Hace un año estuvimos en Ordesa, haciendo alguna ruta. Bajando de vuelta fue cuando lo vi y lo pensé. "Estaría bien subir al Tozal del Mayo". Ya me lo había comentado mi amigo Agus una vez, así que le llamé para ver qué le parecía.
Me dijo que si, claro, que se apuntaba, pero.. "para eso hay que entrenar".
Justo lo que yo necesitaba, una motivación para volver a entrenar en el roco. Al volver del verano me apunto a entrenar y me lo tomo en serio. Me voy encontrando cada vez mejor y me siento fuerte cuando llega la primavera. Mientras tanto Agus ha buscado un compi para esta aventura, ya que el se sentiría más seguro si vamos tres. Sully, a quien ya conozco de un día de esquí de travesía, se apunta a la aventura. Lo haremos en junio, cuando aún no hay demasiada gente en Ordesa.
Ha llegado el momento, con Eva nos vamos a pasar unos días a Santa Eulalia. Bajamos una tarde a escalar a Vadiello, una escuela cercana. Nos llevamos un jarro de agua bien fría. Resulta que es un tipo de roca, o lugar, que se me da fatal. Son regletas pequeñas y pies que me cuesta muchísimo ver, con lo que me muevo muy mal y me siento frustrado. Agus me dice, con toda la razón, así no podemos ir al Tozal.
Es lo lógico, así que nos olvidamos del tema. Me pregunta Agus que que me apetece hacer.. le digo que me gustaría subir La Mitra de Vadiello, que hace tiempo le tengo ganas también. Es una escalada, también de aventura y nada fácil, pero que tiene la ventaja de que estás muy cerca de Santa Eulalia. Quedamos con Sully para hacerla. Se me da fenomenal, voy muy, muy bien. Encadenando toda la vía salvo los dos tramos que son de acerar (agarrarse a las cintas y ayudarse de un estribo). Los tramos de chimenea son duros porque la roca no es muy buena y hay que ir con cuidado y mirar bien donde te agarras. De echo, muy cerca de la cima me agarro en una roca que no aguanta y acabo dándome un golpe y colgando de la cuerda.
La cima es pequeña y huele fatal, está llena de cagadas de buitre. Las vistas al embalse de Vadiello, al Puro y al resto de Mayos es fabulosa. Agus y Sully se miran y me dicen, "¡¡¡así si que podemos ir al Tozal!!".
Ahora nos toca coordinarlo bien, necesitamos buen tiempo y que Sully pueda librar. Nos pasamos un par de días hasta que Sully nos confirma que el viernes puede, así que allá vamos.
El Tozal del Mayo es una pared emblemática a la entrada de Ordesa. Se trata de una pared de aspecto plano y vertical. Queremos hacer la Ravier, la primera vía que se hizo en esta pared. El acceso es por un bosque bastante oscuro al amanecer. Tardamos algo más de una hora en llegar a la pared, el último tramo es una subida muy empinada en la que hay que ir agarrándose a la vegetación. Ya hay gente escalando, algunas cordadas en otras vías y un par de ellas delante nuestro, que han empezado ya. En el quinto largo les cogeremos y tendremos que ir más tranquilos para no molestarles.
La vía es espectacular vista desde abajo, un montón de bloques que parecen salir de la pared, como un gigantesco tetris. El sitio más emblemático es la chimenea jabonosa, un tramo que hay que superar por una pared que está lisa, lisa y que resbala como si fuera de mármol. Yo, ese tramo, no quiero ni intentar encadenarlo ya que no quiero arriesgar nada que no sea necesario. Sully lo pasa de primero ayudándose de las cintas, lo mismo que yo que voy el último. En medio, Agus, va resoplando pues hay que apretarse mucho para meterse en la pequeña chimenea y no resbalar. Un grito de triunfo me hace mirar había arriba para verle sonriendo tras encadenarlo. El resto de la vía es una pasada, tramos con la dificultad justa para disfrutar y ,a la vez, tener que estar completamente concentrado. En las reuniones, cuando miras hacia abajo, te das cuenta que no ves los primeros largos, pues hemos subido algún tramo extraplomado.
El resto.., un bocata disfrutando en la cima y nuevos retos con los que soñar.