Es el cumpleaños de Eva, los niños y yo le vamos a dar su regalo. Para que sea sorpresa le hemos vendado los ojos y está sentada en el sillón. De fondo empieza a sonar una canción de Miguel Bosé que a ella le encanta, “A una dama”. Al abrir los ojos se encuentra, como dice la canción, una caja de mimbre con un lazo. Casi no sabe que hacer. Abre la caja y vé un sobre, en el hemos escrito “Quieres ir de viaje a París, del 23 al 27?”, lo está leyendo pero no parece entender nada. Debajo del sobre hay un paquete, al abrirlo ve que es una guía de París, parece que empieza a entender. Los niños se abalanzan sobre ella, que está llorando emocionada!
“Pero, pero ¿esto?, ¿tendré que pedir vacaciones, no?” Ya las tienes pedidas, se ha encargado tu compañera Paloma. Han sido unos días difíciles tratando de no meter la pata.
Antes de ir al aeropuerto tenemos tiempo de llevar a los niños al cole. Ellos se van toda la semana a la granja escuela por lo que ayer fue una locura preparar todas las maletas.
Tras dejar las cosas en el hotel nos vamos al barrio de Montmartre. Un barrio que en su día fue muy bohemio. En el centro del mismo se encuentra una colina, que debe ser de las pocas que hay en esta ciudad ya que se puede ver desde cualquier sitio de la ciudad que esté un poco elevado. Coronando esta colina se encuentra la iglesia del Sagrado Corazón. Hay mucha gente por allí a pesar del frío. El ambiente es muy curioso, al salir del metro nos encontramos con una calle llena de tiendas hindúes de “saldillos”, al final de esta calle se encuentra un parque que conduce hasta la iglesia. Aquí hay muchísimos turistas y parisiones que están pasando la tarde. Es casi de noche cuando hemos llegado, empezamos a recorrer las calles aledañas llevándonos alguna sorpresa y alguna decepción. La decepción es que hay muchas calles solitarias y oscuras, sin vida. Las sorpresas son una plaza llena de pintores que hacen retratos a los turistas llena también de cafés con terrazas en la calle, o también los viñedos de la colina, que son una pequeña finca donde habrá unas doscientas vides. Parece que en la época de la vendímia se celebra una fiesta en toda la colina.
Antes de cenar nos pasamos a ver el Moulin Rouge, donde tantos españoles venían en la época de franco. No parece haber cambiado mucho, a su puerta llegan autobuses llenos de turistas que entran al local. Un poco más allá está la zona de la vida nocturna parisina, llena de rótulos de neón.
El pequeño restaurante al que vamos a cenar nos ha encantado. Es una delicia y por lo que veremos estos días la relación calidad precio es excelente. (Café Burq, 6 rue Burq, Montmartre) La cocina es francesa llena de sabores y el lugar poco a poco se llena de gente del barrio que ha venido a tomarse una cerveza antes de irse a su casa. Estos pequeños bares de barrio se llaman bristrot y se caracterizan porque tienen muy poco espacio entre mesas, tanto es así que casi comes escuchando la conversación de los de al lado. Otra característica es que la carta la tienen escrita en una pizarra que a veces está en la pared y otras la van pasando de mesa en mesa para ir eligiendo. Hemos comido unos espárragos con queso que estaban exquisitos y Eva se ha pedido un pescado que venía acompañado de judías verdes, las judías estaban tan buenas que ha sido lo que más le ha gustado.
El hotel es un pelín pequeño pero el desayuno está bien. Todos los días nos levantaremos a la misma hora para ponernos en marcha en seguida.
Hoy martes, nuestro primer día, nos vamos a la Ile de la Cité. Casi sin querer nos topamos con una cola de gente en la calle, es la entrada a la Capilla Santa. Su entrada coincide con el juzgado o algo así, por lo que los controles se eternizan. La capilla se encuentra dentro de este edificio por lo que no se ve desde fuera, su aspecto exterior es más bien anodino, más bien pequeña parece tener las paredes llenas de cristales sucios. Dentro, la cosa cambia, la entrada no parece una iglesia, sino una antesala de techos muy bajitos aunque rícamente decorados. Subimos por una escalera de caracol a la nave principal y no podemos creer lo que ven nuestros ojos, los cristales sucios se han transformado en hermosas vidrieras de colores. La nave está completamente rodeada de la escenas bíblicas representadas en estos cristales como si fueran un comic. Hay un papel informativo en castellano que explica las vidrieras, nos hemos entretenido un rato viendo algunas.
Notre-Dame. El verano pasado estuvimos en París con los niños y la familia del Presi y Paloma. Fue un día para ver un montón de cosas. Cuando llegamos a Notre-Dame resulta que no se podía subir a las torres, así que nos quedamos con las ganas.
Hoy venimos a subir a las torres diréctamente y a primera hora, para que no haya problema. Aunque es invierno y no parece haber muchos turistas, nos toca esperar un ratito en la cola, resulta que la mayoría de los que nos rodean son españoles también. Mientras esperamos nos fijamos en las gárgolas, hay un montón en todas las paredes. Ya desde abajo se aprecia bastante su aspecto siniestro, casi fantástico. Como sucede en estos sitios hay que subir una larga escalera de caracol hasta llegar al mirador de la primera torre. Aquí las gárgolas ya cambian, ya no son un elemento funcional por el que cae el agua sino un elemento decorativo, casi como una locura del constructor que expresa un mundo imaginario. Hay muchísimas y son muy diferentes, la mayoría animales imaginarios aunque dotados de expresiones humanas como puede ser ese que parece estar asomado contemplando los tejados de la ciudad.
Estas son algunas de las gárgolas y figuras de los techos de Notre-Dame. Si pones el ratón encima, las verás más grandes.
Las vistas desde arriba son estupendas, ya que tenemos justo debajo el Sena que pasa casi rozando la catedral. Por una pasarela del exterior se accede a la segunda torre donde se puede ver el campanario y subir a la parte alta de la torre. En el campanario hay una campana enorme que tiene nombre y todo, Enmanuelle, y que el badajo sólo pesa 500 kg. Menos mal que no ha sonado mientras estábamos allí, si no todavía lo estaríamos oyendo. La vista desde arriba del todo es un poco más chula que desde abajo pero sin el encanto de las gárgolas. Lo malo de este sitio es que todo está lleno de rejas para que la gente no se caiga o no se tire, tienes la impresión de estar encarcelado (eso si, una prisión de altura).
En Madrid hacía buen tiempo, pero aquí hace un frío que pela. De vez en cuando tenemos que entrar en algún café para descansar y recuperar algo de calor. Los cafés son caros, caros y además no son muy allá. En un sitio pedimos un chocolate y nos pusieron un cola-cao al módico precio de 4Euros.
En la zona des Halles, al otro lado del río, también hemos encontrado un restaurante espectacular. Es un vegetariano, nos hemos tomado una lasaña de verduras que estaba de escándalo. (La Victoire Supreme du Coeur, 41 Rue des Bourdonnais). El Forum des Halles es una zona curiosa, una especie de centro compercial rodeado de iglesias y de edificios modernos y clásicos.
El centro de Arte Georges Pompidou me encanta. Ya en su día fue algo revolucionario e imagino que muy criticado. Es un edificio al desnudo, con todos los tubos y conductos a la vista. De hecho el diseñador quería que la gente pudiera ver como funciona el edificio. Está pintado de diversos colores que indican la función que desempeña dentro del edificio. Como si estuvieramos dentro de un cuerpo humano podemos ver que los tubos pintados de azul son los del aire acondicionado, los de amarillo son los que llevan la electicidad, los rojos son los que transportan a las personas. Está cerrado, es el día de descanso. Junto al edificio se pueden ver cosas chulas, una plaza con un estanque lleno de esculturas modernistas o una cosa que llaman El guardian del tiempo.
Huyendo del frío nos hemos topado con una de las famosas galerías comerciales de Paris. No hemos preguntado el precio de nada, no sea que nos cobraran sólo por hablar.
La Tuilleries es un parque que se encuentra junto al río y al museo del Louvre. Lo hemos recorrido a la carrera para llegar a Concordia para hacer algunas fotos de la Torre Eiffel y del Obelisco.
Esto si que me ha encantado, ver la cara de sorpresa de Eva, que le ha pasado lo mismo que a mi cuando la vi por primera vez hace muchos años. No parece una iglesia, más bien un lugar de gobierno, biblioteca o algo así. Aunque lo sabes no acabas de creerte que sea una iglesia hasta que no entras y ves el altar y demás cosas. Por dentro también es muy bonita, lo que pasa es que no está muy bien iluminada y además está a punto de empezar una misa y no queremos incordiar.
Estamos entre irnos al hotel o buscar un sitio para cenar por aquí. Entre que si si y que si no, decidimos pasarnos a ver L’Opera de París. Tanto hemos visto que incluso entramos dentro a ver un concierto! Ha sido sin pensarlo ni nada, resulta que hay una visita guíada por las mañanas en la que puedes verla por dentro. Cuando estamos viéndola por fuera Eva se fija en el concierto de hoy, pone que es Madame Bovary. Le digo que es una ópera preciosa y cuando mira los precios, resulta que hay entradas de 10 Euros… Pensamos que no habrá suerte, pero que por probar nada se pierde. Y ¡toma ya! que si hay entradas. Son en la parte de arriba, que tiene muy poca visibilidad. Lo que pasa es que con peor visibilidad hemos ido a la de Madrid y hemos pagado bastante más. Vamos que aunque sólo sea por verla por dentro merece la pena. Entramos y subimos a nuestro sitio, que es una especie de palco junto al techo. Sentados en la silla vemos, un poco lejos eso sí, un 60% del escenario. Levantándonos un poco lo vemos todo, ¡que guay, estoy encantado! Al final no es Madame Bovary sino partes de algunas óperas. A mi me ha encantado y me parece que ha estado muy bien. Además en el descanso lo hemos recorrido por dentro y en su ambiente.
Lo tenemos claro, queremos subir hasta arriba del todo de la Torre Eiffel. En el verano, con los niños, sólo llegamos a la segunda plataforma. No subimos más porque había muchísma cola. Esta vez, entre que hay menos gente y que llegamos temprano, no nos lo perdemos. Tenemos que esperar un poco para tomar el ascensor que nos sube arriba del todo. El piso de arriba está a 276m, así dicho no parece mucho, cuando estás arriba te das cuenta de lo realmente alto que estás. Lo ves todo tan abajo, que creo que no da vértigo, eso si una pequeña sensación de mareo dentro del estómago si se siente. Nos ha gustado subir, aunque creo que se ve mejor desde el piso inferior, aquí estás tan arriba que no se aprecian los detalles, aún así merece la pena. Lo que más me ha gustado es la representación de Eiffel: en una pequeña salita parece ser que recibía a sus visitantes, en ella tienen unas figuras representando a Eiffel con Thomas Edison (creo) y una hermana de Eiffel, están tomando un te, debe ser la oficina más alta y auténtica que existe.
Ya abajo, paseamos por los campos de Mars, haciéndonos unas fotos y haciendo un poco el tonto, también.
Visitamos la tumba de Napoleón y el Hospital des Invalides, que no nos han parecido demasiado interesantes.
Antes de comer nos pasamos por el museo de Orsay. Entramos sobre todo por ver el edificio, que es una antigua estación de tren. Es un lugar amplio y acogedor a la vez con muchos detalles. Recorremos la exposición sin detenernos demasiado, salvo en algunos cuadros impresionistas.
Hemos comido en un bristrot del barrio latino, muy cerca del Pantheon, que está lleno de carteles y de pegatinas por todas partes. Es muy pequeñito, para ir al baño tienes que entrar en la barra y subir unas escaleras casi verticales. El Pantheon me ha gustado mucho, fue una antigua iglesia que ha sido reconvertida en lugar cívico. Es muy amplio y diáfano. Y en medio han puesto… ¡un péndulo de Foucault!, es sin duda un lugar ideal para poner uno, ya que con la altura que tiene la cúpula el efecto es muy claro. (Para quien no lo sepa este péndulo es una cuerda suspendida desde un punto alto con un peso en la parte de abajo que se mueve por el efecto de rotación de la tierra sobre si misma).
La zona de los alrededores es la zona de la Sorbona, donde está la Universidad de París. Lo confirman los grupos de jóvenes con carpetas y libros, o bien sentados al sol en algunas escaleras. No es que sea especialmente vello, pero si nos resulta agradable pasear por aquí.
El barrio Latino termina en el Sena, a los pies de Notre-Dame. Paralelas al río hay unas cuantas callejuelas llenas de restaurantes griegos y kebaps. También tiendas de camisetas y souvenirs para turistas. Estan llenas de gente que te dice que entres en su establecimiento.
Y como no! Vamos a hacer un crucero por el Sena. Unas chicas nos dijeron ayer que la mejor hora es justo antes del anochecer ya que así ves como se va iluminando la ciudad. Tomamos el barco a los pies de la Torre Eiffel. Nos subimos a la parte de arriba, donde presentimos el frío que vamos a pasar. Ya navegando una grabación nos va contando lo que vemos, el problema es que lo cuenta en varios idiomas, el último es el castellano y cuando llega a un punto en el que tiene que contar una cosa nueva, deja de hablar en castellano y empieza con lo siguiente en inglés. Por ejemplo en uno de los puentes nos dice que si pides un deseo debajo de él, se cumplirá porque quedan suspendidos en la parte de abajo del puente. No creemos en estas cosas, pero lo ha dicho cuando ya habíamos pasado el puente, así que no lo hemos podido pedir.
La luz es preciosa, hacia poniente el cielo tiene un ligero color rosado que envuelve los edificios que vamos dejando atrás. Nos ha gustado mucho la zona de concordia, con puentes muy bonitos. Otros lugares de los que esperábamos más, no son tan bonitos iluminados, como Notre-Dame que no se ve muy bien desde aquí abajo. El recorrido es de ida y vuelta, es casi de noche cuando llegamos al final del recorrido de ida. A partir de aquí ya todo es de noche, algunas cosas se ven bien y otras sólo se intuyen. Lo más espectacular será cuando veamos la Torre Eiffel, ya completamente iluminada, desde el río la vista mejora mucho. Eva se ha bajado a la parte cerrada del barco un par de veces para calentarse un poco, hace un frío que pela y se siente la humedad del río.
No nos queda mucho por ver, hemos cumplido casi todos nuestros objetivos, o por lo menos lo que más ilusión nos hacía. Hoy visitaremos la zona de Montparnasse, que no nos gusta demasiado. Los jardines de Luxemburgo nos han decepcionado bastante, pensábamos que eran más grandes y más bonitos.
Como hemos pasado medio por allí, vamos al cementerio de Montparnasse, buscando una tumba con un hombre tumbado junto a su mujer en una cama, porque lo habíamos leído en la guía.
Como colofón, nos vamos al Louvre, por aquello de ver el edificio por dentro y alguna cosita más, ya que no tenemos interés en tirarnos una tarde entera viendo cuadros. Hay que tener en cuenta que nos podemos permitir entrar en el Louvre por veinte minutos sin ningún problema ya que en Francia a los “handicappes” (discapacitados) nos dejan entrar con un acompañante gratis en la mayoría de los sitios, vamos que no hemos gastado casi nada en visitar las cosas. Dentro del Louvre queremos ver sólo unas cosas, la Mona Lisa, La Victoria de Somotracia y la Venus de Milo. El cuadro de Leonardo da Vinci es una maravilla, pero ir a verlo es un rollo patatero, está rodeado de muchísima gente haciéndole fotos. Sólo quería que Eva viera como está allí todo el mundo alrededor, de hecho yo ni me he acercado a verlo. La venus de Milo, pues algo parecido la gente haciéndose fotos delante, pero sin apenas mirar la estatua. Lo que nos ha impresionado de verdad, ha sido la Victoria de Somotracia. Es una estatua incompleta de hecho la han recostruido como un puzzle de trocitos muy pequeños. Representa a una mujer alada que parece estar aterrizando en el suelo, viste una túnica muy fina que deja ver parte de su cuerpo. Aunque es todo de piedra se puede apreciar perfectamente la ligereza del vestido. Se encuentra elevada sobre una piedra que parece la proa (parte delantera) de un barco y está situada en un descansillo de una escalera con lo que permite que la veas desde prácticamente cualquier punto de vista.
Acabamos nuestra visita a París donde empezamos, volviendo a Montmartre a recorrer de nuevo sus calles, pero esta vez de día.
Me encanta París. Fuí dos veces cuando era mayor, ahora que soy joven, voy a volver. Besitos a los dos. oreiuq so. Hasta pronto.
ResponderEliminarMARICARMEN — 30 March 2009 @ 3:48 pm
Como siempre, impresionante todo, tanto el texto como las fotos. Nos tienes muy mal acostumbrados. Por cierto, la ocurrencia del regalo es genial. Sed buenos o pasadlo bien.
ResponderEliminarJavier Coronel — 7 April 2009 @ 4:33 pm
Que idea genial para hacer un regalo… y una verguenza para mi pues a dos horas que estoy de la France y only e atravesado el canal para ir a Calais pero nunca a Paris. Espero lo disfrutarais very kissazos a ambos y como siempre dando envidia sana de tus historias
ResponderEliminarBea Ateba — 22 April 2009 @ 2:48 pm