17 de mayo de 2006

Barranco Consusa Superior

Espectacular descenso en el pirineo oscense.

Con mi amigo Tomás

Estamos en la zona del valle de Ainsa para hacer el barranco Consusa. Nuestra idea es hacer el barranco entero, que consta de los tramos superior, medio e inferior. Nos hemos levantado a las seis de la mañana, a pesar de no haber dormido mucho a causa del calor que hace, o quizás por haber cenado demasiado, que nunca se sabe.

A las siete y media nos ponemos en marcha. Nos espera una aproximación hasta el barranco de un poco menos de dos horas. El camino es muy fácil y muy bonito, a nuestras espaldas están la Peña Montañesa y el Castillo Mayor, que se alzan con las luces del amanecer. Vamos pasando por bosques de pinos casi todo el tiempo, la cuesta es cada vez más empinada, nos hace sudar bastante. Por fin llegamos a una especie de circo donde podemos ver la entrada del barranco, también unos neveros que hay por encima de este. Estamos a casi dos mil metros de desnivel. Es la primera vez que veo nieve cuando voy a hacer un barranco. Las reseñas de este barranco dicen que hay que hacerlo en primavera para poder encontrarlo con agua, pero que es muy difícil acertar, ya que depende de cómo haya ido el deshielo en la temporada. Tenemos suerte y podemos ver como las primeras cascadas llevan agua.

Desde la cabecera la vista es imponente, una larga sucesión de cascadas por debajo de nosotros. No parece muy encañonado por aquí, pero si que salva mucho desnivel. En frente tenemos el castillo mayor con un color ligeramente rosáceo. Las primeras cascadas son espectaculares, vamos rapelando por el agua cuando podemos.

Pero, “¡el agua está fría!, claro, ¡la nieve está ahí encima, que esperabas!” Lleva el agua justa para ir disfrutando a tope. Nos esperan muchos rápeles por delante y salvo en un par de ellos abajo del todo, no se puede saltar en ninguna de las pozas. “¿Ves eso?, hay un nevero ahí abajo, vamos a pasar a su lado. ¡Como mola!”.

De vez en cuando el barranco se encañona mucho, con toboganes que tenemos que bajar rapelando y que van haciendo curvas caprichosas. En estos momentos no vemos lo que tenemos por delante. Es cuando se abre un poco más, cuando parece que tenemos un abismo delante, ya que detrás de las siguientes piedras sólo está el valle que tenemos enfrente.

Varios rápeles después tenemos el primer contratiempo. Uno muy largo que nos obliga a poner dos cuerdas, y que llegan justo hasta abajo. Este rapel ha sido tendido, con varias curvas y piedras en medio, en una de ellas se nos ha quedado enganchada una de las cuerdas al intentar recuperarlas. ¡Mierda! Tenemos dos, pero claro si tenemos otro problema, la cosa se puede complicar. Toda la alegría que traíamos hasta aquí se ha venido un poco abajo. Para colmo, la otra cuerda larga que llevamos parece poseída por un duende y se anuda ella solita. Esto nos obliga a irla desenredando prácticamente en cada rapel y son un montón de ellos. En uno de ellos, en medio de un tobogán con una posición algo incómoda, ya que nos resbalamos, se ha enredado diabólicamente. ¡Es desesperante!, nos cuesta media hora o más ponerla para poder bajar, parece que tiene vida propia, los nudos se hacen solos.

Poco a poco, vamos recuperando la alegría. El barranco es espectacular, no concede ninguna tregua y tiene de todo. Agujeros en las rocas por los que pasa el agua y que no nos atrevemos a atravesar por miedo a quedar atrapados en medio. Rocas empotradas, que hay que pasar por debajo. Rápeles en los cuales brilla el sol y cae agua, por los que bajamos como si fuéramos deslizándonos por un tobogán. Casi todas las salidas en los rápeles son complicadas, hay que hacerlo con cuidado y colocarse bien, luego la cosa no se hace más fácil ya que por la mayoría corre el agua y la piedra está muy resbaladiza, lo importante es no soltar la cuerda. “¡Y esta poza, que guai, podemos saltar!” Estamos casi fuera del superior, vamos a parar a comer, pero antes hacemos un poco el tonto intentando subir a una piedra para poder saltar sobre una poza.

Ya en el tramo medio, un par de resaltes nos hacen tomar un senderillos indicado con hitos a la derecha. De repente, “Has visto, ya no se escucha el agua?” El río ha desaparecido, se debe filtrar bajo tierra. A partir de aquí apenas si habrá agua, salvo algunas pozas y un poco de agua que corra un poquito. Lo peor es el calor, estamos a cielo abierto y la roca está ardiendo, como hay muchos resaltes usamos las manos mucho para ayudarnos a bajar. Empezamos a notar las yemas de los dedos ardiendo, se nos abre un poco la piel. Hemos parado, incluso, a quitarnos la parte de arriba de los neoprenos, nos estábamos asfixiando. Han empezado a aparecer árboles y arbustos junto al cauce e incluso por él. Llevamos muchas horas de barranco, desde hace rato tenemos claro que no vamos a hacer la parte inferior, primero porque nos falta una cuerda y luego, porque estamos cansados. Un caminito nos saca hasta donde hemos dejado el coche. Son las seis de la tarde, hemos tardado ocho horas y media en bajarlo, más las dos horas de acceso. Llevamos una buena paliza encima. Ha sido un barranco muy exigente, pero muy, muy bonito y espectacular.

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