Así salen a veces las cosas, sin pensarlas. Íbamos a pasar el fin de semana en Santa Eulalia, en casa de Pilar y Agus. Oscar se viene con nosotros, hasta aquí normal, que si podemos andar algo, que si lo importante es vernos y bla, bla, bla. De repente me llama Moisés, que también va a ir, y me pregunta que queremos hacer, pues cualquier cosa, nos da igual. Y va el tío y me dice que por que no hacemos un barranco, que estaría bien llevar a Oscar a uno, que Agus es la persona ideal para ello. Con más dudas que certidumbres, le pregunto a Oscar que si le apetece hacer un barranco. Y va el tío y me dice ¡vale, pero yo no salto desde ningún lado…!
Me he pasado varios días metiéndome con él, que si le voy a obligar a saltar, que si le voy a empujar…, aunque la verdad es que ni me lo planteo. Ya me parece alucinante que haga un barranco, como para encima que salte. Por aquello de seguir con la broma, le empiezo a llamar “clavadista”.
Por motivos de trabajo y algo de logística, vamos a hacer el barranco del Gorgol y lo haremos por la tarde. Pasamos la mañana dando un paseo muy agradable por Santa Eulalia, por una zona de la sierra de Guara muy bonita, donde se ven varios barrancos y paredes de escalada.
Hemos quedado con Moisés y Raquel en el barranco. Además de Agus, Pilar y nosotros también vienen dos niños, Javi (el hijo de Pilar y Agus) y Nestor, un amigo de este.
Este barranco, es ideal. El acceso son apenas 20 minutos por un camino muy agradable. Antes de empezar Moisés me ha dejado la cámara de fotos. Es nueva, se la ha comprado hace unos días y me dice que la lleve yo, que él aún no ha aprendido a usarla. Así que me paso el acceso haciendo fotos y vídeos para probar la cámara.
Una pequeña bajada entre árboles nos da acceso al río. Es el momento de ponerse los neoprenos, nos vamos ayudando unos a otros. Desde luego somos un grupo curioso, Agus que ha sido guía de barrancos durante muchos años y que ahora no se dedica a ello, Moisés que pertenece al grupo militar de alta montaña y que lleva un tiempo siendo guía de barrancos, dos niños Javi y Nestor, Eva cuyo cometido es divertirse todo lo que pueda, luego tres deficiente visuales: Pilar y yo (que tenemos visión central), Raquel cuya visión es la contraria de la nuestra (ve lo de alrededor pero no ve bien el centro) y por último el “clavadista” Oscar, que no ve na de na.
Estoy poniéndome mis cosas y ayudando a Eva cuando me doy cuenta de que Oscar ya está vestido. Como con el traje de neopreno tiene mucho calor, alguien le ha llevado hasta el agua y está tumbado como si estuviera en la bañera de su casa, tan feliz…!
La primera parte del barranco son una sucesión de destrepes pequeños. Apenas si tenemos problemas en pasarlos los demás, a Oscar hay que ir ayudándole. Creo que poco a poco se va sintiendo más a gusto, confiando más en quienes le llevan. Luego vienen cosas más divertidas, un tobogán al que se accede dejándose caer por una piedra o bien con una cuerda. Otros toboganes más fáciles. Varios rápeles y hasta una tirolina hemos montado.
Creo que lo mejor es que lo veamos …
Al final resulta que tenía yo razón, que es un clavadista. Mira que le insistí yo y ni caso y llega Agus, le pregunta que si quiere saltar y sin pensárselo dice que “Si”. Tardó un buen rato en saltar, no porque se lo estuviera pensando, sino porque quería asegurarse de hacerlo bien. Moisés está en el agua, gritándole, para que sepa la dirección en la que debe saltar. Además él hace un gesto con las manos, poniéndolas en paralelo enfrente suyo, preguntando si esa es la dirección en la que debe saltar. Le dijimos que podía saltar lo que quisiera, que no había problema, pero ninguno imaginábamos que daría ese pedazo de salto, y menos que nadie Moisés que lo vio encima suyo por un momento. No llegó a darse con la pared, pero todos nos dimos cuenta de que no hay que subestimar el posible salto de un “Clavadista”.
Cuando les enseñé entusiasmado, ya en casa, este vídeo a Martín y David, ambos dijeron “buah! eso es muy fácil”. Les dije, “¿ah, si?, vamos a verlo”. Le puse un pañuelo en los ojos a uno de ellos, salimos a la escalera, fuera de casa, por donde suben todos los días. Al pié de esta, cogí al niño en brazos y empecé a subir y a bajar escalones aleatoriamente, para que el niño no supiera exactamente donde estaba. Le deposité en el segundo escalón, me puse enfrente de él y le expliqué donde estaba y que tenía que saltar hacia mi. Es un sitio que conocen de sobra y sabían que yo les iba a coger pero no les resultó tan fácil saltar como pensaban.
Oscar, qué pasada el video del salto! Después de salvarnos de la caida en la nieve a Marta 10 y a mi el año pasado y de ver este video, está claro que eres un campeón! Animo con el entrenamiento para el Everest. Besos a todos, Iciar.
ResponderEliminarGracias, mujer. Pasé más miedo del que estoy dispuesto a reconocer. Si lo supero es porque voy en buena compañía como mis amigos de los barrancos o tú
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