5 de junio de 2005

Crónica de Eva Arranz

Un año más, un ironman más, esto empieza a ser un poco repetitivo

Como cada año en estas circunstancias nos queremos acostar pronto, pero al final no lo hacemos. Aunque Ricardo es un poco más serio en eso que Alberto y no se va excesivamente tarde. Los demás nos quedamos charlando y en un par de ocasiones tiene que bajar alguien a decirnos que hablemos más bajito (esto parece una salida de jovencitos en la que el profe tiene que decir que te calles).

Al día siguiente empieza todo el mundo a despertarse y yo me quedo en la cama, como suele ser también habitual en estas circunstancias. Cuando todos se van la casa queda muy silenciosa. Los niños se despiertan a las 9 más o menos, Ricardo lleva ya dos horas haciendo de las suyas, pero no puedo llamar porque no hay cobertura. Intento que los niños se den prisa pero se han levantado muy rebeldes. Cuando estamos medio listos empiezo a buscar los mapas de la carrera que traía preparados desde Madrid, en una carpetilla con el nombre RXT. No hay manera, rebusco por todas partes y no los encuentro, por supuesto sin cobertura, los niños gritando, ¡¡ esto es un infierno ¡!. Por fin entra una llamada de Alberto, le digo que dónde me ha dejado los papeles y nos enteramos que se los ha llevado Alberto el inútil, me consigue decir el nombre del pueblo y cojo el coche. Salgo del pueblo hacia la presa, he acertado de coña, y veo el nombre del pueblo así que sigo la señal y empezamos el infierno, ¡dios mío que curvas!. Esto es peor que Galicia.
Menos mal que los niños no se marean pero se nos hicieron interminables. Cuando nos queda muy poco para llegar nos llama Alberto que ya no están en ese pueblo, que Ricardo acaba de pasar que me vaya a otro. Parece que no voy a llegar nunca, y los niños que cuanto falta, y yo con el coche de Agus agobiada en esta carretera súper estrecha, con más curvas que yo que sé.

Pero por fin llego a un desvío donde dice el nombre del pueblo y me ha dicho Alberto que desde ahí son pocos kilómetros. Cuando llevamos un poco recorrido sale un ciclista de una carretera lateral y nos damos cuenta de que es Ricardo. Se nos pasan todos los males y nos ponemos los 3 a gritar como locos en el coche. ¡¡ Ricardo, Ricardo!!. Pero Ricardo no nos oye. Así que decidimos adelantarle. Para que nos vea y no se ponga nervioso pensando que tiene un coche detrás. ¡Y todos tan felices!. Estos son los momentos que te hacen olvidarte del calor, de la hora que llevas en el coche, de los niños, de todo. ¡Has visto a tu corredor!.

Cuando llego a donde están todos hay que correr porque se han metido en un sitio un poquito alejado, no da tiempo a casi nada. Le vemos, todos estamos muy nerviosos, no quieres que se te olvide nada. Y aquí compiten Alberto y Agus por estar pendientes de Ricardo. Los demás de mirandas.

Se va, y otra vez al coche. Y otra vez la misma carretera. Sólo hasta el desvío y luego a Gandesa. Aquí estamos un poco más porque Ricardo pasará y luego volverá por el mismo sitio. Estamos con una pareja muy cachonda, parecen la mujer y el padre de uno de los corredores, son de Valencia, y nos echamos unas risas.
Mientras los niños están jugando en una sombrita con unos juguetes que hemos traído.
Se están portando muy bien.

Por fin pasa Ricardo. A mí esto cada vez se me hace más largo. Pasa Ricardo, parece que está un segundo y ¡otra vez a esperar!. ¡Encima no se ha parado!. Dice que a la vuelta.
Esperas lo que parece ser una eternidad y por fin llega Ricardo. Menos mal que somos unos cuantos y que nos reímos un montón.

Está un momento, y sigue hasta la siguiente parada. Y nosotros otra vez al coche, misma carretera, ….. Llegamos a Batea (¡otra vez!) y cuando estamos esperando que llegue Richi, llega el corredor de los de Valencia. Tiene mucho frio (¡a este chico le pasa algo porque hace una calor insoportable!). Y cuando está a mi lado empieza a derrumbarse, intento agarrarle pero casi no puedo, plof,,, al suelo. ¡Si es que esto es una burrada!. Pero nada, el tío se sienta a una sombrita, le traemos una silla de playa, y al poco rato como nuevo. A seguir con la tontería.
Mientras llega Ricardo y como estamos en una curva sigue un poco hasta donde estábamos la primera vez un poco más abajo, y todos corriendo con la bebida, la comida, la nevera, ¡la leche que cansado es esto!.
Culpándonos unos a otros, si es que claro el chico va a donde estábamos, como se va a imaginar que vamos a cambiar, y tal y cual.

Besitos de fuerza de los niños que deben funcionar, porque Ricardo va como una moto y otra vez al coche y yo ya me estoy empezando a cansar de ir de un lado a otro y es la hora de comer y no he traido nada para los niños ¡que parezco nueva! Si es que siempre me lían, ayer dijeron que nos daba tiempo a comer entre parada y parada y no da tiempo.

Asi que decido que me voy a comer con los niños y Reyes se apunta, nos vamos a saltar un avituallamiento. Llegamos al pueblo, La Fatarella, y donde nos han dicho que vayamos a comernos un bocata no tienen pan, nos mandan a otro y cuando llegamos es un restaurante, teníamos idea de un bocata pero nos da corte, pensamos que no van a tener, asi que pedimos algo de comer. Yo medio como porque me parece que tardan demasiado y me estoy empezando a poner nerviosa, si es que es lo que tiene esto, que ya que estás parece que da cosa perderte una parada de Ricardo. Bueno, aprovecho y llamo a estos para ver si quieren algo, pregunto y tienen ¡carta de bocatas!. Y vaya bocatas que les han hecho, pan calentito, etc. Bueno, cuando ya estamos a punto de acabar aparecen los demás, y como estamos todos supernerviosos, sobre todo Alberto y Agus, estos dos se largan, primero Alberto y detrás Agus, y se oye ¡plaf!, como un dibujo animado el Agus se ha estampado contra el cristal. ¡para morirse de la risa!. Lo mejor el inútil que sale y vuelve diciendo que cada uno de los del restaurante le de un euro que su amigo no hace el idiota gratis. ¡pero lo dice de una forma que todos nos partimos de la risa!.

Por fin nos vamos al avituallamiento, Tenemos que esperar un rato hasta que llega Ricardo y sacamos la sombrilla, un paraguas, aquí no hay quien pare.

¡Si es que esto es un coñazo!. ¡No sé como me convencen!. Bueno sí lo sé. Porque queremos un montón a Ricardo y los niños quieren entrar con él en meta y sobre todo porque Ricardo quiere entrar con ellos. Y esto se hace una vez en la vida, bueno con esta ya van dos.

Bueno, por fín llega Ricardo. Y al coche. Vamos corriendo a Riba-Roja y esperamos a Ricardo para que nos deje su bici. Porque voy a ir con él los primeros 13 kilómetros. El insiste que puedo ir sin bici, que va a ir andando, pero no le creo. Vamos todo el camino charlando, me da agobio pensar que está hablando demasiado y lo va a pagar después, no sé que hacer, dejar de hablar, hablar yo. Pero a él le veo genial. Y a mí me gusta acompañarle, para variar mola estar dentro con él y no esperando.

Cuando llegamos están todos esperando y se va Alberto con la bici a acompañarle, mientras que van y vienen sí tenemos tiempo y nos vamos a comprar la cena, una gran idea creo que de Conchi, mientras estamos comprando los niños corriendo de un lado a otro. En el último momento Martín quiere comprar una cosa y me la dá, los demás cogen todo y se van y nos quedamos Alberto el inútil y yo, cuando por fín pagamos, nos vamos y llegamos a donde están los demás ¡me falta David!, joder! Corre que te corre al super y David, tan feliz, en un juego sentadito. Como si no fuera con él.
Nos vamos a tomar una cerveza y luego nos vamos andando por donde tiene que volver Ricardo. Ya se está haciendo de noche. Cuando llega Ricardo, David quiere ir con él y se coge un berrinche.
Cuando vuelven Alberto deja la bici y se van los tres: Alberto, Ricardo y Alberto el inútil. Y los demás nos vamos a casita a ducharnos, preparar la cena. Yo doy de cenar a los niños y empezamos a ponernos todos nerviosos porque Alberto nos dice que nos llama cuando estén llegando, pero como no hay cobertura no queremos perdernos la entrada asi que nos vamos todos. Los niños y yo nos quedamos al lado de la casa porque van a pasar por ahí, ya no sé que hacer para entretenerlos, Martín quiere irse a dormir, está muerto el pobre.
Nos vamos hacia la meta porque necesito ver que pasa, estamos todos supernerviosos.
Después de un rato, llega Alberto corriendo porque está a punto de llegar, Bajo la calle con los niños para que entren con él. David quiere ir lejos, Martín no. Por fín llega y vamos corriendo, ¡Qué emoción!.

¡Esto es una locura!. ¡Vaya paliza!. Como el plasta de mi marido me diga que quiere correrlo le ahorco.

Después de llevar allí un rato nos queremos ir pero le dicen a Ricardo que espere un poco que van a entregar trofeos. Empiezan a repartir y de pronto le nombran a él. Dicen unas palabras sobre él, sobre su grandeza, lo difícil que es para él y todos estamos llorando. Todos sin excepción.

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