Los Ecrins son unas de las montañas más salvajes que he
visto, sobre todo en el tema del esquí de travesía. Están en los Alpes
franceses, pero se diferencian de la zona de Chamonix o Zermatt en que
hay muy poca gente y todo parece muy auténtico. No hemos pasado ni un
collado fácil, todos tenían algo técnico, ¡vamos, que nos lo hemos
pasado fenomenal!
Varios de los que vienen conocen la zona pues es el paraíso de los
esquiadores extremos. En la estación de esquí no pisan las pistas, los
remontes te suben hasta un punto y desde ahí hay que bajar buscándose la
vida. Lo normal es coger un guía para que te enseñe las bajadas ya que
si no, te puedes encontrar en un cortado o algún punto insalvable.
Nosotros no vamos a ir por la estación, sino por el macizo de los
Ecrins, que está detrás de esta. Este año somos Antonio, Iñigo, Ivo,
Jaime, Jaime PP, Juan, María, Miguel Oscar, Rafa y yo. Hemos contratado
los servicios de unos guías: Anne, Fred y Lolo.
El primer día haremos la marcha todos juntos hasta el refugio de Villar de Arene. Luego nos separaremos en dos grupos: Ivo, Jaime PP y Miguel Oscar que van con Anne y los demás que vamos con Fred y Lolo, que se supone que vamos a hacer una ruta un poco más exigente.
Al refugio llegamos enseguida, apenas si son 300m de desnivel. Nos quedamos un poco chafados cuando Lolo dice que se acabó la marcha, que ya no hacemos nada más. Todos tenemos muchas ganas de subir a algún sitio y hacer una bajada. Bien es verdad que ya es un poco tarde y la nieve está mal para subir por alguna de las laderas. El que más cabreado está es Jaime, que normalmente no para de hablar y se ha quedado callado con una cara de cabreo tremenda. Menos mal que después de un rato Lolo y Anne han decidido que daremos una vuelta, iremos por el valle hasta una pequeña loma y regresaremos. Es lo justo para acabar de desfogarnos y hacer una pequeña bajada.
Pasamos la tarde dormitando un poco al sol y charlando amigablemente. La temperatura es fantástica lo malo es que no hay mucha nieve. Se ven las montañas muy justitas y eso que se supone que estamos en el inicio de la temporada de travesía.
El segundo día nos toca madrugar mucho, nos ponemos en marcha cuando aún es de noche. La razón es porque tenemos que subir un collado muy empinado y si llegamos cuando le esté dando el sol de pleno la nieve estará muy mal. Anne se ha puesto la primera y lleva un ritmo muy fuerte. Vamos todos con la lengua fuera pensando que no nos encontramos bien. Menos mal que al parar hemos hablado y no es que nos encontraramos mal sino que íbamos algo deprisa. Empieza a amanecer una hora despues de salir. Un rato más tarde nos separamos en los dos grupos. Anne y los suyos bajarán una pala que vimos ayer y que tiene muy buena pinta mientras los demás continuamos hacia la Breche de la Plate des Agneaux.
Una lengua de un alud está justo delante del corredor, es ahí donde paramos a quitarnos los esquís para subir con los crampones. Lolo y Fred nos meten prisa, incluso están un poco enfadados. No acabamos de entenderlo pues nos parece que vamos bien. Lo comprendemos cuando estamos a mitad de la subida, la nieve se está transformando y en algún punto nos hundimos, lo hemos subido en el último momento. El caso es que mal del todo no íbamos pues en mitad del corredor hemos pasado a otro grupo que había empezado a andar antes de que nos quitáramos los esquís. Las vistas arriba son espectaculares, ya se empieza a ver el macizo en el que nos encontramos y picos de mucha más envergadura. Aún nos queda una larga subida hasta un paso donde hacemos una diagonal para dirigirnos hacia un punto bajo el Pic. Neige Cordier que es el paso para bajar al Glaciar Blanco. Hay que bajar rapelando pues son unos 30m de roca por un canalizo algo estrecho. Nos van descolgando de uno en uno. Abajo se encuentra Lolo que nos ayuda a ponernos los esquís y nos indica que bajemos esquiando hasta un sitio más seguro donde poder reunirnos todos.
Desde aquí tenemos una buena vista de la Barrera de Los Ecrins, punto más alto de este macizo. En apenas diez minutos estamos en el Refugio Des Ecrins. El guarda es un tío muy cachondo que intenta hablar castellano. Nos grita cosas desde la terraza y cuando no sabe algo le pregunta a uno que si sabe algo más.
Pasamos la tarde charlando y asomándonos de vez en cuando para ver las fabulosas vistas de la barrera. Eso si, no se puede estar mucho rato fuera pues hace bastante más frío que ayer. Aunque la idea era subir a la Dôme Des Ecrins, un pico asequible de más de 4.000m, los guías la han descartado pues no hay casi nieve y se encuentra el glaciar al descubierto. Dicen que es peligroso y que no se puede ir con un nivel de esquí justito ya que hay que girar donde hay que girar, no en cualquier lado. A cambio subiremos a un pico que se encuentra al otro lado del glaciar y que tiene muy buenas vistas. Se llama Pic de Roche Faure (3.720m).
Amanecemos hoy también muy temprano, lo malo es que nos toca bajar un poco primero. Yo voy detrás de Jaime porque su mochila tiene una banda reflectante, aunque pequeña. El pobre hace lo que puede y no me lleva mal, lo malo es que cuando estamos casi abajo me llevo a Antonio, que iba por encima y se había caído, por delante. Lolo se acerca y me dice que a partir de ahora me llevará él, piensa que él es el guía y me llevará mejor. No estoy seguro de que me parezca bien, pero es lo que hay. Luego se demostrará un acierto total, creo que no he bajado mejor detrás de nadie como con él.
Abajo en el glaciar dejamos algunas cosas ya que volveremos por aquí de camino al siguiente refugio. Además entre unas cosas y otra empieza a amanecer y se empieza a ver bien. La luz anaranjada sobre la Barrera de los Ecrins es una pasada. Hemos estado un buen rato caminando hacia ella viendo como cambiaba de color por momentos. Ya se ha hecho de día cuando nos desviamos hacia nuestro destino. Comienza una fuerte subida que poco a poco se va empinando cada vez más. Vamos a buen ritmo disfrutando de las vistas y del buen día que hace. De repente se oye un grito. Antonio se ha caído, ha resbalado unos 50m y se ha parado. Le gritamos y nos dice que está bien. Decide quitarse los esquís y poner los crampones para hacer la subida. Cuando nos coge, ya más arriba, nos enseña el antebrazo, lo tiene rojo pues se ha quemado en la caída al subírsele la manga de la camiseta. Otro pequeño susto será cuando nos quitemos los esquís para subir al pico, los hemos dejado tranquilamente en la nieve mientras nos asomábamos a ver las vistas y Fred sin querer ha pisado uno de los esquís de Iñigo que ha empezado a bajar el sólo por su cuenta, menos mal que se ha parado a apenas unos metros en unas rocas, si no llega hasta el glaciar.
Hemos subido caminando a una antecima, no seguimos porque hay que bajar un tramo rapelando y luego subir medio escalando y no es plan de hacerlo con las botas de esquí. Pasamos un rato muy agradable disfrutando de las vistas sobre los Ecrins y el macizo de la Meije que se encuentra a nuestras espaldas.
La bajada es una gozada, sobre todo la primera parte más empinada. Luego, ya en el glaciar, vamos más deprisa pero sin hacer giros hasta el punto donde hemos dejado las bolsas. La siguiente parte hasta el refugio es más divertida pues vamos pasando pequeñas palas y corredores donde disfrutamos bastante. En el refugio Glacier Blanc estamos muy temprano, la temperatura es buenísima y tenemos ganas de más. Estamos fijándonos en una pala que está detrás del refugio cuando nos dice Fred que si queremos podemos subir y bajarla. Salvo Juan y Antonio que deciden quedarse, los demás ni nos lo pensamos. La subida nos debe haber llevado apenas media hora, ha molado porque Rafa iba, como siempre, detrás de María. Se ha visto bien y le ha adelantado para subir más rápido, ha llegado arriba con la lengua fuera y pensando que no lo vuelve a hacer que con lo bien que va detrás de ella, quien le manda salirse de la huella. Desde arriba lo que vamos a bajar tiene aún mejor pinta que desde abajo. Lolo y Fred se han echado a suertes quien es el que baja primero, a todo el mundo le gusta ser el primero sobre la nieve virgen, esquiar sin que haya ninguna huella. La bajada es espectacular, la nieve está perfecta y la inclinación es ideal para ir muy deprisa. Parece una pista azul de una estación, pero sin estar en ninguna estación.
La vuelta al refugio ya no es tan idílica, un tramo de subida fuerte con algún punto algo peligroso donde incluso nos hundimos mucho en la nieve. Aún así, como sarna con gusto no pica, llegamos encantados al refugio y sin parar de hablar de lo que hemos disfrutado en la bajada. Nos tomamos una cervecita en la calle e incluso se puede estar sin camiseta. Los días anteriores hemos comido pasta en los refugios pero estamos un poco cansados de ella y no nos acaba de apetecer, cuando Lolo nos dice que también podemos pedir una ensalada, todos levantamos la mano pues es lo que más nos apetece en estos momentos.
Por la tarde tenemos reunión. Los guías nos dicen que mañana, al bajar a La Grave, nos dividiremos. Que habrá que ver que dice Anne, pero que si es necesario se harán 3 grupos. La idea original es bajar el último día por los Enfetchores pero parece que va a ser difícil ya que no hay mucha nieve y habrá mucho hielo. He pasado una mala tarde pues no me ha gustado nada que no me hayan puesto en el grupo que va a intentarlo. Entiendo que los guías hacen lo mejor y que si la situación es difícil, para mí lo puede ser aún más. Pero eso no evita que quiera hacerlo y que no me guste la situación.
El cuarto día se inicia con una subida fuerte. Tenemos que llegar al Coll du Monetier. La primera parte es bastante fácil, la vamos haciendo mientras amanece el día. Un poco antes de llegar al collado subimos una fuerte loma. La pendiente es muy fuerte y está prohibido “de caer”, como dice Fred cada vez que llegamos a un sitio con riesgo, ya que la pendiente te echa hacia el vacío. Con cuidado vamos subiendo hasta llegar al pie del collado donde nos quitamos los esquís para pasar la parte final. El lugar es espectacular, un paso por la nieve rodeados de rocas puntiagudas. Estamos además a la sombra de la montaña, el sol lo encontraremos al otro lado del collado. Tras remontar una fuerte, pero corta, subida, tenemos que pasar por unas rocas antes de encarar la subida final. Al otro lado del collado se abre un valle imponente y una bajada que nos está llamando a esquiarla.
Nos lo tomamos con calma antes de empezar a bajar porque los guías han dicho que es mejor esperar un poco a que la nieve esté mejor. Aunque a nosotros nos parece que la bajada es fácil, ellos van parando de vez en cuando para discutir el camino. La razón es que hay que pasar por un punto con más caída y no saben como estará la nieve allí. Deciden que Antonio y Juan se encuerden (con los esquís puestos) a Fred mientras yo voy detrás de Lolo y los demás van por libre. Me está encantando esquiar con Lolo, me lleva fenomenal. En algún punto le veo que toma precauciones y aunque yo me veo capacitado para girar entiendo que prefiera hacer menos giros y pasarlo por el punto más fácil. El resto de la bajada es para disfrutar completamente.
Ya Lolo y Fred van más relajados pues no hay más problemas. Al fondo del valle la nieve se vuelve un poco rara, está muy dura y tiene como agujeros, parecida a cuando ha caído una avalancha. Los que venimos por detrás vemos al grupo que va delante que están a punto de pasar por un sitio estrecho. Hemos llegado a una pista y bajamos por ella. Vamos paralelos al río y en muchos puntos es tan estrecho que nos da la impresión de que nos vamos a caer al agua. Probablemente hubiera sido más seguro quitarse los esquís y bajar caminando, a lo mejor incluso más rápido. Pero nos lo hemos pasado fenomenal luchando por no caernos al agua y girar en espacios tan cortos. En muchos puntos falta nieve en gran parte de la pista por lo que hay que pasar sobre una pequeña franja en uno de los lados. Incluso en un punto se puede ver como un alud ha pasado por encima de la pista…, tenemos que bajar por el alud muy cerca del río y luego remontar a la pista. Hemos aprovechado hasta el último momento, pero ya no hay más nieve, nos toca quitarnos los esquís y bajar con ellos en la espalda hasta la estación de esquí que hay en el pueblo de Monetier.
Durante esta bajada he aprovechado para hablar con Lolo de los restantes días y me ha dicho que el cree que si puedo ir con los que van a intentar bajar los Enfetchores, pero que el problema es que necesitan ir dos guías. Que si finalmente se hacen dos grupos y van dos de los guías a este lugar que me llevará. El se puede encargar de bajar conmigo y Fred de ir vigilando a los demás. Además ha pensado que pedirá a uno de los otros que vaya detrás de mí como apoyo. Más reconfortado y tranquilo llegamos a la estación. Hace calor la gente va en camiseta e incluso pantalón corto, la cerveza que nos tomamos nos sienta de maravilla.
En La Grave nos juntamos con el otro grupo: MO, Ivo y Jaime PP que se lo han pasado fenomenal e incluso han subido un pico. Por la tarde nos reunimos con los guías y se decide lo que haremos los dos próximos días. Subiremos en el teleférico de La Grave y arriba nos separaremos en dos. Por un lado irán MO, Ivo a los que se unirán Juan y Antonio con Anne y los demás: Iñigo, Jaime, María, Rafa y yo junto con Jaime PP que se viene con nosotros a los que nos llevarán Lolo y Fred. Las cenas en el albergue Edelweiss donde estamos alojados son espectaculares, muy recomendables.
Muy temprano tomamos los teleféricos de La Grave. La parte que más mola es una que hay que agarrarse a una cuerda que va tirada por una máquina quitanieves, yo no lo había hecho en mi vida. Nos acerca hasta un arrastre que nos llevará a la parte más alta de la estación. Allí nos separamos mientras los del grupo de Anne se bajan por la estación, nosotros vamos al otro valle para bajar por San Cristof. La bajada es tremenda. Lo más duro que he hecho yo nunca. Debemos bajar 600m de desnivel (no lo se con exactitud, se me ha hecho muy largo), todos ellos muy pendientes y con la nieve muy dura. Salvo dos o tres giros con la vuelta María, el resto lo hemos hecho derrapando. He llegado abajo con las piernas como dos piedras. Al final es Jaime quien viene detrás de mí para echar una mano a Lolo si hiciera falta. Cuando el sitio es más complicado Lolo le dice que esté atento y cuando no lo es le deja ir a su aire.
El día hoy no es bueno, tendremos todo tapado y niebla que no nos deja ver mucho. Por la tarde se pondrá a nevar aunque no demasiado. Tras una larga travesía con poca subida llegamos al Coll de Breche du Rateau. Un collado que hay que pasar trepando por las rocas con los esquís a la espalda. Vamos encordados Jaime y yo con Lolo y los demás con Fred. Es espectacular ver como pasan nuestros amigos subiéndose en las piedras con las rígidas botas de esquí y con las tablas a la espalda. Al llegar arriba la niebla parece que arrecia más al otro lado y se ve más bien poco. Tenemos que seguir encordados para bajar por el corredor. Tras unos cincuenta metros de bajada nos ponemos los esquís y continuamos hasta el refugio de Pomontoire. La nieve no para de caer pero la subida es bastante cómoda, vamos charlando o pensando cada uno en sus cosas. Un flanqueo final nos llevará al refugio que está situado en un punto privilegiado, encaramado a una roca con el valle a sus pies. Hoy hace mucho frío, más que estos días de atrás.
El refugio del Promontoire además es el más alpino de todos los que hemos visto. Es muy pequeñito y no tiene ni una estufa. Por no haber no hay ni un sitio para dejar las botas que están a un lado de la escalera que sube a las habitaciones. El techo del refugio tiene cuerdas en las que están colgados guantes, pieles de foca, camisetas… Aunque todos los refugios tenían el baño fuera este es el más frío y desangelado con diferencia. Cuando ya nos hemos cambiado y estamos abajo sentados en una de las mesas no nos podemos ni quitar los plumas pues el ambiente es frío. Solo hay otro grupo aparte de nosotros, sin embargo es el refugio que más me ha gustado, el que más ambiente montañero tiene. Una de las mesas está ocupada por todo tipo de verduras: es la despensa. Se la acaban de traer en el helicóptero. La cena es una delicia, una lasaña de verduras buenísima.
Por la noche nos dicen los guías que no vamos a hacer los Enfetchores, ni tampoco el tour de la Meije. La nieve que ha caído no es suficiente y estará muy dura y peligrosa. Vamos a recorrer la Meije por el lado sur, pasar por el coll du Pave y bajar hacia el valle por donde subimos el primer día.
Una pequeña bajada para salir del refugio antes de subir por el Coll du Pave. Cuando nos acercamos nos damos cuenta que vamos a subir por una gran avalancha pasando por debajo de varios Seracs (formaciones verticales de hielo glaciar). Estamos además a los pies de la Meije que se eleva vertical encima nuestra. El ambiente alpino es espectacular, entre los seracs, la Meije y el ir por la avalancha…, no hablamos demasiado concentrados en ir separados para no provocar a la montaña. A mitad de subida nos hemos quitado los esquís pues se pone muy vertical. Las vistas en el collado son espectaculares pues hay nubes por debajo nuestro y sobresalen los picos por encima de estas. Detrás de nosotros está la Meije con sus agujas apuntando al cielo.
Cuando empezamos a bajar nos las prometemos muy felices pues la nieve está muy bien y el día es bueno. En apenas unos giros nos metemos en las nubes que teníamos por debajo y ya no se ve tan bien. Estamos en un pequeño corredor con una pinta algo inquietante a nuestros pies. Utilizamos la instalación de un rápel para bajar esquiando pero asegurados a la cuerda ya que lo que no se ve por la niebla es un cortado por el que no podemos caer. Tenemos que bajar unos veinte metros hasta cerca del cortado y luego ir por la derecha bordeando la roca en la que estamos hasta un llano donde ya podremos soltarnos de la cuerda. Se pasa mejor de lo que parece desde arriba aunque es verdad que la caída impresiona bastante. Esquiamos un poco más hasta que nos acercamos al glaciar. Como no se ve nada por la niebla, Fred se ata a un extremo de la cuerda y le da el otro a Rafa para que se ate también. La idea es que vaya Fred por delante abriendo el camino, los demás tenemos que seguirle por donde el ha pasado, si cayera en una grieta Rafa haría de contrapeso y le sacaríamos entre todos. Esto durará apenas dos minutos pues de repente la niebla ha quedado por encima de nuestras cabezas y ya se ve perfectamente el vale y las grietas.
Bajamos con la sensación de que son las últimas bajadas, tratando de disfrutarlas al máximo pues ya se acaba la travesía. Sin darnos cuenta nos encontramos en un llano y un poco más allá se acaba la nieve. Ya sólo nos queda bajar hasta el aparcamiento caminando para después ir hasta la Grave y esperar allí a nuestros amigos que han subido al refugio del Promontoire por el valle y también han podido disfrutar de las vistas y de la comida tan excelente.
Aquí está una selección de las fotos de la travesía:
Me alegro muccho de que tuvierais unos dias de esos que no mereceis, excepto el de la nieve.
ResponderEliminarEl próximo viaje voy a esquiar delante de ricardo para que veas vas a ir mejor que detrás de lolo.
He visto unos vídeos de los ecrins bajando con esquis, tenian más nieve si no los habeís visto echarlos un ojo merece la pena y más vosotros que ya lo conoceís.
un saludo ricardo el segoviano
ricardo — 17 May 2011
Aupa Ricardo. Qué envidia ver las fotos tan alpinas desde mi sillita de la oficina. Éstas sí son montañas de verdad. Una pasada. Habrá que apuntar la zona para una escapada.
ResponderEliminarBesos.
Ana Figueroa
Ana Figueroa — 18 May 201
Genial tu relato Ricardo, no debería haberlo leído porque me pongo malo, pero ha sido empezar y ya no parar, he reconocido algunas montañas de la travesía que hicimos en verano hace ya bastante tiempo en esos veranos que íbamos a hacer montaña a los Alpes, una lástima no haber podido acompañaros, pero volveremos a encontrarnos en otra de estas.
ResponderEliminarBesitos
Oscar — 18 May 2011
Muy guapo Ricardo, la verdad es que una guapada de travesía… sigue así maquina… Un Abrazo.
ResponderEliminarPablo y Almudena — 24 May 2011