (guepardo) pues alguien nos ha dicho que le parecía haber visto uno, nos hemos movido alante y atrás pero no ha habido suerte.
Por la noche cogemos otra excursión: "night drive". Ha estado muy bien pues hemos visto la vida en la selva por la noche, bueno un porcentaje muy pequeño por supuesto pero significativo. De lo más curioso ha sido ver varios conejos. Están en la carretera y se mueven cuando nos acercamos con el coche, dice el guía que no son demasiado listos pues se alejan por la carretera en vez de apartarse. También nos ha gustado mucho ver un canguro africano, es pequeño, como un conejo, y va dando saltitos con sus patas traseras, la parte de atrás del rabo la tiene de color negro. Hay un pájaro que resulta muy curioso, se le puede ver tumbado en la carretera comiendo. Está tumbado porque, según el conductor, no tiene fuerza en las patas. En el camino de vuelta hemos visto un búho moteado posado sobre la carretera.
Día 7
Hoy será nuestro último día en el Kruger. Vamos a Tamboti a dormir, un campamento que en vez de cabañas lo que tiene son tiendas de lujo que se encuentran sobre una plataforma de madera. Este campamento no tiene ningún tipo de servicio y hay que pasarse por Orphen que es donde te entregan las llaves y donde puedes comprar cosas. Como estamos algo cansados nos hemos tomado un respiro dándonos un chapuzón en la piscina. Hemos vuelto a ver elefantes con frecuencia, llevábamos unos días sin apenas verlos, bromeábamos con que estaban teniendo una reunión en algún lugar lejano. También hemos visto leones aunque algo lejanos. Desde la tienda podemos ver un río frente a nosotros, al otro lado del mismo hay una hiena tumbada. Está dormitando, de vez en cuando levanta la cabeza y mira en derredor. Salimos para la que creemos que será nuestra última excursión en el Kruger. David lleva desde que entramos diciendo que quiere ver Wild Dogs (perros salvajes), lo hemos intentado pero no ha habido suerte. Hasta hoy, que nos hemos topado con ellos junto a la carretera. Estábamos a punto de darnos la vuelta pues por la carretera por la que vamos no hay manera de hacer un recorrido circular. Como no sabemos si más adelante hay algo interesante o no, decidimos que sería buena idea preguntar a algún coche que venga de frente. Aparecen un par de ellos pero no nos hacen caso al hacerles señas de que paren, claro como no nos podemos bajar del coche no se dan cuenta de que queremos decirles algo hasta el último momento. A David se le ocurre una idea: "vamos a parar como si estuviéramos viendo algo, que seguro que paran". Efectivamente ha funcionado a la primera, el siguiente coche que venía de frente ha parado a ver si estábamos viendo algo. les hemos dicho que no y les hemos preguntado si hay algo más adelante. Nos dicen que si, que hay unos Wild Dogs un poco más allá. Son 5 animales que están tumbados y que de vez en cuando se levantan y se ponen alerta. Tienen unas orejas muy grandes y el cuerpo lleno de grandes manchas negras. Leemos en el libro que tenemos que se pueden reunir en grupos de 50 individuos, nos parece una exageración la verdad! Estamos volviendo hacia el campamento y Eva pregunta a los chicos que quieren hacer mañana. Sin pensárselo dos veces dicen que madrugar y hacer otra excursión. Eva tendrá un día largo de conducción, pero aún así accede un poco por ellos y otro porque resulta difícil resistirse a no hacer otra salida. Hoy tenemos barbacoa, ya somos algo expertos pues hemos ido aprendiendo algo nosotros y hemos recibido ayuda de algún sudafricano que nos han dado sabios consejos y unas pastillas que ayudan a encenderlas con mucha facilidad. La hiena sigue ahí en frente, al otro lado del río. Cuando empieza a oscurecer la hiena se ha acercado al agua y después de un largo trago se ha largado. Momento en el que han empezado a aparecer todo tipo de insectos, una especie de cucarachas y demás bichos. Hemos tenido que cenar con la mesa lo más alejado posible de la luz pues están todos allí revoloteando. Como la cocina se encuentra justo debajo de la luz, yo soy el único que se atreve a ir a por alguna cosa. Cuando estoy cogiendo algo en la cocina David comenta: "si uno de cada 1000 mosquitos tiene malaria, está muerto!".
Día EXTRA
Ultima excursión en el Kruger y sin duda: ¡¡¡la mejor, espectacular, que despedida!!! Salimos por la noche, como siempre en cuanto abren las puertas. El plan es fácil, ir por la carretera hacia Satara rápidos a la ida y lentos al volver. Al poco de tomar la carretera nos topamos con un chacal! Está comiendo algo en lo que parece una mierda de elefante, ¡uhm qué rico! Un poco más adelante volvemos a ver a los wild dogs de ayer, bueno nos parecen los mismos. Ya estamos contentos, ha merecido la pena el madrugón. Estamos pensando en darnos la vuelta así que decidimos utilizar el truco de ayer preguntando a alguien que venga de frente. Nos dicen que se pueden ver unos leones un poco más adelante. Allá que nos vamos. La verdad es que yo no he llegado a verlos, están muy lejos. Los demás los han medio intuido con los prismáticos. Decidimos darnos la vuelta y volver.
¡La perrada padre!
Salimos de nuevo a la carretera, de repente vemos algo que viene hacia nosotros de frente... son wild dogs seguidos de una caravana de coches. Lo menos hay 40, así pues si es verdad que van en grupos tan grandes. Nos quedamos parados y los perros van pasando a nuestro lado, algunos van observando otros van jugando... Ha sido alucinante, una buenísima sorpresa. Seguimos camino cuando de repente Martín dice "parece que allí a lo lejos hay unas hienas" .....
Un poco más adelante Eva decide entrar en un "view point" (mirador), dice que tiene un pálpito. Justo cuando está entrando sale alguien que nos dice que se puede ver un rinoceronte, que está tumbado. Cogemos el sendero hasta un punto cercano a un río, allí abajo tumbado en la arena está el rinoceronte. Lo vemos fenomenal, es enorme. Tras un rato durmiendo ha decidido levantarse, se queda un rato en pie sin moverse, como despertando. Luego se ha ido moviendo un poco pero no mucho. Nosotros nos despedimos de él, nos vamos. Por la carretera seguimos despidiéndonos de los animales que vamos viendo. Volvemos al campamento a recoger. Cuando estamos desayunando Eva dice "mirar los elefantes han venido a despedirse". Están al otro lado del río y no habíamos visto a ninguno esta mañana.
Ruta Panorama, la decadencia de Johannesburgo y el orgullo de Soweto
De camino a Johannesburgo queremos ir por la Ruta Panorama. Se trata de una carretera que pasa por sitios donde hay vistas bastante chulas. Al salir del Kruger lo primero que nos encontramos son algunos parques privados, vemos a gente en todoterrenos de excursión a la búsqueda de animales. Luego pasamos por una zona donde hay muchísimas plantaciones sobre todo frutales. Hay gente vendiendo mangos y otras frutas. Comenzamos a ver a gente caminando por la carretera, cosa que no hemos visto estos días. Los niños se han echado una buena siesta, cosa que no podemos hacer nosotros y mucho menos Eva. Está reventada de tanto trote que hemos tenido estos días. Comenzamos a subir hacia las montañas por la ruta panorámica. Desde el primer mirador se puede ver el cañón que ha ido formando el Blyde River, un sitio chulo para hacer una parada relajada. El siguiente punto es el Bourke’s Luck Potholes. Se trata del inicio del cañón. El río forma algunas pozas y se encajona entre las montañas. Hace bastante calor así que hay gente con los pies metidos en el agua. Pasamos un rato recorriendo sus senderos y pasando por los puentes que hay sobre el barranco. Estos puentes tienen la ventaja de que acercan estos lugares a todo el mundo, lo malo es para aquellos que nos gusta la naturaleza tal y como es, que nos encontramos con unas estructuras artificiales que no nos gustan mucho. Continuamos camino y paramos en la cascada Berlin, una cascada espectacular con una poza atrayente. Lo malo es que la estamos viendo desde un mirador situado en lo alto del acantilado a unos 100 metros de la cascada. No se puede acceder a ella, al menos que sepamos. La ruta, al menos para nosotros termina con la God's Windows (la ventana de Dios). Se conoce que este día la ventana está cerrada pues no se ve casi nada. Hay muchísima niebla y apenas si intuimos las montañas que están en frente. Bajamos a dormir a Graskop, donde se supone que acaba o termina la ruta, según se mire. El pueblo es algo turístico pero tiene muy buen ambiente.
La ciudad de Johannesburgo es muy grande, tenemos reservado un alojamiento en una zona residencial y tranquila. Nos ha costado encontrarlo pues las calles son un poco liosas. Da un poco de cosa que la casa está llena de verjas y tiene algunas medidas de seguridad. A nosotros este tipo de cosas más que darnos seguridad nos crea algo de incertidumbre. Dejamos las cosas en el alojamiento, cuyo interior, está fenomenal y nos vamos a Soweto. Mañana tomamos el avión por la tarde y queremos dejar cerrada una excursión por la mañana para recorrerlo en bicicleta. Lo hacemos con un albergue de mochileros, el Lebo' Soweto Backpackers. El albergue está fenomenal, con las puertas abiertas, la música sonando. En definitiva muy buen ambiente. Después de arreglar la ruta de mañana volvemos a la ciudad para hacer un pequeño recorrido. Nos vamos a la Top of África, el edificio más alto de África. Tiene 50 plantas, Martín ha cronometrado lo que tardamos en subir en el ascensor, 45 segundos. Las vistas son chulas, tenemos toda la ciudad a nuestros pies y nos permite hacernos una idea de lo grande que es esta ciudad. La verdad es que nos ha costado algo llegar hasta aquí arriba ya que el edificio se encuentra sobre un centro comercial y no hay demasiadas indicaciones para acceder a la parte de arriba. A la vez que vas dando una vuelta completa y viendo todos los puntos de la ciudad puedes ir leyendo cosas sobre como se construyó el edificio.
Hacemos un pequeño recorrido de la ciudad con el coche, moviéndonos sin rumbo fijo, un poco a nuestro aire. Resulta impactante, apenas si hemos visto personas blancas, casi todos son de color. Hay zonas con muchísimo jaleo, tanto de coches como de gente caminando. Hay muchísima gente que sobrevive como puede: hemos visto personas que van recogiendo plásticos en bolsas enormes, imaginamos que para venderlos. También llama la atención el colorido ya que, sobre todo las mujeres, suelen llevar vestidos y/o tocados muy vistosos. Parece ser que la actividad económica se ha movido a Pretoria (la capital) y que Johannesburgo ha perdido su importancia como motor de la economía africana.
Para ir a cenar la del alojamiento nos ha dicho que podemos ir caminando a una zona donde hay varios bares y restaurantes. Hay poca luz y la gente con la que nos cruzamos no nos da buena espina. Decidimos coger el coche e ir con él. Al aparcar ha venido un "gorrilla" que nos dice que le demos dinero y el nos cuida el coche. Por no buscarnos problemas le hemos dado algo, a lo que el hombre responde que "vale, pero a la vuelta me dais más". Hemos pensado que ni de broma le vamos a dar más. Cuando estamos bajando la calle para elegir donde cenar, vemos a uno de los "gorrillas" que tiene un bate de béisbol! Eva ha dicho: "cuando volvamos le damos más al nuestro, nos guste o no!". Por entender si hemos hecho bien, le hemos preguntado a unos sudafricanos que están cenando a nuestro lado, nos han dicho que le hemos dado el dinero correcto y que no nos preocupemos que cuando volvamos al coche, el hombre ya no estará pues se estará bebiendo lo que le hemos dado.
Soweto ha sido una sorpresa agridulce, grata porque nos ha gustado mucho recorrerlo en bici y por las sonrisas de sus habitantes, pero a la vez triste por ver como viven algunos y las razones que les han llevado a ello. Vamos con dos guías que son muy animados y nos cuentan muchas cosas, también cantan canciones y en general cuidan de todo el mundo. No hemos sentido peligro en ningún momento, más bien al contrario. Nos hablan de dos chimeneas enormes que se ven al borde de Soweto. Son de una central términa y es un símbolo de lo que es este lugar. Resulta que la colocación de la fábrica está alejada de la ciudad de Johannesburgo, dentro de Soweto, sin embargo la energía producida iba a la ciudad mientras que en Soweto no había ni electricidad ni agua corriente, pero si malos humos! Ahora mismo están pintadas con grafitti y hay empresas que las utilizan para la práctica del puenting. Nuestra ruta en bici pasa por unas calles de arena, las casas a ambos lados son chabolas de aspecto humilde. Por en medio de las calles circula un agua verdosa con un aspecto y un olor realmente asqueroso. Por contra los niños están alegres y jugando descalzos en la calle, también las personas mayores parecen alegres. Además es domingo y hay mucha gente vistiendo sus mejores galas. Se hace curioso hacerle una foto a una niña vestida como una princesita al lado de su choza y junto al reguero de agua verde. Todos los niños quieren que les hagamos fotos, nos dicen "shoot me" (dispara) y ponen poses de artistas. Vemos como la gente se pasa la plancha de una casa a otra, todo debe ser compartido por aquí.
Paramos en un sitio, junto a una carnicería, que es un pequeño chamizo con varias cosas sangrantes colgando de unos ganchos. Junto a la pared exterior hay una pila de agua donde lavan los cuchillos y demás enseres. Aquí hacemos una pequeña turistada, nos dan a probar un poco de carne asada y una cerveza similar a la de Leshoto. ¡Si, hemos comido de la carne, a pesar de saber que viene de la carnicería que hay en frente! Unos del grupo han aprovechado este momento para sacar unas camisetas (de fútbol) y regalarlas por allí, nos ha parecido muy buena idea. Por cierto, durante todo el tiempo que hemos estado en Soweto nadie ha venido a pedirnos nada, ni niños ni mayores. Justo antes de entrar en una zona con casas lujosas hay una esquina llena de basura, hay gente en frente charlando sentados a la sombra, para ellos debe ser lo más normal del mundo, a nosotros nos choca mucho. Visitamos un monumento a aquellos que lucharon por la democracia y la libertad, levantado en el lugar donde la policía mató a uno de los estudiantes que protestaba contra el apartheid. Es alucinante como esta gente no pasó a cuchillo a sus opresores! Es, sin duda, un ejemplo de civismo y altura de miras. También pasamos junto a la casa de Mandela y a la de Desmond Tutu, que están en la misma calle y que debe ser la única calle del mundo donde han vivido dos premios nobel.
Aquí está el montaje con las fotos y vídeos del viaje.
Pincha aquí si prefieres ver las fotos y vídeos a tu aire...
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