14 de julio de 2006

Nuestro viaje (a Centroamérica)…. porque tú vienes conmigo! (I)


Hola amig@!

Ya llevamos dos semanas por aquí y no hemos parado nada. Hemos visto un poco de todo, cosas que nos han gustado y otras que no. Gente encantadora y otra, no tanto.

Nuestra llegada fué un poco traumática, pues aterrizamos con un par de horas de retraso. Mientras estábamos buscando la dirección de la casa donde nos estaban esperando, nos robaron la cámara de fotos que llevaba chema. Era de noche y se metio en un sitio donde no nos atrevimos a entrar. ¡Que se le va a hacer! Lo malo es que los días siguientes hemos andado sin fiarnos de nada ni de nadie, con un poco de psicosis.

De La Habana, tomamos un bus hasta Santiago de Cuba para empezar nuestro recorrido en bicicleta. Cambiar dinero es algo raro, tienes la sensación de que todo el mundo te mira, y hay que estar pendiente y no enseñar nada. La moneda nacional es el Peso Cubano, pero para los turistas funciona el Peso Convertible o dólar que tiene una equivalencia parecida al Euro. Nosotros, los turistas, sólo podemos, en teoría, comprar en lugares para turistas donde nos cobran en esta moneda. La vida, en esta moneda, es un poco más barata que en españa. Sin embargo para los cubanos es mucho más barato todo. Bueno, en realidad no es así porque los sueldos se pagan en peso cubano y son muy bajos. Un guía cobra unos 10 euros al mes y un ingueniero de una fábrica importante, según sus palabras con un buen sueldo, 34 euros. Un hotel con todo incluido a nosotros nos sale por 30 pesos convertibles, mientras que a los cubanos les cuesta 3 pesos convertibles. No me gusta nada esto de pagar en otra moneda o pagar un precio distinto. Te hace sentir un poco como si no te quisieran, como si fueras un mal necesario, una cartera con patas.

En Santiago tuvimos nuestros primeros encuentros con los jineteros o buscavidas. Alguno te suelta una poesía y luego te exige que le des dinero, otros te quieren llevar, quieras tu o no, a un restaurante según ellos buenísimo…. Estuvimos un día en Santiago paseando y aclimatándonos al calor. La casa en la que nos hemos hospedado nos la proporcionó el jefe de la estación de autobuses donde paramos cuando veníamos de La Habana. Suelen ser casas coloniales con un aspecto un poco demacrado en el exterior pero muy acogedoras dentro. Solemos tener una habitación con baño y una o dos camas por 15-20 convertibles.
La comida hasta ahora es muy monótona, casi siemrpe es lo mismo. Pollo, filete o pescado, a lo que compañan plátanos fritos, una ensalada y arroz con frijoles. Tambien hemos problado alguna sopa y camarones en salsa. Por supuesto que mucha fruta, mango, piña, bananas y otra s muy raras y sabrosas. La langosta que comimos en una playa, os la cuento luego.

Con muchas ganas nos ponemos en marcha hacia Baracoa. Nos esperan varios días para llegar allí. El primero vamos hasta Guantánamo, son 82 kilómetros con una subida importante al principio. Tuvimos un problema y salimos media hora más tarde de lo que teníamos pensado, eso fué terrible ya que cuando nos quedaban 15km para llegar, el sol apretaba de pleno. No había ningún árbol donde refugiarnos y el calor parecía subir del asfalto hacia arriba. Yo tube que parar varias veces en alguna sombra escasa y tumbarme para que me bajara un poco la temperatura porque pensaba que me podía marear. Así que buscando agua, desesperadamente, llegamos a Guantánamo. Es una ciudad tranquila y bonita. Algunas calles tienen jardines delante de las casas, estas son muchas veces de madera y parece que necesitan un lavado urgente, al menos en el exteriror.

Por todos los sitios donde hemos ido pasando nos hemos encontrado muchos carteles a favor de la revolución y recordando a sus mártires. Frases como “Morir por la patria es un honor”, “La revolución es el camino hacia el socialismo”, “Todos con Fidel”, “Prefiero morir de pie que vivir arrodillado” y muchísimas más.

Nos hemos dado cuenta que los recorridos no podemos hacerlos como nosotros queramos sino buscando alojamientos intermedios. En muy pocos lugares hay algún lugar para hospedarse y no es posible encontrar ninguna casa que nos acoja porque está prohibido y muy prohibido. Así pues buscamos un punto intermedio hasta Baracoa que es un camping (campismo le dicen aquí). Por fin hemos visto el mar caribe y nos hemos bañado, el agua está más bien templada a veces caliente. En el camping hay mucha gente de vacaciones, cuando preguntamos resulta que son del pueblo de al lado que están pasando unos días. En teoría la gente es libre de hacer lo que quiera dentro del país pero nadie puede salir de él sin un permiso especial. Hasta ahora no hemos encontrado gente que hable muy mal de la situación, se quejan de que no tienen posibilidades y de otras cosas, pero están contentos con, por ejemplo la educación gratuita. Hemos pasado un buen rato en un puesto de fruta que había en la carretera, comiendo plátanos y bromeando con un hombre que no quería que le hicieramos una foto. Los que había por allí nos pedian que se la hicieramos aunque él no quisiera.

En el campismo la gente nos mete miedo, para llegar a Baracoa hay que subir La Farola, un puerto durísimo con unas rampas casi verticales. Es bastante duro, pero no para tanto, lo que si merece la pena son las vistas que se va n contemplando todo el tiempo. Tanto en la subida como en la bajada. Nos han dicho que una vez en el alto todo es bajada, así que paramos a comer una piña y unos plátanos encantados. Nuestro gozo en un pozo porque nos queda todavía una durísima subida. Además lo que nos queda es largo aunque sea favorable. Hemos conocido a un par de ciclistas que nos han acompañado un tramo, son chavales cubanos seguidores de Indurain y amantes del ciclismo. Con uno de ellos hemos bajado gran parte del puerto y nos ha acompañado hasta nuestro alojamiento en Baracoa.

La señora nos ha puesto una cantidad ingente de comida, pero estamos realmente hambrientos y no dejamos nada en los platos, está encantada. La casa es muy chula con los techos altos y un bonito patio lleno de plantas en el interior. Tiene varias mecedoras en las que tomar el fresco.
Baracoa es una ciudad bonita junto al mar. Un paseo por el malecón y un bañito es una buena manera de pasar la tarde. Tambien se puede uno sentar en la plaza principal y esperar a que vayan apareciendo algunos personajes curiosos. Uno nos ofrece un disco (CD), que han grabado ellos y que quedó tercero en la edición de Cubadisco 2004 (los grammy de Cuba dice el hombre). Otro es un borrachín que parece hablar otro idioma porque no le entendemos casi nada, saca una botella con un líquido blanco y dice que no es agua, huele a aguardiente que tira para atrás. Pero el personaje, el único y verdadero, el más grande, ha sido sin duda, “El más romántico de Baracoa”, venía con unas hojas y una flor en la mano y se presentó así a nosotros. hemos tratado de hablar con él, pero como no le queremos dar nada, ha acabado insultándonos y todo, nos ha llamado enfadados, ratones, locos, y lo más fuerte me ha dicho a mi, ¡a mi !, que soy peor que el hermano de Bush, ¡eso sí que me ha dolido!. Ahí le hemos dicho que se había pasado y que ya no nos apetecía seguir aguantándole. Bueno, hemos pasado un buen rato, a pesar de todo. Hay una terraza junto a la casa de la Trova, por las noches hay un grupo tocando y se está muy bien escuchando la música en la calle. Entra un grupo de turistas, la mayoría mujeres, y de repente la pista está llena de cubanos que las sacan a bailar.

Nos vamos a pasar el día a la playa de Maguana, arena blanca en un lugar lleno de vegetación. Parece el paraiso, el agua es azul transparente y hay una barrera de coral a unos 300 metros de la costa. Nada más llegar nos ofrecen, por lo bajini, langosta para comer, 6 euros con arroz, plátanos y ensalada, ¡vale! Después de hacer esnorquel un rato, comemos una langosta que está muy buena, lo mejor es que la tenemos que comer medio a escondidas para que no nos vea nadie (el problema sería para el que nos la sirve, no para nosotros). Después de comer aparecen unos trabajadores de una obra cercana que están buscando cocos, bajan unos cuantos de una palmeral junto a nosotros y nos ofrecen, bebemos primero el líquido y luego comemos el interior, está buenísimo. Un rato de buena charla con uno de ellos, que dice que el no trabaja, sólo mira, es el jefe. Han sido 22km de bici para llegar aquí que tenemos que recorrer de vuelta, pero sin duda ha merecido la pena.

La subida al Yunque, la ponen como un reto, ya será menos! Vamos en bici con el tiempo justo porque queremos tomar un bus después de comer. Nos asignan un guía, es obligatorio para andar por cualquier parque, y partimos a toda pastilla. Después de media hora por una zona de mucha vegetación el guía para y dice, vamos a descansar, ¡vale!, Chema y yo nos miramos, ¿quien está cansado?, no paramos de hablar. Seguimos hasta un sitio donde nos dice, a partir de aquí no hay pérdida, podéis subir vosotros solos que os espero aquí, es que me duele la rodilla. Vamos! que el hombre no podía más. La subida es muy chula entre tanta vegetación, no se ve la cima hasta que no estás en ella. Las vistas son bonitas aunque está muy nublado, sería mejor un día despejado, aún así se ve el mar perféctamente.

Tomamos una guagua (bus) para Santiago, porque la carretera que va al norte está impracticable y es tontería deshacer el camino en bici.

En Santiago, al día siguiente, tomamos la carretera que va por la costa y que corre paralela a la Sierra Maestra. Está en bastante mal estado porque el huracán del año pasado la destrozó. Se me ha roto una de las alforjas y he perdido el diario, uno de cuero y papel reciclado que compré en la India. Cuando pueda, compraré otro para seguir escribiendo. La primera noche la pasamos en un cayo, un islote a pocos metros de la costa. Pasamos hasta allí en una barca de pedales. Somos los únicos huéspedes y se está de maravilla. La islita está llena de cangrejos ermitaños, esos que buscan una caracola y la llevan a rastras porque la parte de atrás de su cuerpo es muy débil. También hay otros cangrejos naranjas y negros que se mueven de lado y que van a toda pastilla. A estos los hemos visto por la carretera lejos del mar, por miles, parecían ir en peregrinación a algún sitio. De repente un cangrejo más grande sale de su agujero en la arena, deprisa, atrapa a otro más pequeño y se lo lleva a su madriguera para comérselo.

Vamos hasta otro campismo que está a unos 40km, hoy ha sido una etapa fácil, la carretera no es muy mala. Junto al mar hay una especie de piscina natural que forma un río. El salvavidas (socorrista), con un pedo considerable, me dice que el mar está muy peligroso, cuando le digo que me he dado un baño por la mañana ha flipado. Estaba fuerte y la playa llena de rocas, pero con cuidado al entrar o salir no había problema. Unos ingenieros encantadores nos dicen que si fueran periodistas hacían un reportaje y lo publicaba, para que todo el país supiera lo que estamos haciendo, tampoco es para tanto. En este campismo debe haber unos 20 trabajadores, pero en realidad solo curran dos “Amarillo” un chico para todo que no para en todo el día y el guardía de seguridad que nos trata fenomenal.

El siguiente punto dista 40km y sólo podemos alojarnos en un hotel de esos de todo incluido. No hay nada más, bueno por lo menos tomaremos toda la cerveza que queramos.

Por delante tenemos una etapa incierta, no sabemos cuantos kilómetros hay ni el estado de la carretera. Al final serán unos 50km de carretera sólo en algunos tramos, en otros son pistas en pésimo estado. Hemos tenido que empujar la bici y subir andando en varias ocasiones, vadear varios rios. No nos quitamos ni las zapatillas, se secan enseguida. En una parte hemos cogido un camión que pasaba y nos ha quitado 6km bastante duros. Los camiones llevan a la gente de un lugar a otro gratis. hemos llegado reventados a Bartolomé Masó y para colmo, no hay alojamiento, el campismo está lleno. Por suerte si hay sitio donde queremos ir mañana, en Villa Santo Domingo, son 24km más, no podemos andar más así que cogemos un taxi. La carretera está llena de subidas y bajadas y el taxista va a toda pastilla con la música a todo trapo. En alguna curva tememos por nuestra integridad física, la mental ya la hemos perdido.

Queremos subir al Pico Turquino, el más alto de Cuba, aquí en la Sierra Maestra y también visitar el que fué el cuartel general de la guerrilla durante la revolución (La comandancia de la Plata). Es alucinante, pues dicen que se tiene que hacer en dos excursiones separadas y no se pueden aprovechar los 5km que hay de subida en común, hay que bajar de nuevo y volver a subir otra vez. Además el Pico Turquino hay que hacerlo en dos días, a nosotros nos parece demasiado y lo queremos hacer en uno. Es posible pero, contratanto un guía y pagándole de extranjis, no nos mola nada, así que iremos solo a la Comandancia de la Plata y listos. Al fin y al cabo era lo que yo más ilusión tenía por ver aquí en Cuba.

Subimos por una carretera que tiene 5km y sube 750m de desnivel, las rampas son durísimas. Nada más vernos, el guía, nos dice que vamos despacio, que el es mayor y que no puede ir deprisa. Le decimos que si quiere se suba en un coche, que para andar por la carretera no necesitamos a nadie, pero no nos hace caso. En las primeras rampas vamos a su ritmo, pero el hombre no puede hablar, con lo que inmersos en nuestros pensamientos y en la contemplación del paisaje, vamos cogiendo nuestro ritmo. De vez en cuando el hombre nos para, tiene que descansar, coge aire como si en ello le fuera la vida. Le decimos que suba tranquilo, que no hay prisa. Por suerte un rato antes de la cima, en las rampas más duras, se ha subido a un coche, así hemos podido subir a nuestro aire. Desde el alto del Naranjo, que así se llama el final de la carretera, nos adentramos en la selva hacia la comandancia de la Plata. Paramos en la casa de uno de los campesinos que ayudaron a los guerrilleros, actualmente es un puesto de control donde vuelven a escribir nuestros nombres y se aseguran de que no llevemos cámara fotográfica, pues está prohibido fotografiar la comandancia. Nos parece una tontería, pero que se le va a hacer. Lo primero que vemos es un pequeño museo con fotos y artilugios de la guerrilla y del lugar. Hay máquinas de escribir, fusiles, batas, jeringuillas, etc. Todo está muy bien explicado. Así que la visita a lo que fue la comandancia es muy chula pues sabes porque está así. Construyeron las casas sin talar ningún árbol ni allanar ningun terraplen para no poder ser localizados desde el aire. La casa de la cocina se haya en la parte más alta para acceder al agua más limpia, sólo se usaba de noche y se repartía la comida por el día, para que no se viera el humo. Todavía sigue vivo, increíblemente, un árbol en el cual Fidel probaba el armamento nuevo que recibían. El estado actual no es el ideal, porque el huracán que pasó por aquí el año pasado ha destrozado muchos de los árboles y alguna casa del lugar. Me ha gustado estar en este lugar y ver como pudieron sobrevivir unos cuantos guerrilleros contra un ejercito bien armado.

Nuestro siguiente destino es Bayamo, donde queremos pasar un día sin hacer nada, para recuperar. Tenemos ganas de abandonar las lomas y pedalear en llano. Cuando salimos de la sierra, nos quedan apenas 45km de llano, nos decimos en menos de dos horas estamos allí. Jà!, el viento sopla en contra y aunque no es demasiado fuerte nos va castigando. Nos vendrá bien el día de descanso en esta tranquila ciudad. Ayer fuimos a tomar un helado, la gente los toma de dos en dos, nosotros pedimos uno para cada uno, nos miraron raro, hoy tomaremos dos cada uno y ya está.

Salud y rock’n'roll, y un poquito de “son” cubano, que no está mal.
Ricardito

1 comentario:

  1. Hola Ricardo mi nombre es Caroline , y tu blog es muy chulo , estoy estudiando turismo y me acabo de crear uno , me gustaría que hecharas un vistazo ! travellingwithcaroline.blogspot.com.es ! gracias y enhorabuena :)

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