Hola a todos! Ya estoy aquí, llevo desde el día 26, tras un maratoniano viaje que incluyo 5 horas en el aeropuerto de Sao Paolo. En Santiago no estuve mucho tiempo, el justo para sacar el billete de avión hasta Iquique, pero el suficiente para empezar a darme cuenta de que los chilenos son muy buena gente; le pregunto a alguien una dirección y un taxista que me escucha se acerca a explicarme como ir andando (yo no he visto eso en Madrid nunca), en una farmacia vuelvo a preguntar y el vigilante pregunta por el walki si alguien conoce la calle, una empleada se pone a llamar por teléfono a información y el jefe busca la calle en las páginas amarillas. Aunque parezca fácil, encontrar una calle si no te han dado el nombre completo es un lío, fue el caso a mi me dijeron la calle Ramírez y resulta que puede ser: general, avenida, doctor y yo que sé que cosas más.
Iquique es una ciudad del norte de Chile, está junto a la costa. Toda la costa es un paisaje árido en el que no se ve una sola planta además un kilómetro por detrás se alza un muro sobre el que se asienta el altiplano a más de 2000m de altitud. Aquí tuve un pequeño problema y es que me puse morado a marisco junto al puerto y me sentó mal, no sé si el marisco o que comí mucho. El sitio donde me aloje lo llevaban unos cubanos y si me descuido todavía estoy allí hablando con ellos. Desde aquí tomé un bus para ir a San Pedro de Atacama. El recorrido es siguiendo la Panamericana unas 4 horas en las que vas a unos 100m del mar todo el tiempo, es muy bonito, además el Pacifico no hacía honor a su nombre y rompía con mucha fuerza. Al llegar a una ciudad, de repente el bus gira a la izquierda y se adentra en el altiplano por el desierto de Atacama, aunque el paisaje es muy árido, no se ve nada más que arena y rocas a ambos lados, a mí me parece espectacular, sobre todo la sensación de estar en medio de la nada. La carretera es una recta interminable, sólo pasamos por un pueblo Santa Maria (nos tuvimos que desviar) y las casas parecen estar en consonancia con el entorno, pues tienen el mismo color que la tierra.
San Pedro de Atacama es un oasis en medio del desierto más árido del mundo. El pueblo es más grande de lo que parece, pero es muy bonito o por lo menos tiene mucho ambiente. Aquí estamos muchos turistas y está todo orientado al turismo, pero sin cansar ni agobiar como en Perú, aquí no hay gente queriéndote llevar a su tienda, restaurante, etc. Aquí se pueden realizar muchas excursiones diferentes, yo elegí para el primer día ir a visitar los Géiseres del Tatio. Te recogen a las 4 de la mañana ya que el trayecto son unas 2 horas y media y lo más bonito es cuando sale el sol. Al llegar allí ves una nube de vapor que generan unos 100-200 géiseres, hace un frío del carajo, pero merece la pena. Cuando sale el sol parece que sale aún más vapor de los agujeros y además brillan mucho más con los rayos solares, es muy bonito. También te llevan a una piscina de aguas termales donde te recuperas del frío que has pasado, en el agua se está de maravilla y no quieres salir. Este sitio está a más de 4000m y veo a una chica echa polvo por la altura vomitando y con una cara pálida. El día siguiente quería ir a Bolivia a hacer un tour de 4 días, como resulta que no hay plazas para ese día, alquilo una bicicleta de montaña y me voy al valle de la luna, el recorrido son unos 40 kilómetros, la mayoría por una pista de arena y en muchos tramos por arena, además estoy casi sólo por allí ya que la gente suele ir en tour organizados por la tarde. Es una zona muy bonita en la que el viento y el agua a creado cosas muy curiosas, en muchos aspectos me recuerda a los cañones de guara, pero por supuesto sin agua por ningún lado. Hay incluso laderas llenas de arena por las que la gente se tira haciendo sandboard (snowboard en la arena). Me llevo dos litros de agua pues en el desierto, no hay agua y el calor es de aupa.
Para hacer el tour de Bolivia, nos recoge un coche que nos lleva hasta la frontera Boliviana, a 4800m de altura, ¡como para ponerse a correr!. Aquí cambiaremos de coche y tomaremos un todo terreno de una empresa boliviana que es el que nos llevará durante todo el recorrido. Empiezan los primeros problemas, ya que la agencia en San Pedro te dice que el agua está incluida en el precio y sin embargo los de aquí dicen que no tienen agua y que si la queremos hay que comprarla. De los 14 que vamos con nuestra agencia, 9 deciden darse la vuelta, mejor para los demás pues así somos menos. Los que nos llevan son Juan el chofer y Brounia su mujer y cocinera, tienen 7 hijos y dicen que por eso tienen que trabajar los dos. Me acompañan una pareja de franceses encantadores (Cecile y Cristophe), un holandés (Jan) y una australiana (Megan), con lo que me pasaré los siguientes días hablando en ingles. Como todos queremos, no hay problema para entendernos entre todos, los franceses y el holandés hablan algo de castellano pero la chica australiana muy poquito. El primer día vemos las lagunas blanca, verde y colorada (que tienen efectivamente dichos colores), en ellas podemos observar muchos flamencos, en especial en la última que es donde vamos a dormir y por la tarde damos un paseo para observarlos y hacer fotos (os vais a hartar de Flamencos). Los caminos son de tierra y es increíble como pueden orientarse, ya que hay miles de pistas, también vemos a un par de locos que van en bicicleta, andar un mes con la bici a más de 4000m es para llegar a casa con las pilas cargadísimas. El segundo día empieza con la visita al árbol de piedra es una formación de rocas en medio de la arena con formas raras esculpidas por el viento, entre ellas una con forma de árbol muy curiosa. Después recorremos varias lagunas en las que vemos más flamencos. En un punto del camino hemos parado junto a unas rocas para ver vizcachas, es un animal que vive en las rocas y que se parece a un conejo, pero tiene el rabo y se mueve más como una ardilla. También vemos vicuñas y a una pareja de ñandúes, son como las avestruces, un poco lejos. Dormimos en el pueblo de San Juan de Rosario donde visitamos unas tumbas y un museo dedicado a la cultura Lípez, que habitó esta zona hacia el año 1200 d.C., con algunas costumbres curiosas. Aquí podemos por fin tomar una ducha para quitarnos algo del polvo del camino, que se mete por todos lados. El tercer día es el más esperado y no defrauda nada en absoluto. El salar de Uyuni, el salar más grande del mundo mide 120x80 Km. y es una planicie inmensa blanca cubierta de una capa de sal. A los 10 minutos de entrar en él con el coche, el horizonte ya no se distingue por ningún lado, es como si estuvieras en el mar, pero puedes andar por encima, paramos varias veces y el silencio en medio de la nada es magnífico, estamos solos por allí, los coches con los que nos cruzamos se pierden de vista enseguida. En medio del salar está la isla del pescador, es verdaderamente una isla en medio del mar blanco de sal. Es una pequeña elevación de roca volcánica (oscura) llena de cactus, que son lo único vivo en el salar, el contraste con el blanco es muy bonito. El tour termina en Uyuni, donde la pareja francesa se va a Potosí y los demás cambiamos de coche para volver a San Pedro de Atacama, la chica australiana, Megan, tiene un comportamiento un poco estúpido en la agencia ya que intenta ser más lista y pagar menos. Debido a esto salimos tarde y hacemos el camino de noche, esto hace que nos perdamos varias veces, si de día es difícil ir por aquí de noche es increíble. Tras dormir 3 horas en Villamar, llegamos a las 12:30 y salimos a las 4, alcanzamos la frontera chilena, donde un nuevo problema nos espera ya que tenemos que pagar para entrar 15 bolivianos. Jan no puede pagar ya que no tiene dinero y empieza a discutir con los de la aduana, el militar sacó las esposas y le mandó a la calle, al final le he dejado yo el dinero que me devuelve en Calama a donde vamos juntos.
Calama. Jan y yo nos damos un paseo por la tarde y paramos en un parque donde hay un grupo con tambores tocando ritmos brasileños, mientras unos cuantos chavales hacen piruetas hip-hop ó breakdance (yo que sé), pero es muy bonito estar allí durante la puesta de sol.
La mina de cobre de Chuquicamata es probablemente la más grande y la más profunda del mundo. Impresiona mucho ver unos camiones tan grandes como una casa que transportan 300 toneladas, te pones a su lado y no llegas ni a la mitad de la rueda y lo que sería el parachoques está a la altura de mi cabeza. La actividad en la mina es febril ya que trabajan 24 horas al día y no paran de subir y bajar camiones, además el guía explica muy bien y es muy interesante todo lo que cuenta.
Por la tarde tomé el avión y ahora estoy en Santiago. Ayer estuve hablando por teléfono con Panchulo (el que me va a vender una bicicleta) y me pareció un tipo encantador, hemos quedado para esta tarde. Mañana probablemente iré a Puerto Montt para hacer la carretera austral en bicicleta, pero eso, os lo contaré en el próximo mensaje….
Besitos, muchos, muchos a todos ya todas.
Ricardo (Your working boy)
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