24 de septiembre de 2005

Entre budismo e hinduismo

Es duro viajar por India

Antes de venir aquí, lees bastantes cosas. Te preparas sobre todo para el tema de la pobreza, presente en casi cualquier sitio. También para las basuras, para los ruidos, para las calles en las que tienes que andar con mucho cuidado para que no te pille algún vehículo o para no caer en un agujero. Los traslados son una aventura, se tardan 2 horas en hacer 100km, cuando la carretera es buena. Cada día por lo menos 20 personas se te acercan a pedirte dinero. Niños a los que tienes que ignorar porque no se les debe dar nada, sus padres les mandan pedir porque ganan mas dinero que ellos trabajando. Madres con un niño pequeño en brazos, con las que pasa lo mismo. Luego hay un montón de tullidos por la calle, gente con lepra, con deformaciones, sin miembros…. Las calles están llenas de basura, por casi todos lados, o amontonadas en los bordes, la gente tira las cosas al suelo sin mas miramientos. Una de las cosas que mas llama la atención en India son los santones, gente que ha abandonado una vida material para dedicarse a peregrinar y a meditar, viven prácticamente con lo puesto y son muy venerados, si piden algo es porque realmente lo necesitan. Pero luego están los embaucadores, vestidos como estos que lo único que tratan es de sacar un poco de dinero de los turistas extranjeros. Una de las cosas que mas rabia me están dando es el trato de la mayoría de los turistas israelíes, (no todos, que hay muchas excepciones), van mirando a la gente por encima del hombro y si pueden se escaquean de pagar en los restaurantes (comer bien cuesta entre 1 y 2 euros), lo bueno es que es fácil reconocerles porque todos llevan una manta encima, a modo de chall. También esta el monzón, que si que es muy curioso, pero de repente se cierra el cielo y empieza a descargar el diluvio universal, a veces caen terraplenes en las carreteras, las calles parecen riadas, salvo necesidad, la vida desaparece de las calles. La gente no parece tener mas intereses ni preocupaciones que el día a día, sobrevivir. Subiendo puertos de montaña de mas de 5000m, te encuentras con gente que trabaja asfaltando la carretera, se pasan los meses de verano pasando un frío infernal, soportando nieves y lluvias sin apenas ropa y con unas míseras chanclas. Calientas sus cuerpos y su comida en la misma lumbre que usan para derretir el alquitrán, y están prácticamente negros de este. Todo ello por una miseria. También hay otros que se dedican a aporrear piedras enormes para hacer graba, con un martillo. Hay cosas muy bonitas, si, pero para ello hay que tragarse bastantes cosas un poco desagradables.

Por suerte muchas de estas cosas se diluyen cuando ves a unos niños riendo y jugando en la calle. O a una señora encantadora que atiende una lavandería, o a un santón que te da un amuleto protector sin mas razón. O por otros viajeros, también israelíes, con los que vives buenos momentos.

Para llegar a Ladakh, desde Kashmir, hay que hacer 415km en dos días. Se suben puertos de mas de 4000m, las carreteras son muy estrechas, a veces caen piedras que dificultan el paso, otras es un trozo de carretera el que ha caído por el barranco, o si no un puente que se ha derrumbado. La salida de Cachemira es espectacular, con el valle verde salpicado de casas con el tejado de cinc. Poco a poco van llegando las montañas y el autobús cada vez va mas lento. Además hay que parar cada dos por tres en los controles del ejercito, el ayudante del conductor nos ha pasado un montón de hojas en blanco para que los turistas apuntemos nuestros datos y así no tener que bajar en los controles, le da el papel al militar y a seguir. Cuando llevamos apenas 2h de viaje, nos detenemos en un pueblo y nos dicen que la carretera esta rota mas adelante, que no se puede pasar hasta que no la arreglen. Resulta que se ha caído un puente, por suerte el ejercito sirve para algo mas que para hacer controles y habilitan una especie de paso por el río. A las 11h de la noche llegamos al sitio donde debemos pasar la noche, como no se ve mucho y además a las 5h sale de nuevo el bus, decido quedarme a dormir en el bus, no soy el único. Esta seria la buena opción pues todos llegan a las 5 con cara de sueño y yo sigo durmiendo tan a gusto en el bus. Tras varios controles mas y otras paradas llegamos a Ladakh hacia las 15h.
Ladakh es una parte de la meseta tibetana que pertenece a india. La capital es Leh y esta a mas de 3400m de altura. El paraje es desértico, salvo en los valles donde el agua de los ríos hace que haya mucha vegetación y que sea donde se asientan los pueblos. Todo aquí es budismo, esta lleno de stupas que son una especie de templos que contienen reliquias y que deben ser pasados por el lado izquierdo, dejándolo a la derecha. Los rasgos de la gente son predominantemente tibetanos, aunque la mayoría de los que tienen negocios prósperos son musulmanes de Cachemira que solo están aquí durante el verano. Esto es así, porque el invierno aquí es durísimo, debe ser uno de los lugares mas fríos del planeta. La gente almacena durante el verano tallos que ponen a secar en los tejados y que servirán como combustible durante el invierno. He conocido a unos españoles, Olaya, Gabby y José, con los que he pasado unos días aquí y también en McLeod Ganj.

Casi, casi toco techo. Crónica de un pequeño fracaso. Intento de subida al Khardung La. Creo que peque de soberbia, pues iba pensando en meterme con mi amigo Alberto diciéndole que he subido mas alto que el en bici y me lo he tenido que tragar. Intente subir al Khardung La, tiene 5605m de altura, desde 3400m que esta Leh, en 39km de ascensión. Alquile un hierro (mi bici es una pasada al lado de esta) y me fui para allá, estaba bien aclimatado porque hacia poco en Irán estuve a esa altura, estaba fuerte por el RXT y tire. Cuando me faltaban 10km tuve que bajarme de la bici y hacerlo andando, no estoy acostumbrado a hacer bici en altura. La bici pesaba como un demonio, pero me encontraba muy bien andando, no tenia problemas e iba a llegar. Cuando me faltan 6km, empieza a nevar, el cielo esta cada vez mas oscuro, las nubes y las nieves vienen de la dirección en la que voy, no veo nada. No iba preparado para un frío así, solo llevaba unos mitones de lana y un forro muy finito. Sigo para arriba, cada vez nieva mas, cuando me faltan 2,5km nieva mucho, estoy helado y empiezo a pensar que mas abajo debe ser lluvia y hacerme 39km de bajada congelado, con la carretera mojada, con una bici que mi amigo Alberto hubiera tirado a la basura nada mas verla, es una locura. Es pronto, son las 12h30, me faltan 30 minutos, y me había dado de plazo para bajar con seguridad hasta las 14h, me encuentro con fuerzas, pero desisto. Creo que hubiera tardado 6h en subirlo. Me doy la vuelta y empiezo a bajar. Cuando he bajado 11km hay una especie de puesto del que sale un militar y me invita a un café, casi le beso los morros. Al salir a la intemperie miro para arriba, el puerto esta despejado (”me cago en to lo que se menea”), si hubiera subido un camión y me hubiera dejado donde me volví, pero nadie sube ya. No me queda mal sabor de boca porque creo que físicamente lo tenia, pero la montaña no me lo permitió. Pero no ha podido ser, creo que llegue a estar a más de 5500m de altura pues me han dicho después que lo último es prácticamente llano.

Los demás días en Leh los he dedicado a visitar lugares budistas. Con los españoles asistimos a un baile de máscaras que se celebra con motivo del festival de Ladakh. Eran varias danzas, de las cuales nos gusto una, el baile era bastante repetitivo y, por lo menos para mi, carecía de sentido. Lo mas bonito eran los trajes y mascaras que llevaban, parecían señores importantes con caretas de demonios. Los Gonpas son los templos budistas, la mayoría tienen representaciones de buda, casi todas distintas. El que mas me ha gustado es el que esta en el pueblo de Tikshey, primero por el emplazamiento, esta en lo alto de una colina y por debajo del gonpa se encuentra el pueblo. También el monasterio en si es precioso y lo mas espectacular es una estatua de buda de 12m de altura. He visto otras bastante grandes, pero esta es la que mas me ha gustado. En la ciudad de Leh, además de varios Gonpas, hay una stupa muy grande, Shanti Stupa, que se encuentra en una colina justo encima de la ciudad. Varias tardes he subido allí pues las vistas son magníficas, el cielo es precioso y el juego de luces y sombras de las nubes sobre las montañas una delicia. Hay muchos turistas, sobre todo gente atraída por el budismo, pero también los hay que vienen a hacer trecking, sin duda es un lugar en el que te sientes a gusto. A cinco minutos de la calle principal, llena de tiendas para turistas, ya hay campos sembrados de cereales y yak que se usan para trabajar la tierra, además de muchas acequias por las que corre el agua y que la gente usa para lavarse o para lavar la ropa. Sin ir más lejos a la puerta de mi hotel había una lavandería que lava la ropa por un canalizo que pasa por la puerta o bien en un riachuelo un poco más abajo. Bueno, lavar, lavar, es mucho decir, bien es verdad que dejan la ropa limpia, pero lo que hacen golpear la ropa contra las piedras con mucha fuerza, no se sabe si quieren romper la ropa o las piedras.

Salir de Ladakh si que ha sido una odisea. Voy en dirección a Manali, que está a unos 435km. Esta carretera se cierra a mediados de septiembre cuando empiezan las nieves y con razón. Yo salí el día 13, cuando apenas llevamos 3h de viaje y vamos subiendo un puerto, ya lleva un rato nevando y el autobús no puede pasar, patina. Nos tenemos que bajar y empujar el autobús, pienso esto es una locura, acabamos de empezar, nos quedan dos días de viaje. No paró de nevar o de llover en todo el viaje, pero no tuvimos que empujar más el bus. Si, en cambio, hubo que apartar una piedra, un poco más pequeña que un coche que había caído en la carretera, además de otras peripecias. En la parte alta se puede ver a gente tiznada de negro alquitranando la carretera en una lucha perdida pues el año que viene el invierno la habrá destrozado de nuevo. No sé como el conductor es capaz de ver algo, entre la nieve y la niebla, por fin hacia las 8h de la noche decide parar en un campamento con tiendas de campaña donde dormiremos unas horas en el saco y bajo un edredón que no deja pasar el frío. Salimos a las 5 a.m., y tenemos una incógnita por delante, un puente lleva varios días derrumbado, la gente (entre ellos mis dos amigos Gabby y José) tiene que cruzarlo en una tirolina. A mi me hubiera gustado pasarlo así, pero justo hoy está arreglado, sin embargo es una suerte pues se tardaba más de dos horas en pasar a la gente y sus bultos al otro lado donde estaba otro autobús esperando. La bajada final a Manali es espectacular, pues ha desaparecido el desierto y el valle es verde, lleno de caídas enormes de agua. Olaya, unos días más tarde, en vez de viajar en bus lo hizo en coche, 21h seguidas, una locura, con el mismo conductor.

Manali es un sitio precioso dentro del Himalaya, todo es verde, lleno de vegetación, de árboles altísimos y de gente encantadora. Lo malo es que lleva varios días instalado el monzón por aquí y no para de llover. Esto ya es territorio hinduista y los templos empiezan a cambiar, la mayoría son edificios bonitos, pero el interior parece una fiesta de cumpleaños de un niño, están decorados con banderines de colores, tantos que a veces no se ven los propios dioses. Siempre que entras a un templo hay que hacer sonar las campanas que hay por todo el camino y al llegar al lugar principal, te pintan un punto rojo entre las cejas, además de pedirte una donación. Con esto hay que tener cuidado pues hay gente que se aprovecha y se queda con el dinero, que supuestamente es para el templo, yo procuro echarla en unas urnas puestas para ello, salvo que la persona me de confianza. Con tanta lluvia decido irme a McLeod Ganj, donde están Gabby y José.

Si en Manali me parecía que llovía mucho, aquí he visto el diluvio universal, el monzón en acción. El día amanece despejado y se va nublando poco a poco, una niebla va bajando por la montaña y sobre mediodía empieza a llover, al principio intermitentemente, como avisando. Al rato se desatan las nubes, llueve con locura, parece que tiran cubos desde arriba, en apenas 10′ hay un montón de ríos en las calles y al día siguiente veríamos que la carretera estaba llena de tierra. McLeod Ganj es el lugar donde se encuentra el gobierno del Tibet en el exilio, también la residencia del Dalai Lama. Todo es budista por aquí también, la gente viene buscando esto o bien hacer cursos de meditación, de lengua tibetana, de medicina…. He pasado unos buenos días entre chais (tes), pasteles, comidas y conversaciones con mis amigos españoles, hasta que nos hemos artado de la lluvia y hemos tirado cada cual por su lado.

El autobús que me lleva a Rishikesh es de 34 plazas, salvo 4 el resto son israelitas. Están por todos lados, parecen haberse puesto de acuerdo para viajar a India este año. Esta es una población que pusieron de moda los Beatles porque vinieron aquí a meditar. Está llena de centros de meditación y de yoga. También es muy importante para el hinduismo porque por aquí pasa el río Ganges y hay muchos templos y mucha gente bañándose. Para el hinduismo este es uno de sus ríos más sagrados y bañarse en sus aguas es una devoción. Tienen unos lugares especiales para ello, llamados Ghat, y que son unas escaleras que bajan hasta el río. La gente se purifica en sus agua y limpia su ropa en ellas también. Se pueden ver los saris tendidos al sol después del baño. Los templos budistas no me parecen demasiado bonitos, aquí hay hasta comercios dentro del templo. Me he dado unos baños en el río, no se si para purificarme, pero me han sentado muy bien. Sus aguas son marrones por la arena que arrastran, pero está muy limpio, aquí al menos. Un poco más abajo hay otra ciudad santa, Hardwar, porque es donde el río abandona definitivamente el Himalaya, aquí están los últimos rápidos y en los Ghat hay cadenas para que la fuerza del agua no arrastre a la gente río abajo. La ciudad es un caos, pero el lugar santo es una gozada pues la gente está encantada por estar bañándose en el río y se puede caminar a gusto.

Me han hablado muy bien del lugar donde nace el río Ganges, Gangotri y decido ir a verlo. Como el autobús sale de noche decido ir en un coche compartido. Hasta mitad de camino se va bien aunque apretados, vamos 11 personas. Allí, en Uttarkashi, cambio de vehículo cojo un jeep un poco más pequeño y aquí entramos 12 personas, 4 por fila, el conductor conduce de lado. Como somos pocos, por el camino hay gente que se va subiendo al techo, sobre los bultos, hemos llegado a ir 15 personas, por estas carreteras de Dios pegando botes. Gangotri es el último pueblo habitado antes del nacimiento del Ganges, no hay coches y me ha gustado, es muy tranquilo. Pero lo mejor llega al día siguiente a la luz del día, está rodeado de montañas en medio de un valle precioso. Me pongo en marcha, pues quiero subir hasta Gunmukh, el glaciar donde nace el Ganges. Si ya me había gustado abajo, según se sube es alucinante, empiezan a surgir los picos nevados, muchos de más de 6000m. Está lleno de vegetación y el camino es muy fácil pues suben muchos peregrinos a ver el nacimiento de su río sagrado. Por debajo el río baja con mucha furia y por encima las montañas son preciosas, un recorrido fantástico. Paso la noche en un campamento a 14km de Gangotri, en Bhuj Basa, el único sitio donde se puede dormir. El día siguiente amanece completamente despejado, si cabe las vistas son aún más bonitas según va saliendo el sol y reflejándose en las nieves. El glaciar está 4km más arriba y de allí sale el río, parece que surge de la tierra, pues el glaciar está lleno de arena y apenas se distingue de la tierra de alrededor. Se pueden hacer varios trecking por aquí y también ascensiones, es un lugar poco conocido pero muy bonito.

Ahora estoy volviendo hacia el sur para ir a Nepal, creo que tengo un largo camino por delante que no se cuantos días me llevará. Eso será el próximo episodio.

Salud, republica y rock’n'roll.
Besitos a tod@s
Ricardito

PD: Ya he colgado algunas fotos.

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