26 de noviembre de 2004

Una breve estancia en Egipto

Una de las cosas que tenia claras en este viaje era bucear en el mar Rojo. Era como la meta final, el lugar al que había que llegar. Al principio pensé en bucear en Jordania, en Aqaba. Después, leyendo y hablando con gente, me decidí por Egipto, iba a ir a Sharm el Sheik (mas o menos se escribe así), pero alguien por el camino me recomendó otro lugar, me vino a decir mas o menos que Sharm el Sheik es un gran complejo hotelero, algo así como el Benidorm de aquí. Me dijo que hay un lugar llamado Dahab, donde se pueden ver cosas tan o más bonitas que en el otro lugar y que además es un sitio mas bien para viajeros independientes, mochileros. El lugar esta situado recorriendo la playa y esta lleno de lugares con klims para sentarse a comer/cenar/beber/fumar a apenas 2m del mar, escuchando música o el sonido de las olas. Lógicamente no fui al Benidorm, sino a Dahab. Es tal y como me lo habían contado, el paseo de la playa lleno de lugares para sentarse junto al mar. Venia con la intención de hartarme de bucear, eso es imposible, lo que te falta es tiempo. He hecho 5 inmersiones, la primera un check-dive, que es una especie de recordatorio de las cosas básicas ya que hace mucho que no buceaba. Tras hacer los ejercicios básicos, nos dirigimos hacia el arrecife de coral, si fue alucinante hacer esnorkel, bucear junto a todos esos peces es la leche. Algunos se te acercan a mirarte, otros te ignoran completamente, como si estuvieran acostumbrados a tu presencia. Todo ello en un marco de ensueño, los corales tienen mil formas, todas preciosas y aunque es un animal, parece mas bien la vegetación del fondo del mar, muchos peces lo usan como refugio y otros se alimentan de él, hay formaciones absolutamente espectaculares, se crean sombras y luces dependiendo de como de la luz y además están los peces de colores a su alrededor que aumentan mas, si cave, la belleza del lugar. Las inmersiones han durado entre 45 min y 1 hora, pero se te pasa el tiempo volando, es mas porque vas con un instructor, si no se te acabaría él oxigeno allí abajo, sin darte cuenta.

El segundo día hice un safari, que consiste en ir en camello al lugar en el que se bucea, hacer dos inmersiones y volver en el camello. Es maravilloso, combinar las dos aventuras, muy recomendable. Montar en camello es una gozada pues va al paso de un hombre andando, pero estas a 2m del suelo, para ir más cómodo hay que montar al modo beduino que consiste en pasar una pierna por delante de la silla y meter el pie debajo de la otra pierna, te adaptas al balanceo y según te da la brisa del mar en la cara te crees un beduino. Además los lugares donde se bucea son espectaculares, se entra andando desde la playa y en 3m ya hay 5 de profundidad y a disfrutar. Vimos una morena pequeñita, un pez Napoleón y cienes y cienes de pececillos a cuál más vistoso y bonito. Hay veces que se ven muchos peces del mismo tipo juntos, otros se persiguen unos a otros. He visto a Nemo, y otros peces parecidos. Os aseguro que no tiene nada que ver con lo que se ve en los documentales, esto es mucho más espectacular, además bucear es la sensación mas parecida a volar, vas a 1-2m del suelo subiendo y bajando según se necesite. De repente te ves metido en un banco de peces plateados, no estas seguro de si son peces, pues según les refleja la luz, los pierdes de vista. Debajo de un saliente te encuentras con 15 o 20 peces grandes suspendidos en el agua, inmóviles, los vemos desde abajo, con los reflejos de la luz en la superficie encima de ellos, alucinante. El ultimo día he buceado otras dos veces, una en la propia playa de Dahab y la segunda en las islas. Si ya parece que lo has visto todos, las islas te sorprende de nuevo, lo más espectacular es el arrecife y las formaciones, mas que los peces que se ven por allí, muchos ya los has visto antes. Por momentos te sientes como visitando otro planeta, como si no fuera posible algo así en la Tierra.

Los atardeceres en esta zona son maravillosos, cuando desaparece el sol detrás de las montañas, el cielo va cambiando de color, del azul intenso al rosa brillante, sobre todo cuando hay algunas nubes en el horizonte. Como es lógico el lugar más indicado para ver atardecer y amanecer es el Monte Sinaí, que está en medio de la península del Sinaí. Así que me fui para allá. La subida empieza en el monasterio de Santa Catalina, donde se encuentra la zarza que ardía sin consumirse, según cuenta la Biblia, bueno en realidad la que hay ahora es una descendiente de la original. El monasterio tiene una iglesia, ortodoxa, muy bonita. Lo malo es que como es un lugar venerado por Judíos, Cristianos y Musulmanes, está hasta arriba de gente. Por suerte para mí, yo llegué el sábado por la tarde, que es el día que hay menos gente porque el monasterio cierra el domingo. En la cima del monte Sinaí (donde Moisés recibió los 10 mandamientos), me dispuse a ver atardecer y a pasar la noche. Lo más bonito para mí fue como cambiaban de color las montañas según va dejando el sol de iluminarlas, van pasando del rosa al negro con la sombra. Seriamos unos 10-15 en la cima y cuando el sol se ocultó, la gente desapareció, se perdieron lo mejor pues fue muy bonito ver como desaparecía la luz y como todo el horizonte iba tomando un color rosáceo hasta que la luz desapareció. La noche fue muy larga, hasta el día anterior era verano, pero justo este día se levantó viento y empezó a hacer frío, había alquilado una manta en la cima y llevaba encima toda la ropa que había subido, la verdad es que pasé bastante frío, no podía moverme mucho para que no entrara aire y me dolía todo el cuerpo de estar inmóvil. Bueno todo se compensó con el amanecer, que fue como el atardecer pero al revés, la luz fue ganando poco a poco sitio a las sombras hasta que apareció el sol, las montañas se fueron iluminando poco a poco. Un bonito espectáculo. La salida de la zona del Sinaí es muy bonita, es una zona desértica y a la vez montañosa, de vez en cuando hay algún árbol y más de vez en cuando aún un oasis en el que hay muchísimas palmeras y vegetación.

Los dos últimos días los he pasado en El Cairo. El primero visité el museo Egipcio, yo ya sabía que era un caos de museo, igual que la ciudad. Creo de todas formas que precisamente ese caos lo hace único, es espectacular la cantidad de cosas que tienen allí, lo cual te da para pensar que si hay tantas cosas allí visitar el resto del país, con tanto sitios arqueológicos, debe ser una pasada. Bien es verdad que la civilización egipcia duró 3000 años, y claro da para mucho. Hay cosas preciosas, por supuesto las máscaras de oro, la de Tutankamon tiene 11kg de oro, pero también cosas más simples muy bonitas.

De visita obligada son las pirámides. Como me gusta andar y me parece la mejor manera de conocer la ciudad, decidí recorrer los últimos 9km hasta las pirámides a pie. Mucha gente se paraba a hablar conmigo y me indicaban el autobús que debía coger, los taxistas no se creen que quieras ir andando y te bajan el precio un montón. En la última parte, iba ensimismado en mis cosas cuando de repente giro la vista a la izquierda y allí está, …., la gran pirámide de Keops, me quedé sin aliento, sinceramente no me lo esperaba de lo despistado que iba. El sol estaba detrás de ella y se veía en sombra, casi como si fuera un espejismo o aparición. Entro dentro del recinto, todavía estupefacto por la pirámide y me acerco a ella, de cerca pierde un poco ya que le falta toda la capa exterior que era de mármol y que debía, junto con las otras pirámides, brillar como un faro cuando les diera el sol. Hay mucha gente, muchos son escolares egipcios, varios me piden permiso para hacerse una foto conmigo, parezco una estrella de hollywood. Un chavalin incluso me quiere dar una libra egipcia, dice que para que tenga un recuerdo suyo, también aprovechan para practicar inglés, lo de siempre, como te llamas, de donde eres…. La pirámide de Kefrén está justo detrás y conserva una parte de la capa de mármol que la cubría, eso permite imaginar como sería el lugar. Todo esto interrumpido cada 5 minutos por un camellero, o uno que tiene caballos, o burros, o vendedores de amuletos, o de bebidas, o guías que tratan de convencerte para que subas a los animales o les compres algo. Como estoy sólo, y además es carísima la entrada decido no entrar al interior de las pirámides, de todas formas hay una pequeñita de una reina a la que se puede entrar gratis y que te da una idea de como serán las demás. Para el tamaño que tiene la pirámide, la cámara es muy grande, te imaginas que será más pequeña, y es además perfectamente cuadrada. Hay varios puntos desde los que se tiene una buena perspectiva de todo el grupo de pirámides, te dicen que está lejos, pero se llega en 10′ caminando, desde allí se aprecian todas las pirámides. Estaba tan obnubilado con ellas, que casi me voy sin visitar la esfinge, durante dos horas que estuve allí ni me acordé de ella. Está en un terraplén y hay que entrar a través de un edificio, el lugar no es el mejor para verla, pero supongo que es así porque la están restaurando. Yo iba con la idea de que era pequeña, ya que todo el mundo dice que le decepciona, a mí me pasó todo lo contrario, me parece muy grande y fantástica, quizás parece más pequeña porque detrás está la gran pirámide de Keops, casi parece que se le va a caer encima. De verdad, la esfinge, me gustó muchísimo algo fantástico, está en una zona en la que había muchos templos para venerar al faraón sepultado en la gran pirámide y te permite imaginarte la impresión que se debía llevar la gente cuando venía a adorar al faraón.

Bueno ya estoy de vuelta en Madrid, unas breves vacaciones de apenas 7 días antes de irme al siguiente curro, a Méjico. Pero esa será otra historia.

Muchas gracias a todos, por estar al otro lado de esta línea de comunicación, acompañándome en este viaje.

That’s all folks! Besitos, salud, república y no más guerras por favor.
Ricardo (Your working boy)

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