24 de noviembre de 2005

De vuelta (Sikkim, Varanasi, Agra y algo más)

Muchos conocéis a Conchiki, ella me suele hacer unas pulseritas de hilo, de vivos colores. Estas, van viajando conmigo hasta que en algún lugar que yo considero significativo del viaje, me desprendo de ellas. El estrecho de Magallanes, los volcanes Damavand y Orizaba, el mar Rojo…, son algunos sitios donde han quedado estas pulseras. Este año la he depositado en el río Ganges, o la madre de los ríos, que es el más sagrado para la religión Hindú.

Antes de esto, desde Kathmandu (Nepal), me dirigí a la zona noreste de India, a la región de Sikkim. La ilusión era poder ver el Kanchendzunga, el tercer ochomil más alto con 8586m. Es una zona tibetana, por lo que pensaba que sería algo parecido a Ladakh, un desierto a mucha altura. Nada de eso, es una zona montañosa llena de vegetación y de flores. Hay muchas orquídeas y también la flor de pascua. Fui a su capital, Gongtok, pensando que no se vería bien la montaña. Luego la he visto desde más cerca, pero esta me ha parecido la vista más bonita. Desde casi toda la ciudad se puede ver la enorme pirámide que destaca sobre los demás picos, se ve perfectamente que mide 1000m más que los demás. Lo he visto dos días al atardecer y al amanecer (5 a.m.). Como la luz va cambiando su color, reflejando la nieve por la mañana o tomando un color violeta por las tardes. En la ciudad se está muy bien pues no hay muchos coches y por las noches cortan la calle principal al tráfico, la gente pasea por la carretera y los niños juegan por todos lados. Apenas si hay algún turista por aquí. Desde Pelling la vista al Kanchen es más cercana, pero a mi no me pareció tan bonita, se ve más desde abajo, con lo que parece más alta una montaña que hay al lado y que mide 1000m menos. Hay algún turista más, pero es muy tranquilo y acogedor.

En mis planes tenía pensado tardar un día hasta Varanasi, conociendo como son aquí los transportes pensé que tardaría dos días, al final fueron tres. Desde Siliguri en teoría son 12h hasta Patna y de allí 4 hasta Varanasi. Llegué a las 3 y saqué billete en autobús para las 5h30, a las 5h estoy en la estación y a las 5h25 me dice el empleado que por un problema el autobús no puede salir. El problema es que no hay suficientes viajeros. Me dice que no hay problema que tomo otro autobús, de otra compañía, que me lleva a otro sitio desde el cual puedo tomar otro autobús hasta Patna que tarda 3h. Es casi de noche y Siliguri es una ciudad horrorosa, casi me veo arrastrado a subirme en el autobús. En la última fila del autobús, donde van 6 personas y clavándome todo el viaje el reposa brazos que es de metal. Durante la noche el viaje es especialmente infernal, no hay carretera, es un pista llena de agujeros, creo que la velocidad media era 10km/h y además dando botes toda la noche. Las 12h se convirtieron en 18 y llegué a una ciudad de la cual no sabía ni el nombre. Solo hay una manera de llegar a Varanasi, en un tren que sale a las 5h30 de la mañana, de noche todavía. Saco el billete y como es en el momento no me pueden dar un asiento reservado, tengo que viajar en clase general. Todos hemos oído como van los trenes en India. Tengo suerte y como es la salida del tren hay sitio, consigo uno bueno junto a la ventana. Cada vez va subiendo más gente, para cada 20′ durante 30′, los soportes donde se ponen los equipajes están llenos de gente sentada. En cada parada suben al tren vendedores de te y de comida de muy diversos tipos, fui probando lo que me apetecía. A medio día se estropea la locomotora y tenemos que pasar 3h esperando a que venga otra, por suerte mi compañero de enfrente es un tipo encantador que me ha tomado bajo su protección, vigila que no me timen con
los precios de las cosas, me guarda el asiento cuando voy al servicio y me cuenta muchas cosas sobre India, me dice que si no llevara el pelo largo que tengo pinta de Hindú. (Como dice mi amigo Andrés “el chinde”, cuando te empiezan a confundir con un paisano es el momento de volverte). El tren ya está a tope, todo el suelo está ocupado por gente, en algunos sitios no se pueden sentar porque hay demasiados, las escaleras de las puertas están llenas. Creo que nadie paga billete pues por aquí no pasa el revisor. Tras un interminable número de paradas sin sentido en lugares desolados llegamos a Varanasi, ¡por fin!, de noche, ¡ya me voy acostumbrando!.

Le tenía miedo a esta ciudad, es la más sagrada de la India. Aquí es donde todo buen Hinduista quiere venir a morir y que sus cenizas sean arrojadas al Ganges. Eso los que tengan dinero y se puedan permitir una incineración, los que no lo tienen son arrojados directamente al río. También se arrojan todos los animales que mueren por allí. Y claro, también van a parar al río todos los desechos de la ciudad, más todo lo de las ciudades por donde pasa en su camino hasta aquí. Vamos que el río está muerto, no hay oxigeno en sus aguas con lo que ningún animal puede vivir en esta parte. Sin embargo, los peregrinos y ciudadanos están encantados de bañarse todos los días en sus aguas y ofrecer sus pujas (ofrendas). La parte más chula, junto a los Ghats (escaleras que llevan hasta el río y que se utilizan para bañarse), son callejuelas muy estrechitas en las que te puedes encontrar de todo, pero sobre todo vacas y sus cagarrutas, que tengo una especial habilidad para llevarme por delante, ¡que asco! a buscar un sitio para lavar el pie. Las salidas del sol son espectaculares, sobre todo vistas desde una barca navegando junto a la orilla. Los Ghats están llenos de gente dándose su baño matinal (6 a.m.) y los paseos por aquí son un auténtico lujo pues no hay vehículos y se ven cosas maravillosas. Lo malo es que andas siempre con el “no” en la boca, no quiero un masaje, no quiero hachís, no quiero un guía, no quiero un barco, no te doy dinero, no quiero hacer una ofrenda, no quiero dar clases de yoga, no quiero comprar nada, …. He tenido suerte pues aunque siempre se celebran muchos festivales he coincidido con el más importante en honor al río ganges. El día anterior han montado dos escenarios. Por la mañana hay mucha más gente bañándose y hacen ceremonias muy curiosas, hacen figuras humanas de barro junto al río a las que adornan con flores. También cantan junto al río. Un grupo de hombres vestidos de naranja con un palo cubierto de una tela naranja van de un Ghat a otro entonando cánticos seguidos por mucha gente. La fiesta es como todo en India, un caos. Los dos escenarios están llenos de gente y están cantando constantemente, a la vez, no dejan de sonar petardos que hacen un ruido ensordecedor y también fuegos artificiales tirados sin ton ni son. Desde la terraza de mi hotel es precioso ver todo lleno de velas depositadas en los Ghats y flotando en el río.

El Taj Mahal. Está en Agra, anterior capital de la India. La gente se queja de que es muy agobiante, a mi no me lo pareció. Es más en el Taj Gaj (barrio que crearon los trabajadores que hicieron el Taj Mahal) se puede andar por sus callejuelas sin que te den la brasa ni te traten de vender nada. La entrada es cara, 750 INR (unos 14 euros), pero a mi me mereció la pena. Basta decir que he tirado unas 120 fotos al lugar, desde todos los sitios. La muralla exterior es de arenisca roja, sin pretensiones, más bien funcional. El lugar donde se entra es una antesala al aire libre con jardines del tamaño de un campo de fútbol. En medio está la entrada principal a los jardines y al mausoleo (el Taj). Esta entrada interior es muy bonita, también de arenisca roja pero con losas de mármol blanco esculpidas con bonitos dibujos que son como una premonición de lo que dentro está. Desde la propia puerta, como enmarcado con las sombras, se ve el Taj Mahal. Me parece más bonito de lo que pensaba, el mármol brilla con la fuerte luz, la vista no se fija en nada más. Ya cruzada la puerta se observa el lugar un gran espacio abierto con jardines frente al Taj, son jardines persas que lo que hacen, con mucha sencillez, es resaltar aún más la belleza del mausoleo. A ambos lados de este hay dos edificios de arenisca con mármoles, el de la izquierda es una mezquita, el de la derecha está para guardar la simetría que reina en el lugar, pues por su orientación no puede ser usado como mezquita. En los jardines hay canales de agua que se dirigen hacia el Taj. Ya debajo de la plataforma que lo sostiene te sientes pequeño ante tanta majestuosidad. Todo el mármol está decorado con incrustaciones de piedras semipreciosas y representan motivos florales y citas del Corán. En el techo están las cúpulas que rodean a la central con forma de bulbo. En las cuatro esquinas de la gran plataforma hay minaretes usados como elemento decorativo y también de mármol. Las cuatro caras son idénticas (simétricas), el interior no está muy iluminado para mi, pero puedo apreciar que está igualmente decorado que el exterior. En el centro de la sala está la tumba de la mujer por la que fue construido este lugar. Es una falsa tumba, pues la real está sellada en el subterráneo del edificio. Ella era la segunda esposa del rey de la India y murió dando a luz, el rey estaba tan enamorado que mandó construir el edificio más bonito jamás realizado, empleó a 20000 obreros y a los mejores en sus oficios. Se tardaron 20 años en construirlo, en ese tiempo el rey estaba cada vez más triste, su hijo le destituyó del trono y prácticamente le confinó en un fuerte cercano, desde el cual podía ver el Taj Mahal. Es el monumento más bonito jamás construido por amor. A última hora de la tarde, cuando el sol va cambiando los colores del mármol, el lugar está invadido por visitantes, muchos extranjeros, la mayoría hindúes emocionados ante este lugar. El día siguiente fui a ver amanecer desde la parte de atrás, junto al río. La luna lo ilumina tenuemente y se refleja en el río. Poco a poco la luz va llegando y el Taj Mahal amanece esplendoroso. Hoy es viernes, día de descanso musulmán, está cerrado al público. La ciudad está más tranquila, muchas tiendas cerradas pues la mayoría de los turistas vienen desde Delhi en una excursión de un día. Visito un par de mausoleos más previos al Taj Mahal y que presentan algunas de sus características, como el empleo de mármol blanco. En el de Akbur el jardín está lleno de ciervos, la zona por donde se accede al mausoleo está elevada unos 2m del suelo para no poder acceder a los jardines. Los animales comen plácidamente, salvo un macho que está ocupado en defender su harén.

Un par de días he pasado en Pushkar, en Rajastán. A parte de la belleza de las gitanas y del entorno, lo mejor fue pasar unos días tranquilos encontrándome con un grupo de españoles y charlando de viajes y de proyectos. Los dos últimos días en Delhi no fueron tan terribles como esperaba pues coincidí con Juan y Dácil, amigos de Kathmandu, con los que todo es muy fácil y ameno. El momento crítico fue la llegada a Delhi, iba en un autobús litera comodísimo, con compartimentos cerrados. Llego a Pajarganj y dejó allí a todos los turistas, yo seguí hasta el final. Cuando me bajo, ¡no está mi mochila!. ¡Mierda!, me cago en todo, el que atiende el bus no recuerda que ha pasado (para cobrar las 10 Rupias por guardarla anduvo muy ligero). De no se donde, aparece un bicirickshaw, dice que la mochila está en Pajarganj. No acabo de creerlo, no sé muy bien que pasa, le digo al del autobús que se venga conmigo porque si la mochila no está no sé a quien reclamar. El camino se me hace eterno, pienso que no estará y empiezo a pensar que es lo que llevo en ella, todo es recuperable, salvo unos regalos que he comprado, bueno, tampoco es tan grave pues ya estoy en el final del viaje, pero da rabia. Aún no me lo puedo creer, está allí la han guardado, no se quien ni porque, en una oficina.

Ya estoy en casa, con el estomago lleno tras un buen atracón de cocido madrileño de mi mama.

Besitos para todos
Ricardito

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