Pedaleando y cubaneando (15/07/06 al 29/07/06)
Ya estamos en México. La verdad es que ya tenía algo de ganas de abandonar la isla. Ha habido muchas cosas que no me han gustado. También he pasado muy buenos ratos con algunas de sus gentes, que harán que vea las cosas de otra manera. Es posible que me repita un poco con lo que puse en mi anterior mensaje, también es verdad que ciertas cosas que pensaba se han matizado un poquito, no mucho. Hemos hablado con muchísima gente y no hemos encontrado a nadie que no critique el sistema, la mayoría también critican al gobierno estadounidense y su bloqueo, pero nadie, absolutamente nadie habla mal de Fidel Castro. Algunos dicen que está un poco loco y que se está equivocando, pero lo hacen con respeto. Da la impresión de que es él el que sostiene el sistema, y que los cubanos lo aceptan por eso. El día 26 de Julio es la fiesta nacional en la que se conmemora el, digamos, inicio de la revolución. Ese día Fidel pronuncia su famoso discurso de un montón de horas. Nosotros llegamos a la estación de autobús a las 8 de la mañana y allí estaba él, en la televisión, oímos su discurso por la radio mientras pudimos, pues se perdía la señal y luego otro ratito por la noche que lo volvieron a repetir. Yo nunca había oído ningún discurso suyo, no tenía ni la más remota idea de lo que hablaba. Así que os podéis imaginar cual fue mi sorpresa cuando le oí hablar de ventiladores, de refrigeradores, da el número exacto de alumnos que se han matriculado en una carrera y el número exacto de los que se han graduado. Varios momentos álgidos tuvo el discurso, el primero fue cuando hablando del imperialismo yanki se acordó de la caída que tuvo hace unos años después de pronunciar su discurso, vino a decir “ahora me estoy acordando de lo que se dijo en los periódicos yankis hace cuatro años después de mi ELEGANTE CAÍDA”, casi me muero de la risa, “ELEGANTE CAÍDA”, sólo a él se le puede ocurrir algo así. Pero lo más grande vino por la noche, en la repetición, cuando empezó a hablar de perfumes y como quien no quiere la cosa, empezó a disertar sobre los helados de vainilla, dijo más o menos: “ustedes saben que solamente el dos por ciento de los helados de vainilla del mundo son de vainilla de verdad?”.
Una de las cosas que más me ha llamado la atención ha sido la gente cubana. Yo pensaba que estaban mal con su situación pero que eran alegres y, en fin, todos los tópicos sobre los caribeños. Pues nada de eso, la mayoría por no decir todos, tienen el gesto serio, apenas si se ve sonreír a nadie por la calle (por supuesto que hay excepciones). De los pocos que sonríen algo suelen ser los jineteros que se acercan a los turistas para ofrecerles o venderles algo. Recuerdo ver a unas parejas bailando en una plaza una canción lenta, están abrazados y parecen quererse mucho, pero sus rostros…., son serios, como enfadados, como hastiados.
Volviendo a nuestro recorrido, lo habíamos dejado en Bayamo. Lugar en el que descubrimos como funciona el tema de los helados. Estamos en un parque y vemos a la gente que viene comiendo helados, si helados, el que menos trae dos en las manos, otros traen tres o cuatro. Justo detrás hay una cola, nos ponemos en ella y como somos nuevos preguntamos que de que son los helados, pues de vainilla y de fresa. Hasta aquí bien, esto parece fácil. Por la tarde vemos a la gente con helados de chocolate y nos decimos, a por ellos. Volvemos a guardar cola (por alguna extraña razón hay dos colas que convergen en el mismo punto), sólo hay helados de chocolate, la mujer que los sirve tiene un barreño entre las manos y cada vez va quedando menos. Justo cuando vamos a pedir, nos dice, ya no queda, le preguntamos ¿como que no queda? ¿no hay más? ¿no van a traer más? y nos responde “no, no hay más, se ha acabado”, por su tono parece decir que si fuera por ella no nos daría helado en la vida. Por la noche, después de cenar, estábamos en un parque un poco cabreados porque el hombre de la casa donde estábamos nos había tratado mal, ha sido el único el resto han sido a cual más encantador, mujeres o parejas que nos han tratado con mucha hospitalidad. Pues eso, que de repente empezamos a oir música de tambores, nos acercamos y son una banda que está ensayando para el día de la fiesta, mola mucho porque paran cuando la cosa no va bien y vuelven a empezar. Tienen mucho ritmo, a mi se me van los pies y alguna gente está bailando en medio de la calle.
Hemos descansado un par de días antes de volver a salir con la bici. Aún así el culo sigue sufriendo sobre el sillín, no al principio, pero si al final de las etapas. Por suerte los próximos días serán llanos y salvo algo de viento en contra en algún sitio se salvan sin más. Una de las etapas son 128km, nosotros queremos hacer unos 70 como máximo, así que cuando llegamos a una población paramos y buscamos un transporte para llegar a la ciudad de Camagüei. El transportes es una guagua que lleva a la gente distancias no demasiado largas, es muy barato, se paga en pesos cubanos. Es un camión con una caja tapada con una lona y una pequeña abertura a la altura de la cabeza, todo es de metal, tanto los asientos como los sitios para agarrarte, parece más de transporte de ganado que de personas. Apiñados como podemos, con mucho calor y sin poder ver el paisaje llegamos sin más inconvenientes de que el cobrador nos ha cobrado de más por ser extranjeros, le pagamos porque no tenemos ganas de discutir con él y porque no es mucho. La ciudad de Camagüei es muy bonita, está llena de iglesias que están restaurando y está bastante restaurada. Aquí nos encontramos con un personaje que luego aparecerá más veces. Es un hombre que nos ofrece un Che Guevara. Es una moneda o un billete de tres pesos cubanos, con la cara del Che, y la cambia por un convertible (o sea unos 20 céntimos por un euro). Debe funcionarle el tema porque la mayoría de los turistas no maneja moneda cubana, no es nuestro caso que si los usamos a veces. En la plaza central un hombre se ha puesto a hablar con nosotros, nos ofreció un paladar para comer, pero en cuanto le dijimos que no, empezó a criticar el sistema y a contarnos como hacen para sobrevivir. Nos cuenta que ha estado en la carcel y que le tienen fichado, que no puede abandonar la ciudad ni trabajar en nada, se tiene que buscar la vida con los turistas. Los que viven de esta manera no lo hacen mal a base de comisiones o de pequeñas propinas.
Los de la casa donde estamos alojados están interesados en las bicicletas, hemos llegado a un acuerdo con ellos. Se las venderemos dentro de unos días en Trinidad donde queremos acabar nuestro periplo con las bicis. Al final tendremos un problema con esto, porque nos dicen que en Trinidad vayamos a la casa de sus familiares, y así lo hacemos. Cuando llegamos allí su familiar nos dice que no hay problema que ella nos da el dinero y luego vienen a por las bicis cuando pueda. El caso es que al final el supuesto familiar lo que quería era quedarse con las bicis y no estaba dispuesto a soltar el dinero si no se quedaba con las bicis. A todo esto los de Camagüei venían a por las bicis, iban a salir inmediatamente, pero cada vez que llamábamos no salían. Total, que nos hartamos y nos hicimos otra etapa hasta Cienfuegos, donde finalmente pudimos venderlas sin más problemas. La idea inicial, antes del viaje, era regalar las bicis, pero no nos ha gustado el ambiente y hemos visto que es un regalo demasiado valioso como para dárselo a alguien que no se lo merece. Es raro encontrarse con alguien que te ofrezca algo sin pedir nada a cambio, la mayoría sólo piden. Yo pensaba regalar un montón de ropa y me la llevo toda para regalarla en Honduras, salvo a unas pocas personas que me han caido muy bien y les he regalado unas camisetas.
En el trayecto a Sancti Spiritus es el más largo que vamos a hacer, son 108km. No pensábamos pero a las 11h ya llevábamos 80 y hemos dicho vamos pa’ya. Hemos coincidido con una pareja de barcelona, que van también en bici. Hemos ido un buen rato rodando juntos y hemos quedado en la ciudad para tomar algo. Como quien no quiere la cosa hemos pasado varios días juntos, encontrándonos en el siguiente punto. Han sido dos compañeros encantadores con los que hemos charlado y cambiado impresiones y anécdotas. Él es cantante de un grupo rockero que se llama “Ron Vudú”, y con el pelo largo, así que os podéis imaginar que me ha caído bien enseguida.
El día a Trinidad vuelve a ser con lomas. Subidas y bajadas en las que vamos muy rápidos gracias a los días que llevamos sobre nuestras piernas. Es uno de los días más bonitos, el paisaje ha ido cambiando durante todo el recorrido, primero había palmeras muy grandes, luego zonas de campo ganaderas y de vez en cuando plantaciones de azúcar. La última parte es el valle de los Ingenios, donde todavía quedan algunos vestigios de la época de los esclavos, como una torre desde la que se los vigilaba o una campana que se usaba para convocarlos. Trinidad es muy bonita, es patrimonio de la humanidad. Sus calles son de adoquinado, la mayoría de sus casas son de una sola planta, las ventanas que dan a la calle salen desde el suelo y están enrejadas, si te arrimas un poco puedes ver el interior de la casa. En muchas de ellas hay alguien sentado a la ventana haciendo diversas labores o ofreciendo algo a los turistas. Esta ciudad es la primera donde vemos el turismo que hay en esta isla, está llena de turistas por todos lados. Por las noches en la plaza central hay varios sitios para escuchar música cubana, tocan grupos que lo hacen muy bien. Algunas veces la gente se anima a bailar, otras no tanto. El día anterior nos habíamos encontrado con nuestro amigo el que cambiaba los Che Guevaras en Sancti Spiritus y hoy está aquí, parece que viene siguiéndonos, nos ha dicho que aún no había tomado un cafe y le hemos dado algo para que se lo tome. Nos lo encontraremos varias veces, siempre se acerca a conversar, ya no nos pide nada. Conversa hasta que aparece algún grupo de turistas y se va a ver si consigue cambiarles la moneda, a veces funciona y otras no.
Cerca de Trinidad hay un puerto llamado Tope de Collantes, es una de las etapas reinas de la vuelta cicilista a Cuba. Nos ponemos a subirla, son 19km de subida. Muy duros, he tenido que pararme tres veces para intentar tomar aire. A parte de la fuerte pendiente la dureza la marca también el alto grado de humedad que hay aquí, al llegar arriba nos hemos quitado las camisetas, las hemos escurrido y salía agua como si las hubiéramos metido en agua. La dureza no nos evita disfrutar del paisaje, es montañoso y muy verde, con formaciones preciosas por todos lados, en la última parte han aparecido los pinos que yo no había visto aún en la isla. Desde arriba se puede bajar, caminando, a una cascada Son 30′ de bajada por un buen sendero para acabar descubriendo una preciosa caída de agua, lo único malo es que el agua baja marrón pues es así el color del suelo. El baño a sido una chulada a pesar del color del agua. Por primera vez nos sumergimos en agua fresquita, que no fría. Al volver a Trinidad, nuestros anfitriones no están en casa, hemos estado una hora en la calle hablando con los de los puestos de artesanías, ha sido muy divertido. Nos ofrecían de todo, nos compraban todo, nos vendían todo. Uno le ha dicho a Chema que estamos locos, por que con las zapatillas embarradas que hemos usado para ir a la montaña, él las lavaría, se iría a la discoteca y sería el rey de la fiesta.
Cienfuegos es totalmente distinto, las calles son más anchas y sus gentes parecen más tranquilas. Todo está más destartalado, menos cuidado que en Trinidad. Nos vamos junto con Oscar y Yolanda a visitar una fortaleza y una playa. Cuando estamos esperando algún transporte que nos lleve hasta una playa donde podremos tomar un taxi, empezamos a hablar con una familia encantadora. Finalmente nos hemos ido andando con ellos hasta la playa, se nos han pasado los 5km en un suspiro. Ha sido la primera familia que he visto completamente feliz y el hombre nos ha dicho una cosa que ha mi me ha encantado. Nos dice, “somos felices donde estamos, en nuestro barrio, con nuestros vecinos, porque todos nos conocemos y si alguien necesita ayuda allí están los demás, además nadie me va a robar porque todos saben que lo que yo tengo para ofrecerles es lo mismo que me podrían robar”. Al día siguiente, Chema y yo les volvimos a encontrar en la ciudad, de casualidad, se iban unos días de vacaciones a la playa y allí seguían felices con la vida. Han sido de las mejores personas que me he encontrado nunca.
Nos hemos despedido de Oscar y Yolanda, han sido unos buenos días juntos, lo hemos pasado muy bien. Nosotros nos vamos a bucear, haremos dos inmersiones. Llegamos pronto, el hombre tiene ganas de hablar y nos cuenta como es su situación y algunas anécdotas de buceo. Nos cuenta como se tiene que buscar la vida para todo y lo mal que funciona todo. Las inmersiones han sido una gozada, la primera hemos bajado por el ancla hasta una pared, hay corales y peces, de repente pasamos por un tunel en la pared, no sabía como se me iba a dar, lo paso sin problemas. Al otro lado aparece un pecio (un barco hundido), es el primero que visito y me ha gustado mucho, no hemos entrado dentro porque no tenemos nivel, pero darle una vuelta ha sido una gozada. Yo me tiro un montón de rato en el agua, porque no se me acaba el oxigeno, damos un par de vueltas por los corales viendo pececitos, que maravilla. La inmersión de por la tarde ha sido más rara, porque estábamos bastante cerca de la costa y las olas rompían muy cerca nuestro, costaba algo mantener la dirección pues a veces la corriente te llevaba hacia adelante y otras tiraba de ti para atrás. Aquí hay formaciones de coral con forma de chimenea que se elevan hacia arriba, como un metro y medio. No he visto nada espectacular, pero como siempre que hago esto, lo que más me gusta es la sensación de estar dentro del agua y ver a los pececitos en su mundo.
Debido a que hemos tenido que vender las bicis, llegamos a Santa Clara por la tarde, además es la víspera del día 26 la fiesta de Cuba. El museo del Che está cerrado, sólo podemos visitar el monumento a él dedicado, no me suelen gustar mucho estas cosas, pero este sí. Quizás haya sido el azul del cielo y el blanco de las nubes que estaban detrás, no sé. Tal vez, que es un personaje que desde siempre he admirado. O tal vez la carta que escribió a Fidel antes de irse a Bolivia, que está aquí reproducida, y que me ha echo emocionarme cuando la he leído.
Nuestro último día antes de ir a La Habana es para Matanzas. Pasamos por Varadero, una enorme ciudad-hotel-complejo-turístico, nos alegramos de no parar en ella. En el bus que nos lleva a La Habana conocemos a Luigi, de Ponferrada, es también cantautor y se encargará de enseñarnos un poco de la ciudad la primera noche, no más porque él ya se vuelve a casa. Comparamos impresiones de nuestros viajes, y como siempre son distintas, él ha vivido sus situaciones.
La Habana no ha sido tan duro como esperábamos, apenas si nos ha importunado nadie. Algún que otro jinetero nos ofrece puros y poco más, pero sin mostrarse pesados. Yo creo que ellos ven claramente cuando alguien acaba de llegar o ya está de vuelta. La ciudad es como toda la isla, de repente hay una calle muy bonita con todo reformado y justo al lado una totalmente levantada con los edificios caídos. Hay algunos edificios que son una pasada de bonitos, unido a los coches que es increíble como pueden todavía circular hace que nos parezca estar 50 años atrás. Un rato muy agradable ha sido en el malecón con unos cuantos pescadores de caña que no paran de hablar y de meterse unos con otros, también llaman a los peces que saltan allí a lo lejos. Pero lo mejor de La Habana ha sido Lucy, la señora que nos ha alojado estos dos días, está retirada, trabajó para el ministerio de cultura. Es una gozada hablar con elle, bueno en realidad escucharla porque habla ella sola. Tiene muy claras muchas cosas y nos cuenta de todo, también sus viajes y sus experiencias en Rusia a donde fue por temas de trabajo.
Para
acabar os voy a contar una conversación que tuvvimos al entrar en un
restaurante en Cienfuegos. Es la más destacada pero hemos tenido
algunas similares:
Nosotros: Hola, es este el restaurante vegetariano.
Señora: Si, pero no tenemos nada de vegetales.
Nosotros: Y que tiene?
Señora: Pues, pollo, cerdo….
Nosotros: Vale, nos quedamos!
Bezitos a todos, salud y rock’n'roll. Y viva la revolusión!!!
Ricardito
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