Con Agus Abarca, Jorge y Juanma
La
verdad es que no sabía muy bien a donde iba. Solo una ligera idea,
Alpes suizos, zona del Oberland, a hacer una clásica con esquís de
travesía. Estoy un poco preocupado porque se que estos esquían muy
bien, están acostumbrados a hacer muchas cosas por pirineos, y yo no he
hecho nunca algo de tantos días y con, quizás, algo de nivel técnico.
En Huesca, de donde son mis compañeros, revisamos el material y nos
ponemos en marcha. Vamos en una furgoneta los cuatro, serán casi trece
horas de viaje hasta llegar a Grindelwald, cerca de Interlaken. Estoy
expectante, pues aquí está el Eiger, una montaña mítica de los Alpes
con una cara norte que quita el hipo. Miramos los horarios de los
trenes para mañana y vamos a dar una vuelta, descubrimos un garito en
la parte alta del pueblo con unas vistas espectaculares, nos tomamos
unas cervecitas viendo como los últimos rayos del sol van iluminando el
Eiger.
El
tren que sube hasta Jungfraujoch, es el más alto de Europa y, lo más
impactante, pasa por dentro del Eiger. Se construyó a principios del
siglo XX y es una obra de ingeniería increíble ya que el tren da la
vuelta dentro de la montaña. En algunos puntos hay varias ventanas que
dan a la cara norte del Eiger, el tren para cinco minutos para que nos
bajemos a observarlo. Hace un buen día y las vistas nos dejan
impactados. Estamos en la salida del tren, sobre la nieve a más de
3.500m de altura. A poco menos de una hora está el refugio del
Monchjoch, dejamos algunas cosas y volvemos sobre nuestros pasos para
intentar subir al Monch (4.107m). Vamos sin esquís ya que la subida va
por una arista de roca y hielo. Con bastante esfuerzo hemos llegado
hasta la arista final, una línea muy delgada suspendida del aire con un
patio tremendo a ambos lados.
El día ha empeorado hay bastantes nubes, me cuesta ver bien por donde
tengo que andar, se distingue mal la niebla de la nieve, Agus me va
indicando hacia donde tengo que ir. No estamos aclimatados, la subida a
sido demasiado rápida, voy bostezando todo el rato y me cuesta llevar
un buen ritmo. Decidimos que lo mejor es darnos la vuelta, no arriesgar
a subir sin estar bien, nos quedaban apenas cinco minutos y
prácticamente nada de desnivel. Todos llegamos tocados al refugio, con
dolor de cabeza o medio desmayados, la altura no perdona.
No
hemos dormido gran cosa, como era de esperar. Hoy tenemos el día más
incierto, ya que tenemos que pasar el collado del Fieschersattel de
3.923m y bajar hasta el refugio del Finsteraarhorn por un glaciar en el
que parece que hay bastantes grietas. El día amanece muy nublado, pero
con buena visibilidad. Lo primero que tenemos es una bajada con muy
buena nieve, vamos disfrutando mucho hasta una zona ya más llana en la
que a los que no llevamos del todo bien encerados los esquís nos toca
remar un rato. Estamos en la base del collado al que queremos subir,
hay bastante gente, por lo que tendremos huella hasta arriba.
La pendiente cada vez es más fuerte, en la última pala hay un momento
de vacilación pues hay mucha nieve y muy fuerte pendiente, un grupo
sube con las tablas mientras otros se están poniendo los crampones y
suben con las tablas en la mochila. Los de las tablas no han llegado
mucho más allá y tienen que ponerse los crampones también. En el
collado tenemos la niebla encima, a apenas media hora está la cima del
Fiescherhorn, de poco más de cuatro mil metros. Como no se ve nada
decidimos no subir, aunque alguna gente si lo está haciendo. El resto,
estamos esperando a que alguien se lance hacia abajo para seguirles.
Como nadie parece moverse, nos lanzamos siguiendo la huella de una
pareja de franceses que han bajado antes. La lástima ha sido que el día
no a acabado de abrir, porque el recorrido ha sido fantástico, bajando
un glaciar con muchísimas grietas que hemos tenido que ir dejando a
ambos lados, o ir pasando por puentes de nieve.
No estoy acostumbrado a recorridos tan largos, ni a esquiar con una
mochila tan pesada, les tengo que ir diciendo que paren de vez en
cuando porque no siento las piernas, o para levantarme de alguna que
otra caída sin mayores consecuencias. Como la visibilidad no es buena,
a veces me encuentro con subidas o bajadas que no espero. Las
pendientes se van sucediendo, desde las más suaves a algunas muy
fuertes y con nieve más dura que nos hacen ir con más cuidado. La
última parte es mucho más suave y con un pequeño esfuerzo remando con
los bastones, llegamos a la base donde se encuentra el refugio del
Finsteraar. Nos restan apenas cinco minutos de subida con los esquís
hasta el refugio que se encuentra en un espolón de roca con unas
magníficas vistas.
Vamos cogiendo la rutina de los refugios que consistirá en comer algo bebiendo una cervecita y esperar a que llegue la hora de la cena que será entre las seis y las siete. Lo de las cervezas es por un tema exclusivo de hidratación ya que como estamos por encima de los glaciares no hay agua por ningún lado. En algunos refugios, apenas si hay un bidón para lavarse los dientes y poco más, en otros ni eso. La botella de agua mineral de un litro y medio cuesta unos nueve euros y una cerveza de medio litro seis. La media pensión nos viene a costar unos cuarenta euros por persona, con desayuno, cena y un litro de te que nos dan por la mañana. Apenas si nos lavaremos en los días que estemos aquí, además habrá que reutilizar camisetas y calcetines durante varios días. Pasamos los ratos hasta la cena leyendo algo, durmiendo la siesta o en las terrazas cuando el tiempo acompaña. En este refugio tendremos suerte pues hay algunas cosas en castellano, entre ellas un tebeo de Mortadelo y Filemón.
Hemos
pasado parte de la tarde en la plataforma del helicóptero, así
abastecen los refugios, hace sol y aunque hay que abrigarse, se está
muy bien contemplando los glaciares a nuestros pies y el Finsteraarhorn
por encima de nuestras cabezas, detrás del refugio. Este pico es
nuestro objetivo para el día siguiente, salimos a las siete y poco de
la mañana, como todos los días.
Desde donde están los esquís empezamos a subir directamente, llevamos
puestas las cuchillas pues la nieve está bastante dura y la inclinación
es elevada. Tenemos por delante unos 1.200m de desnivel, que luego
serán de bajada. No hace demasiado frío, la subida además hace que
vayamos calentitos. Hay gente subiendo delante, por lo que la huella es
clara. Más o menos a mitad de subida tenemos que salvar un espolón para
lo cual tenemos que quitarnos las tablas y llevarlas a cuestas durante
unos pocos metros.
Al otro lado está la última pala hasta el collado del Hugisattel
(4.094m), la pendiente es todavía más fuerte, yo creo que de un 60%.
Está despejado y el sol está dando en la parte alta, tenemos que
sortear una grieta enorme por la que parece ser que ayer calló un
francés sin más consecuencias que un pequeño susto, por lo visto subió
por sus propios medios con unos crampones y un piolet. Cuando llegamos
al collado, el tiempo está cambiando de nuevo, hay muchas nubes, la
niebla tapa la arista que lleva hasta la cima. Decidimos aprovechar la
visibilidad que tenemos para hacer la bajada con más seguridad. Nos
lanzamos hacia abajo, la nieve está bien, pero la pendiente es muy, muy
fuerte. Vamos con cuidado para sortear la grieta en la bajada. Para
pasar el espolón nuevamente, nos ponemos los crampones y llevamos los
esquís en la mochila. La última pala hasta el refugio es la que más me
cuesta a mi, hay mucha niebla y la nieve está muy dura, le voy pidiendo
a Agus que pare de vez en cuando pues no me aguantan las piernas. El
refugio se ha llenado, ya no se está tan bien como ayer. Hay demasiada
gente y además muy ruidosa, parece que nos han robado algo de la
tranquilidad que teníamos ayer. Salvo por esto, este refugio nos ha
gustado mucho, las literas son individuales, es muy moderno, todo de
madera, y está muy limpio, las cenas están muy bien. Además el tiempo
ha empeorado y no se puede estar mucho rato en la calle.
Hoy toca trasladarnos al Konkordiahutte (refugio de Konkordia). Antes
nos dirigimos al Wyssnollen un pico de 3.595m completamente esquiable
hasta la cima. Como ya estamos muy aclimatados, subimos sin ningún
problema de altura, salvo un poco de cansancio que se va acumulando
poco a poco sobre las piernas. Después de la fuerte pendiente de ayer,
por esta mucho más suave, subimos muy a gusto. El día a amanecido
nublado pero bien, de vez en cuando va saliendo el sol entre las nubes
iluminando trozos de glaciares a nuestros pies. La bajada se me
atraganta un poco al principio, pues la nieve es costra, me cuesta
coger el ritmo, aunque voy notando que según pasan los días me
encuentro mejor, con más confianza. Hemos vuelto por donde hemos subido
hasta el glaciar, una vez allí nos ponemos las pieles de foca para
subir hasta un colladito que está debajo del pico al que acabamos de
subir. La subida es corta, la hacemos con muchas ganas.
Desde el collado bajamos por el glaciar hasta Konkordia. Una bajada
magnífica, vamos disfrutando como niños, la ruta es muy fácil y la
nieve está muy bien. Estamos al pie del espolón donde se encuentra el
refugio, entre la niebla se ve la fila de escaleras que conducen hasta
él. El refugio se construyó a la altura del glaciar hace casi cien
años, en la actualidad el glaciar ha ido bajando y se encuentra a más
de cien metros de desnivel.
Para subir han ido construyendo una escalera metálica colgada del
espolón y enganchada a la roca, en algunos puntos corta la respiración
mirar hacia abajo y ver el glaciar tan lejos. Aún más sorprendente es
saber que el glaciar en esta zona tiene una profundidad de ochocientos
metros, tratas de imaginarte como puede ser eso y no puedes.
Konkordiaplatz es la unión de cuatro valles, como puntos cardinales,
tres de los valles traen glaciares de las partes altas, se juntan en
esta encrucijada y bajan por el cuarto de los valles.
La encrucijada donde se juntan es una explanada que parece muy grande. Sólo nos damos cuenta del tamaño real cuando vemos a un grupo de puntitos negros a lo lejos que vienen bajando por el glaciar, un rato más tarde parecen no haberse movido, si lo han hecho lo que pasa es que las distancias son enormes. Debe medir unos cuatro kilómetros cuadrados, que se dice pronto. Esta ha sido la mejor tarde de todas, el sol ha estado presente todo el tiempo, nos ha permitido disfrutar de lo lindo en la terraza del refugio. Además hemos tenido el espectáculo añadido de observar como el helicóptero ha abastecido el refugio. Eso nos ha ayudado a imaginar, más aún, las distancias reales pues encima de nosotros el aparato es enorme, pero cuando se ha largado volando, ha tardado un buen rato en abandonar la explanada y se le veía muy pequeño entre tanto glaciar. Para mi ha sido uno de los lugares más bonitos que he visto en mi vida, no podía apartarme de la terraza y dejar de mirar para todos lados. Enfrente de nosotros está el Aletschorn una mole de 4.193m con una arista interminable que parece subir hasta el cielo desde el glaciar. De vez en cuando se oye algún alud que cae por alguna de sus palas.
El de hoy será el día más duro de toda la
travesía, no tanto físicamente como mental y climatológicamente. El
tiempo parece haberse puesto de acuerdo para fastidiarnos, está cerrado
cuando preferimos que esté abierto y un sol de justicia cuando nos
hubiera venido mejor un cielo encapotado. Bajamos, con mucho cuidado,
las peligrosas escaleras que llevan hasta Konkordiaplatz, nos ponemos
los esquís para cruzar la encrucijada en diagonal hasta el otro
extremo. Desde arriba parece que es un ratito, pero cuando empiezas a
andar te das cuenta de que te llevará un buen rato. Por unas fuertes
pendientes nos dirigimos al Grosser Aletchsfirn, creo, apenas si se
distingue alguna huella de los que subieron ayer, pero la ruta es
clara.
Está algo nublado, cuando llegamos al collado final, muy cerca de la
cima, está completamente nublado por lo que desistimos de ir más allá.
En la subida, mis compañeros, han visto una pareja de perdices nival,
¡hay vida!, ha exclamado Jorge. Hasta ahora sólo habíamos visto unos
pájaros negros que están alrededor de los refugios. La bajada es fuerte
y la nieve está algo dura, me siento muy a gusto en este tipo de nieve.
La parte final ya no será tan fácil, una nieve primavera con unas
pendientes muy, muy fuertes nos hacen bajar con cuidado hasta
Konkordiaplatz. Nos hubiera venido bien el sol que sale ahora en la
bajada.
Tras poner las focas en los esquís encaramos el glaciar hasta el
collado donde está el refugio de Hollandia, lo vemos allá a lo lejos,
el GPS nos dice que tenemos seis kilómetros por delante. Nos vamos
acordando de las expediciones en el polo sur, cuando caminan kilómetros
y kilómetros hacia delante sin ninguna referencia más que el cansancio
en sus piernas.
Por suerte para nosotros tenemos las referencias de las montañas que
están a ambos lados del valle glaciar que estamos subiendo. Gracias a
eso vemos que vamos avanzando, porque el collado al que debemos llegar,
parece no acercarse nunca. El sol aprieta muy fuerte, además con tanta
nieve nos da dos veces desde arriba y desde abajo con el reflejo de
este en la nieve. Quizás vayamos algo deshidratados, el caso es que
llegamos todos bastante tocados hasta el collado y con ampollas por
andar tanto tiempo con las tablas por una zona con muy poca pendiente.
Un último esfuerzo nos conduce hasta el refugio, nada más llegar las
nubes se abalanzan sobre los valles y apenas si se ve nada. En el
refugio somos muy pocos, el más tranquilo de los que hemos estado.
Ahora mismo, no queremos ni oír hablar de subir mañana al Abeni Flüe.
Un descanso reparador y un bonito día nos animan a subir al Abeni Flüe
(3.962m). La primera parte es muy empinada y pasamos entre grietas que
se destacan aún más con el cielo azul del amanecer.
Luego nos toca un largo trecho por un plató con muy poca pendiente, a
lo lejos vemos nuestro objetivo. Tenemos un grupo por delante que va
abriendo huella. Cuando estamos a punto de llegar al final del plató un
fuerte viento empieza a soplar, parece increíble pero va cubriendo la
huella de los que van delante a apenas cinco minutos de nosotros. Por
primera vez tenemos que ponernos las chupas de Gore, que nos protegen
del aire cada vez más fuerte según subimos. La nieve tiene una pinta
espectacular, estamos deseando empezar a bajar. Arriba en la cima se
está bastante mejor de lo que pensábamos, además las vistas son para
cortar la respiración.
Detrás de nosotros tenemos el Jungfrau y el Monch, el pico al que
intentamos subir el primer día, más allá están todos los que hemos ido
viendo estos días, el Finsteraarhorn, el Aletschorn, …., y más lejos
podemos distinguir el Mont Blanc, el Cervino, el Monte Rosa y muchos
más que sobresalen por encima de las nubes. ¡Que manera de disfrutar en
la bajada!, la nieve polvo hace que parezca que sabemos esquiar bien y
todo. Por desgracia se acaba al llegar al plató, donde nos toca bajar
lo más rápido que podamos para no tener que remar.
Justo antes de llegar de nuevo al refugio de Hollandia, estamos a la
altura de las nubes, la visibilidad es mala y la nieve está muy dura,
bajamos con mucho cuidado. Una vez recogidas las cosas que hemos dejado
en el refugio los lanzamos a acabar nuestro periplo por el valle de
Blatter, un desnivel total desde el pico que hemos subido de más de dos
mil metros de bajada. La primera parte se nos hace difícil entre la
niebla. Para no tener problemas con las grietas vamos muchos ratos
bajando en cuña, sin ningún complejo. Pasamos cerca de algunas en las
que nos entretenemos para hacernos alguna foto.
Poco a poco vamos dejando las nubes encima, la visibilidad mejora y
parece haber menos grietas. El fondo del valle cada vez está más cerca,
ya vemos algún que otro torrente de agua y árboles que llevábamos días
sin ver. Una sensación extraña nos invade al quitarnos los esquís y
pisar la carretera, después de seis días entre nieve, hielo y rocas.
peaso de mariquita, menuda envidia que nos das a karen y a mi, eso si no te eches para atras que te caes a la grieta, diodenarrrr. Espero verte pronto y que nos comentes como esta la zona para este verano.
ResponderEliminarRicardito mi unico comentario es que me das una envidia sana, por esa travesia tan bonita, ya que yo estuve en parte de esa travesia cuando fuimos al Monch.
ResponderEliminarUn saludo Roman
Que envidia y que bonito,escribes muy bien ya solo te falta hablar como un comentarista,bueno cuando vayas a hacer algun barranco avisame vale que te ganas de hacerlo,un abrazo
ResponderEliminarQue currante que eres. Has resumido estupendamente la travesía. Los videos, no se porqué pero no he podido verlos. Un saludo y buen viaje al moro.
ResponderEliminarImagino que a partir de ahora, ya no querrás ver hielo ni en el cubata. La verdad, es im-presionante.
ResponderEliminarDesde luego, tu jefe te manda a cada sitio que ya, ya… Sigue así campeón
Sin comentarios….. Mamonaaaaaazo.
ResponderEliminareste verano queremos ir tomás, javi y yo para aquella zona, ya nos contarás que tal está todo aquello y a qué precios.
ResponderEliminarun abrazo JACINTO
Vemos que no paras, un saludo desde barna, espero que nos veamos pronto
ResponderEliminarQue bocanada de aire fresco ver estas fotografía. Gracias por introducirlas y mostrárnoslas porque nos recuerdas que la montaña es algo importante para todos y que no debemos olvidarlo.
ResponderEliminarHola Ricardo. No has perdido el tiempo. Se nota que esto de la informática lo llevas en las venas. Estupendo el relato de la travesía. Los vídeos muy buenos. El resto de la página lo iré mirando con más tiempo. Que los pases bien por moroco. Nos vemos.
ResponderEliminarRicardo para tu manera de viajar no basta querer hay que saber el camino “encontrar el amor”. Si la vida es sabia y no amorosa es sólo ruido. Tu tienes un corazón grande que comprende y que se entrega, eso es amor. Tienes la elegancia de un corazón alegre y delicado, es un don, eso eres tu. Sigue siendo el viajero del amor, porque el amor no muere nunca.
ResponderEliminarEs una pasada de travesía, estais de locos a muy locos, que chulada. Me encantaría poder verlo alguna vez en persona, pero como creo que eso no va a poder ser nunca, muchas gracias por enseñarnoslo y por dejarnos disfrutar contigo de todo esto. Y…..... seguro que no necesitaste en toda la travesía el set de manicura, fijoooo???????
ResponderEliminarEres un monstruo.Yo cuando sea mayor quiero ser como tú
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