Tenía muchas ganas de ir al parque nacional de Chitwan. Conocer el lugar en el que se desarrolla el “Libro de la Selva”, intentar ver rinocerontes, algún tigre si hay mucha suerte, comprobar si es igual esta selva a la amazónica. Pero lo que mas me ilusionaba era que aquí se puede dar una vuelta por la selva en elefante, lo he hecho y ha sido una pasada, no solo eso sino que encima tuve la oportunidad de bañarme con este enorme animal. Pensaba que serian más pequeños, no me puedo ni imaginar como serán los elefantes africanos que son aún más grandes. Mi recorrido por la selva empieza en canoa, bajando por el río que está junto a Sauraha. Se ven bastantes pájaros, entre ellos un águila que está majestuosamente posada sobre un tronco varado en el río. Un poco más abajo hay un cocodrilo tomando el sol en la orilla, no nos podemos acercar porque vamos en una canoa y esta especie es agresiva. Un poco más abajo hay otro cocodrilo, esta vez de los que tienen la mandíbula estrecha (aligator), este no es peligroso y pasamos muy cerca, tiene la mandíbula abierta y se ven perfectamente sus dientes afilados, nadie dice nada. La vuelta la hacemos caminando por la selva, entre vegetación e insectos. Es muy distinta de la sudamericana que yo conozco, hay mucha vegetación pero diferente, no hay tantos árboles lo que permite una mejor visibilidad, aquí es más fácil orientarte. Hay zonas en las que no hay ningún árbol y lo que crece son pastos muy altos. También hay monos y muchos insectos, aunque no tantos como en el amazonas. No se ven tantas hormigas, aunque hemos visto muchos termiteros que salen amenazantes de la tierra. No hemos visto ninguno de los grandes animales de la selva, pero casi al final nuestro guía, Prakash, se detiene mirando el suelo. Hay una huella de tigre, solo ver esa marca en la arena es impresionante, debe ser un animal muy grande. Al otro lado del río, la gente se está bañando con unos elefantes, tras cruzar, me pregunta Prakash que si quiero bañarme con él. No cabía dentro de mi cuerpo de ganas, fuera la ropa y al agua. El enorme animal está tumbado para que te puedas subir en su lomo, encima está su cuidador que le ordena algo, el elefante coge agua con la trompa y nos la hecha encima, a modo de ducha. Casi no me puedo creer que estoy encima, su piel es mucho más suave de lo que pueda parecer, quizás porque está mojada. Otra orden y el elefante se levanta, el juego consiste en tirar a los que estamos subidos en su lomo, se inclina hacia un lado hasta que nos tira al agua. Visto así parece un abuso del animal, pero mientras observaba el juego desde la orilla, a mi me dio la impresión de que el que mejor se lo pasaba era el animal. Debe ser de alto, como dos veces yo y todo en el es enorme, empezando por las uñas de los pies y acabando por el pelo de su cabeza, que parecen cables de la luz negros.
Por la tarde viene el paseo en elefante, lo normal es ir cuatro en una especie de plataforma. Los elefantes están esperando a sus viajeros, cruzan sus piernas como si fueran señoritas sentadas en una silla, te puedes acercar y tocarles la trompa, venciendo primero el susto ante tamaño bicho. Nuestro conductor tiene hambre y está comiendo unas galletas, le dice algo al elefante que levanta la trompa para recibir la galleta que le da. Parece haber muy buen entendimiento entre ambos, el entrenamiento de este animal dura varios años. Cuando se le cae al suelo el palo que usa para dirigirle, le da una orden y el animal lo recoge y se lo entrega, o también le ordena que derribe un árbol para que el camino sea más fácil. Más de 3000 Kg. de animal empujando contra un árbol que cae sin remisión. Muy pronto vemos un rinoceronte, aquí está el de un solo cuerno. Es un animal peligroso pues cuando se pone furioso arremete contra lo que sea, 2000 Kg. enfurecidos puede ser un mal trago. Si embargo, verlo desde un elefante es muy seguro pues el animal ni se inmuta, nos hemos acercado a menos de 5 metros. Después de recorrer más selva y de cruzar algún río, con cocodrilos, en nuestro camino hay un jabalí que se larga cuando se cansa de nosotros. Entre la vegetación han podido ver un ciervo, yo solo vi algo moverse. También un pavo real que se largo volando cuando se cansó de nosotros. Es la primera vez que veo a este animal volar, ha sido una sorpresa, pues estas acostumbrado a verlos en los parques andando únicamente. El atardecer es preciosos con las montañas de color rosáceo sobre el horizonte, los Annapurnas, Machhapuchhre, Manaslu…, vistos a lo lejos. El trayecto han sido 2h30, y hemos acabado con el culo destrozado pues la última parte ha sido por carretera y el animal iba muy deprisa. Que pequeñita se ve a la gente desde aquí arriba!
Como sabía que me sabría a poco, he contratado dos días dentro de la selva, andando. Voy con Prakash y con Ram, dos guías son necesarios para poder entrar en la selva. Llevan dos palos por lo que pueda pasar, te preguntas si será suficiente y te vas tranquilizando conforme ves la gran experiencia que tienen y lo desarrollados que tienen los sentidos de la vista y el oído. Ha sido una pasada andar por estos caminos, hemos visto un cocodrilo tomando el sol en un tronco a menos de 5m. También varios rinocerontes, unos con prismáticos y otro desde muy cerca. También muchos pájaros y varios monos saltando sobre las ramas de los árboles. También varios ciervos, uno igualito a Bambi. Y la parte de atrás de un oso negro, no pude ver más porque en ese momento había un grupo de gente con nosotros que empezaron a moverse y el oso se largó. Bueno, ellos han debido ver el doble de cosas, pero se han portado fenomenal ayudándome a ver lo más posible. Tigres no hemos visto, pero si un montón de huellas y marcas de territorio que impresionan por su tamaño.
En Kathmandu he pasado 7 días recorriendo el valle y la ciudad. La mayoría de ellos los he compartido con un grupo de paisanos, Oscar y Javi (montateros) y con Dácil y Juan. Esto es muy bonito e interesante, pero lo mejor, lo mejor, sin duda ha sido el SnowMan Café (Café hombre de las nieves), donde nos hemos encontrado casi cada día para desayunar unas tartas fabulosas. Esto esta en la zona de Freak Street donde yo he estado alojado, los demás se han recorrido la ciudad, desde Thamel, cada día para venir a desayunar aquí. Lo primero que visité fue el centro de la ciudad, Durbar Square. Es la zona céntrica y está declarada patrimonio de la humanidad, aunque no por ello dejan de pasar coches y motos. Se trata de varios templos hinduistas y palacios reales. La mayoría son de los siglos XIV al XVII y algunos han sido restaurados después de un terremoto que asolo la ciudad a principios del S XX. Se trata de edificios con varios pisos pero con tejados en todos los pisos, es decir, como si fueran casas encima de las casas de abajo, la más grande es la de abajo y suelen ser entre 3 y 5 plantas. Todas son cuadradas y muy bonitas. Las paredes son de ladrillo, algunas encaladas, mientras que los tejadillos están sujetos por maderas. El conjunto suele ser muy bonito, pero lo mejor son los detalles, pues la mayoría de las maderas que lo componen suelen estar labradas con muy diversos motivos, eróticos, reales, torturas, dioses…, todo ello rodeado de un montón de vendedores de las cosas más diversas, frutas, verduras, pomelos como melones, telas, zapatillas… También hice varios recorridos por barrios cercanos al centro donde discurre ls vida de la ciudad y en los que te puedes encontrar todo tipo de artesanos, niños jugando, mujeres hablando o secando arroz, y donde apenas si se ve algún turista.
El templo de los monos (Swayanbhutinath) que se encuentra en una colina al oeste de la ciudad es uno de los emblemas de Kathmandu, pues en la Stupa principal están dibujados los ojos de Buda, también el número uno en Nepalí que parece la nariz y el tercer ojo budista entre las cejas. También hay mezclados con los budistas templos hindúes, parece que aquí las religiones están un poco mezcladas y que conviven en perfecta armonía. Todo ello con un montón de monos que se dedican a coger cualquier tipo de ofrenda que dejen los peregrinos en forma de comita, o a quitársela de las manos si no andan espabilados.
A Bhaktapur fuimos todos juntos. Sin duda es el lugar más bonito del valle, no solo por sus templos que son similares en todos los pueblos, sino por el ambiente de la ciudad. No parece contaminada por la vida occidental y por dentro apenas se ven vehículos. Lo que si hay son montones de arroz puestos a secar en cualquier plaza o gente trabajando en diversas labores. Además sus calles son muy estrechas y es una gozada recorrerlas y perderse por ellas. Los templos además son muy bonitos y muy grandes, la mayoría tiene grandes figuras en las escaleras que dan acceso a ellos. Estas figuras suelen ser, soldados en la parte baja,, elefantes, y leones según se va subiendo. Esto simboliza distintos niveles de protección para el templo. Los leones son los que están siempre en cualquier templo, suelen ser un macho y una hembra, son de piedra y están encadenados al lugar. Aquí comimos un lassi (yogur bebible) que nos ha ido sentando mal a todos, siendo Dácil la más perjudicada. Por la tarde subimos a Nagarkot para pasar allí la noche y ver el amanecer con la cordillera del Langtang frente a nosotros. El viaje hasta aquí en un autobús local fue lento y apretado, no entraba nadie más allí, y Oscar y Javi tuvieron que ir agachados casi todo el tiempo pues la altura del techo no les daba para estirarse completamente. El amanecer fue bonito y pudimos ver la parte de arriba de la cordillera y muchos picos, quizás algún ochomil como el Manaslu y el Annapurna, pero difuminados por la niebla. Tuvimos, de todas formas, suerte pues ni en días anteriores ni posteriores se ha podido ver nada.
Tras un día en la cama con algo de diarrea me fui a Patan. Otro pueblo en el valle que tiene templos bastante similares a los de Bhaktapur y muy bonitos, pero con un entorno no tan interesante. También he visitado Pashaputinak (o algo así) donde los hinduistas realizan sus cremaciones, el lugar es bonito con mucha gente y cúpulas de templetes por todos lados. En el templo principal no se puede entrar, salvo hinduistas, pero si se pueden ver los ghats donde se realizan las cremaciones. He visto el proceso hasta que prenden fuego y es duro, apilan maderos y llevan el cadáver, envuelto en una tela, hasta allí, dan tres vueltas sobre el pilar con el cuerpo antes de ponerlo sobre la madera, luego hacen varios ritos antes de encender unos maderos con los que nuevamente dan tres vueltas antes de prender la pira, aquí ya tenía el estomago del revés y decidí dejarlo. Siempre hay algo bonito en un lugar tan terrible, pues un poco más arriba un corrillo de gente en torno a un Shadur estaba cantando con un acordeón y un tambor, una música suave y preciosa que llenaba todo el lugar y sosegaba el alma.
La Stupa de Boudanath es la más grande de
Nepal y está lleno de peregrinos tibetanos que llevan las ropas típicas
de su país y que son bastante diferentes a los nepalíes. Aunque no
tienes una buena perspectiva, porque está encerrada entre edificios, es
enorme y se tarda un buen rato en recorrerla por el exterior. Hay un
lugar con muchas velas donde está dibujado un plano con los lugares de
peregrinación más importantes que sin duda ayudarían a los peregrinos
antiguos a saber donde ir. El lugar está lleno de banderas de oración y
de tiendas de música con el “Om mani padme um” (principal mantra
budista) de fondo.
El comercio turístico, quizás, a sido la única nota desagradable en
estos días. Los vendedores son un poco pesados y están ofreciéndote
continuamente de todo, bálsamo de tigre, hachis, marihuana, objetos
religiosos, pañuelos, figuritas, se ofrecen como guías… Hay que
entender que está siendo un año muy malo para ellos, pues ha disminuido
muchísimo el turismo este año y por lo tanto tienen menos clientes. Con
el dinero que puedan sacar durante estos meses de verano, ellos deben
vivir el resto del año, no tiene que ser fácil para ellos, pero cansa
estar todo el día diciendo que no quieres comprar lo que te ofrecen.
Hoy salgo para la India, voy a la zona este a Sikkim. Desde aquí la idea es ir a Venares, luego Agra y luego Puskash en el Rajastan. Ya os contaré.
Salud, república y rock’n'roll
Ricardito (your working boy)
Eso digo yo, salud, república y rock’n’roll… o en su defecto el funky también mola.
ResponderEliminarQue guapo recordar los días que pasamos juntos en el valle de Kathmandu, en ese SnowMan. Ahora además, cada vez que veo a mi sobri Ganesh, recuerdo que tengo que volver. Estaría bien compartir de nuevo. No me importaría que fuera hoy o dentro de diez años. Siempre habrá montañas sin carreteras… o sino tendremos que entrenar a demolerlas.
¡Un beso gigante Richal!
Presi — 7 March 2008