El Puro (Riglos)

Estoy pasando unos días en Huesca con mis amigos Pilar, Agus, Javi y Hero (perro guía de Pilar). Como hoy hacía bastante malo en pirineos, hemos decidido intentar subir a El Puro en Riglos. Una escalada clásica y emblemática.

Un poco después de las 9h ya estamos en la pared, Agus me pregunta si quiero subir por la “directa” o por la vía clásica. Mi respuesta es clara, por la más fácil. Vamos por la clásica, los primeros largos son fáciles e incluyen varias travesías. Aunque hace un buen día, la sensación es rara, la roca está fría, poco a poco las manos van entrando en calor.

No estoy muy seguro de poder hacerlo, por lo que voy con la idea de subir hasta donde pueda. En el tercer largo ya estamos en la vertical, Agus me explica que hay que usar mucho los pies, llevarlos abiertos y buscar apoyos para ellos, que hay muchos. Cada vez me encuentro más cómodo, voy usando más los pies y es verdad, se sube mucho más descansado y fácil. Un poco más arriba está la cueva de la Virgen, es un lugar sombrío donde la roca extraploma, hay algo vegetación que increíblemente sale de las paredes. Agus me lo deja claro, no intentes nada, agarrate a las cintas y para arriba que queda mucha escalada. Empiezo a sentir los brazos cansados, pero pasamos sin problemas. Voy pensando, ojalá esto sea lo más difícil y pueda seguir subiendo.

Tras tres largos más por una chimenea sin demasiada dificultad, llegamos al collado, el lugar donde sale el Puro propiamente dicho o torreón final. Hasta ahora hemos ido protegidos del viento y se estaba muy bien, pero aquí sopla bastante el aire, en la espera Agus se queda frío. Le digo que si tenemos frio que nos bajamos, me mira y me dice “habiendo llegado hasta aquí???, no nos bajamos sin intentar llegar arriba”.

En teoría este largo es el más difícil psicológicamente pues sales fuera de la protección de la pared, te encuentras colgado en el aire a más de 200m del suelo. Abajo se ven los coches y casas del pueblo muy pequeñitos. El primer largo lo hago bastante bien, voy desgastando cada vez más mis brazos. El segundo tiene el paso más duro de toda la escalada una zona algo extraplomada, Agus pone dos cintas y un estribo para que me ayude de él al subir. Lo paso como puedo, con más pena que gloria, los brazos ya no me responden, si hubiera podido me hubiera agarrado con los dientes.

Un largo más, cuando me estoy acercando a Agus, me dice “venga, que ya llegas a la cima”, casi no me lo puedo creer, iba tan concentrado en subir que no pensaba en que estábamos llegando. La cima es pequeña, unos cuatro metros cuadrados, hay que tener cuidado para no caerse.

Pero el lugar es maravilloso, después de un abrazo con Agus que me dice que las montañas se consiguen cuando se llega abajo, miro a mi alrededor, el pueblo de Riglos, el Firé y toda la comarca a nuestros pies.

Esperamos un poco a que salga el sol para hacer una foto a nuestras sombras, un trago de agua y a bajar.

Tenemos, creo, cinco rápeles, nos hemos quedado un poco fríos con el aire que soplaba del otro lado. En el penúltimo rápel, Agus tiene un pequeño problema, hace tanto aire que las cuerdas por debajo de él trazan una línea horizontal volando libremente. Por fin, el último rápel y ya estamos en tierra firme, ahora sí, este abrazo ya si es por haberlo conseguido.

Muchas gracias Agus. Y también a ti Pilar, por animarme a hacerlo, tu también has estado en la cima con nosotros.