27 de octubre de 2004

Despidiendo Turquia

Ya sé que es lo que más me gusta de Turquía, no son ni sus ruinas, ni sus mezquitas, ni sus montañas, ni sus preciosas costas,…, son las Baklavas. Unos pastelillos de hojaldre con nuez y miel que están buenísimos y a los que estoy peligrosamente enganchado.

Después del último mensaje, todavía estuve varios días en Estambul. Estuve viendo a los Derviches Giróvagos (no sé si se escribe así), son una especie de rama alternativa al Islam. La guía Lonely Planet, recomienda este espectáculo porque dice que es más auténtico que otros que se hacen para turistas, este sólo se representa dos veces al mes. El lugar es una sala grande con un recinto de parquet octogonal en el centro, lo primero se oye música y cantos (seguramente algún tipo de rezo), que te ponen en ambiente enseguida. Entran en el recinto unas 14 personas, don son chicas. Uno de ellos que es el más anciano es el que dirigirá la ceremonia, hacen varios saludos ceremoniales y en uno de ellos comienzan, de uno en uno, a dar vueltas sobre si mismos, tienen una mano levantada hacia el cielo y la otra orientada hacia la tierra y la cabeza inclinada en señal de sumisión, los trajes que llevan tienen un faldón grande que se extiende en los giros, parecen peonzas. Al poco rato están todos girando armoniosamente y la música de fondo te envuelve en los propios giros. Me pareció que no tenía nada de espectáculo sino más bien que estaban haciendo algo real, como si todavía siguieran practicando esa religión. Muy interesante! También visité todas las mezquitas que se ponían por delante, la que más me gustó es la Yani Camii, que está junto al puente de Garata y que parece ser que la construyeron las mujeres. Además estuve en la mezquita Azul durante la oración, no fue tan espectacular como esperaba pues eran muy pocos, el día que acude más gente es el viernes y ese día no te dejan entrar, de todas formas fue muy interesante. Lo que menos me gusta es que los hombres rezan en la parte central y las mujeres lo hacen detrás de unos biombos, de todas formas fuera de los rezos, las mujeres también pueden entrar al resto de la mezquita. La sonoridad no está tan lograda como en las iglesias, en ese sentido me decepcionó un poco.

El puente de Garata cruza el Cuerno de Oro, la primera impresión no fue muy buena, pues pasan por allí miles de coches, autobuses, tranvías…, la idea que tenía era otra, influenciada por Alberto (el Inútil) al que le había encantado. Cuando te fijas un poco más, la cosa cambia, resulta que toda la valla del puente está llena de gente pescando y además tiene una parte debajo en la cual se puede pasear, tomar té, comer…. Un día comí un bocata de pescado frito, recién sacado de la caña, con cebolla, estaba buenísimo, bueno en realidad tuve que comer dos porque con uno me quedé a verlas venir. El último día quería ir a la parte asiática de Estambul, pero agarré un resfriado bastante fuerte y decidí quedarme en el hostel y no ir a peor. De Estambul, he salido con la impresión de no haber conocido todo. Quizás no ayudó mucho el tiempo, pues hemos tenido varios días de lluvia. También me llevo una tristeza bastante grande, la de los niños de la calle que andan buscando en la basura, descalzos….

Bueno, el paso siguiente fue Bergamo (Pergamo), para visitar la el Esclipion y la Acrópolis. Lo primero fue un hospital durante la época romana y tiene cosas curiosas, hacían entrar a los enfermos por un largo túnel y por lo visto los curaban por los sueños que tenían. Las ruinas de la acrópolis, son espectaculares, están en lo alto de una colina desde la que se divisa toda la región, hay cosas en muy buen estado, como el circo romano que tiene una inclinación exagerada, para aprovechar la ladera. Aquí he empezado a ver como son de hospitalarios los Turcos, cuando subía por la carretera hacia la Acrópolis (6km), paró un coche de policía que insistió en llevarme hasta arriba, a pesar de que les dije que quería ir andando. Al final llegamos al termino medio de que me dejaban en un desvío más adelante. Después pararon otros dos coches para llevarme. En el pueblo, debía ser yo el único turista, la gente viene hasta aquí en autobuses con viajes organizados. Paseando por el pequeño bazar, 4 hombres me invitaron a sentarme con ellos, me confundieron por Turco en un principio. Luego estuvimos hablando gracias a que uno de ellos era profesor de francés y otro sabía 4 palabras en ingles. Este último es de ese tipo de personas que dice una palabra en ingles, el resto en Turco y pretende que le entiendas. Los otros dos personajes eran uno vigilante del museo y un religioso, a parte del té que me tomé, el religioso me regaló dos bolígrafos y un mechero (para darme calor cuando tuviera frío), fue un momento muy bonito. Justo el día siguiente empieza el Ramadan, es fácil enterarse pues a las 6 de la mañana y de la tarde lanzan un petardazo para indicar el principio y el fin del ayuno. Y a partir de la siguiente noche, también hay una especie de banda con varios tambores que va tocando toda la noche por la ciudad.

Lo siguiente son las ruinas de Efeso, estas si que son una pasada, se pueden ver un montón de cosas, aparte de circos romanos, que creo que me voy a hartar de ver. También está la famosa portada de la biblioteca de Celso que es preciosa y que tuve la suerte de poder fotografiar sin gente por allí. Unas letrinas, mosaicos escondidos (adonde los guías no suelen ir), calzadas de mármol, fuentes públicas, portadas de templos…. y miles de columnas y piedras por los suelos. El pueblo en el que hay que dormir es Selcuk, las dos tardes las pasé viendo como jugaban los hombres la partida en la plaza principal, allí me invitaban a té sólo por estar viéndoles y decir “Merhaba” (hola), juegan a una especie de damas (este es el que más me gustó) y a un juego que se llama Okai que es como el chichón pero jugado con fichas como el dominó (no he entendido todavía las reglas). En el primer juego había un tío que me cayó fenomenal, parecía siempre que iba perdiendo y de repente daba la vuelta a la tortilla y ganaba, siempre iba varias jugadas por delante, pero lo que más me gustaba era su risa, franca a más no poder, que soltaba a la mínima, sobre todo cuando le salía bien una jugada, y sin ningún tipo de burla al otro jugador.

Con muchas ganas llegué a Pamukkale, la gran decepción. Éste es uno de los lugares más famosos y turísticos de Turquía, por las Piscinas de Travertino, son unas formaciones de cal enormes que forman terrazas y piscinas de agua cristalina, el color es blanco y resalta muchísimo, parece nieve y en algunos sitios se ven estalactitas y estalagmitas que parecen cascadas de hielo. Lo peor es que está medio destrozado de la cantidad de gente que pasa por allí, hay un camino sobre la cal, negro por el paso de la gente y muchas de las terrazas y piscinas ya no tienen agua, porque la usan los de los hoteles para sus piscinas. Para entrar hay que hacerlo descalzo y es bastante duro en algunos sitios, la gente va medio doblada. No te puedes bañar en las piscinas, salvo en la de un hotel que hay arriba (pagando primero el impuesto revolucionario), y que tiene columnas romanas dentro del agua. Esto atrae a tanta gente, que las ruinas que están detrás están dejadas de la mano de Dios, sin ningún tipo de indicación ni cuidado. El teatro romano es espectacular y conserva gran parte del escenario. El pueblo de Pamukkale era antiguamente un pequeño pueblo agrícola, hoy es un centro para turistas y da bastante pena, pero en fin, hay que verlo todo.

Desde Pamukkale me paso dos días metido en los autobuses para primero bajar a Myra, en la costa mediterránea y después subir a Capadoccia. En Myra hay unas tumbas Licias excavadas en las rocas, que yo tenía muchas ganas de ver, se ven unas 20 casas/tumba en las rocas, algunas en lo alto de los riscos. También, como no, hay un muy bien conservado teatro romano. Por la tarde en el pueblo de Kale hablo con Mustafa, el dueño de una pastelería, a la que vuelvo después de cenar para regalarme, como casi todas las noches, con un cuy (té) y baklava (pastelitos), cuando voy a pagar me dice que no hay problema, que estoy invitado. Al día siguiente mi autobús sale con 1h de retraso por problemas en la carretera, como tengo tiempo me voy a la pastelería con la idea de pagar algo, así que me pido un cuy y unos pastelitos y también otro para Mustafa y para su hijo que está allí, pues nada que no ha habido manera de pagarle, que dice que no hay problema y que estoy invitado. ¡igualitos que los griegos! Muchos niños por la calle me dicen Hello!, así sin más, otros dicen “money”, que se le va a hacer.

Capadoccia. Que puedo contar? Me ha parecido uno de los lugares más bonitos que he visto en mi vida, uno de esos lugares donde no me importaría quedarme a vivir, parece sacado de un cuento. Aunque es un lugar turístico, el pueblo de Göreme, es un lugar con mucho encanto, se mezclan los lugares para turistas con los agricultores que siembran los fértiles campos de los alrededores. La Capadoccia es conocida por sus formaciones rocosas, como estalagmitas que salen del suelo. Muchas de ellas están oradadas y fueron en su día utilizadas como viviendas o construyeron iglesias en su interior, algunas muy bonitas y que todavía conservan algunos frescos. Lo más bonito es pasear por entre las formaciones y perderse por los miles de caminos que hay, con cuidado para no meterse en las plantaciones de los agricultores. Entrar en todos los agujeros que están al alcance, los menos pues la mayoría están bastante alejados del suelo (debían utilizar escaleras para subir). Hay muchos valles que se pueden visitar desde el pueblo de Göreme, a cuál más espectacular, hay algunas formaciones que parecen falos, otras que tienen una especie de sombrero encima (el sombrero es una roca dura que aguanta mientras que la parte de abajo más blanda se la va llevando el viento y la lluvia), otras parecen chimeneas de cuentos de hadas, algunas parecen tener hasta tres chimeneas encima. En toda la provincia hay además varias ciudades enterradas en las cuales se escondían los habitantes cuando venia algún invasor. En la que visité yo hay 8 niveles, nosotros bajamos hasta 60m, dicen que podían vivir allí unas 20000 personas. Pero lo mejor ha sido la gente que he conocido por allí, esta vez viajeros como yo. Una chica, Freda, china que me ayudó a moverme en la ciudad subterránea, una pareja de alemanes con los que compartimos alojamiento y charlas interminables en la terraza. El alemán ha corrido 12 IronManes, incluido Hawai (Alberto, ten cuidado a quien vacilas por ahí)… Una señora canadiense (igualita que Maite Benavides), que cuando se enteró de que me iba sin ver el valle del Amor, no paró hasta que fuimos allí a verlo y de verdad que mereció la pena, a la vuelta del valle un agricultor se ofreció a llevarnos en su carro, tirado por un caballo, y fue una experiencia espléndida e impagable.

El siguiente paso ha sido ir casi hasta la frontera con Irán para ver el monte Ararat. Ya sabéis, donde dicen que se posó el Arca de Noé. El monte estaba nevado y la vista desde el pueblo de Doubayazut (se pronuncia más o menos así pero se escribe mu raro) es muy bonita con la montaña casi sobre el pueblo. Esta es zona kurda y la verdad es que me apetecía conocerla, he leído varios libros de gente que ha pasado por aquí y habla maravillas de ellos, de su hospitalidad y amabilidad, por otro lado la versión oficial (estatal) dice que son peligrosos, terroristas y demás. La zona está llena de cuarteles militares y hay muchos controles en las carreteras, en las ciudades hay hasta tanquetas y un montón de militares con las armas en la mano. Un kurdo con el que hablé me contó, y esa también es mi impresión, que los controles son una manera de demostrar que la zona es peligrosa y así evitar que la gente venga por aquí. Los kurdos que yo he conocido son, si cabe, aún más hospitalarios que los turcos, si te ve alguien en la calle dudando, enseguida te preguntan si pueden ayudarte en algo. He hablado por signos con alguna gente, que muestra mucho interés en ayudarme sin que yo les haya pedido ayuda. Desde este pueblo se puede acceder al palacio de Isak Pasa, que está en un lugar espectacular en una colina. La mala suerte, el lunes está cerrado justo el día que fui yo. De todas formas las vistas han sido magníficas, también que un coche haya parado en la carretera para subirme hasta el palacio, sin yo hacer ninguna señal.

Desde aquí me fui al Lago Van que es el centro de la zona Kurda. La verdad es que no me gusto la ciudad y vi alguna cosa rara, por lo que decidí que no se me había perdido nada allí y largarme. Efectivamente, cuando estaba tomando un te esperando al autobús, en la tele aparecieron revueltas por la ciudad y un político sonriendo y tratando de tranquilizar. La gente por esta zona no habla inglés, y yo no hablo Turco, así que no me enteré de que pasaba.

La última etapa en Turquía me lleva al Monte Nemrut, está en el interior del país y llegar allí fue una autentica odisea, cambiando cada dos por tres de minibús (furgoneta), además no pude comer nada en todo el día, no lo hice aposta pero he seguido los preceptos del Ramadam. Bueno, el lugar al que llegué en la base de la montaña es un pueblo pequeñito y encantador, daba gusto estar allí con gente que iba a la pensión a charlar, menos mal que había un chaval de Nueva Zelanda con el que pude hablar. Lo malo es que es una zona militar y apareció por allí un militar con una ametralladora rusa, un hombre que estaba allí se puso a jugar con ella, hasta que no se fue el soldado yo no pude respirar. La conversación con el Neo Zelandés giró en torno a las guerras y las armas. Bueno, que me voy por las ramas, al día siguiente subí hasta donde se encuentra el monte Nemrut, lo llamaron el templo de los dioses y es una tumba que está flanqueada por dos grupos de enormes estatuas. Estas estatuas en su día eran tronos en los cuales había varios dioses sentados (Zeus, Heracles…), también había dos águilas y dos leones a los lados, debido a algún terremoto las enormes estatuas han caído. Las cabezas están caídas a los pies de los tronos y miden unos 2m de alto, la que más me ha gustado es la cabeza de león. El lugar es muy bonito y se aprecia perfectamente como seria en su día este inmenso templo.

Mañana voy a Siria, a Aleppo, otro país otras costumbres que veremos que depara.

Bueno, ya tengo fecha (más o menos) de vuelta, será por el 25 de Noviembre. Aunque estaré poco tiempo en Madrid pues voy a ir con la ONCE a Méjico a subir el volcán Orýzaba entre el 2 y el 15 de diciembre.

Espero no haberos aburrido mucho y si os mola pues me contestáis que me hace ilusión.

Salud, república, mucho rock’n'roll y que se acaben las guerras y el hambre de una vez.
Ricardo

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