La idea parecía muy fácil, “Subir al Ojos del Salado, el volcán más
alto del mundo”. La realidad ha sido que hemos tenido muy pocos días,
en ocho días se produjo el intento de subida a la cima. Algunos lo
consiguieron y otros nos quedamos por el camino. No es de extrañar, ya
que en una expedición a un ocho mil, esa altura, 6.935m, se alcanza en
15 o 20 días.
En
cualquier caso, nos lo hemos pasado de maravilla y hemos conocido unos
lugares increíbles, tanto por estar alejados del mundo civilizado como
por inhóspitos.
Os presento a los componentes del grupo (si ponéis el ratón encima de la foto, os dirá el nombre de cada uno):
Lo primero, quiero dar las gracias a los guías y voluntarios que nos han acompañado, amigos por encima de todo. A los del GMAM,
Pedro, Moisés, Paco, Tomás y Manuel, ya se que este es vuestro trabajo,
pero aún así creo que dais muchísimo más de lo que se os podría pedir.
A los guías voluntarios, Luky, Gemma y Viky (además medico-enfermera),
espero que nunca se os acabe la motivación para seguirnos acompañando
en estas nuestras pequeñas aventurillas. Un agradecimiento muy especial
a Rafa Ayora y a todos los que han hecho posible que esta expedición
salga adelante, sólo vosotros sabéis lo que os ha costado y lo que
habéis tenido que pelear. Y al resto de los componentes que lo mejor
que hemos podido hacer es disfrutar del viaje Antonio, Barni (Ricardo
García), Miguel Ángel, Oscar, Pilar, Raquel y Valentín.
Detrás de esta expedición llevamos más de seis meses intentando arreglar cosas y solucionar problemas para que pueda salir. Ha sufrido varios cambios de fechas y lo peor, una fuerte reducción en el número de días. Lo peor de ir pocos días es que la aclimatación hay que hacerla precipitadamente, como dice Oscar, “vamos todos al matadero”. Todo esto está olvidado cuando nos juntamos, al fin, en Barajas, cargados hasta los topes de ilusión y de ganas. Tan cargados íbamos que hemos tenido bastante sobrepeso y ha habido que pagarlo.
En Santiago, resulta que nos falta un bulto. Es un bidón con algo del equipo común, la cámara hiperbárica y un saco de repuesto. En principio es el menos importante pues estos días primeros no lo necesitamos. Nos dicen que nos lo enviarán mañana. La realidad es que llegó bastantes días más tarde y lo recogimos a la vuelta, cuando ya estábamos abajo y no lo necesitábamos. Tomamos un nuevo avión que nos lleva a la zona norte de Chile, al desierto de Atacama, a la ciudad de Copiapó.
Nos han avisado que el Alcalde de la ciudad, quiere recibirnos. Nos saluda uno por uno a todos, antes de sentarnos en una mesa en forma de “U” para tener una pequeña charla para la prensa. El Alcalde se centra sobre todo en Oscar, se le ve impresionado y encantado con que queramos subir al Ojos. Cuando el alcalde se marcha llega el turno de los periodistas que nos van haciendo entrevistas a casi todos. Más o menos todos preguntan lo mismo, Oscar que ya es un perro viejo en estas cosas, responde más o menos lo que ellos quieren oir.
Comienza el viaje hacia la montaña de verdad. El desierto de Atacama es el más árido del mundo, aquí las precipitaciones se producen una vez cada cinco o siete años. Vamos!, que mucha agua no esperamos encontrar. Copiapó está en un valle fértil junto al cauce de un río, cauce porque tiene esa forma, porque agua no lleva. Hay árboles y arbustos, pero es suelo es arenoso y parece poco fértil. Conforme nos vamos alejando de la ciudad, las pocas plantas van desapareciendo, cada vez es más desértico todo, piedras y arena por todos lados. Incluso las montañas son líneas casi rectas de arena salpicadas por algunas piedras. Aunque no lo parezca, esta zona es muy rica ya que hay numerosos yacimientos minerales, de vez en cuando se ven las edificaciones de una mina.
Hacemos varias paradas, una en un control fronterizo ya que esta pista es una carretera internacional que lleva a Argentina. Otras para hacer fotos o mear en medio de la nata. También para ver unas vicuñas que están no muy lejos de la carretera. Aunque dentro del coche hace calor, al salir la cosa cambia por culpa del aire que no para de soplar, o la parada es corta, o hay que ponerse un forrito. En el la aduana había cobertura, así que ese será uno de los últimos contactos con el mundo “civilizado”.
Nuestro destino es la Laguna Santa Rosa a donde llegaremos cinco o seis horas después de salir. Una laguna salada en medio de la nada, la mayor parte de la laguna está seca con lo que una capa blanca, de la sal depositada, ocupa su lugar. En ella hay flamencos y patos que veremos a la mañana siguiente. De momento nos toca montar las tiendas y esperar a que la cena este lista. Cenaremos medio bien, lo achacaremos a que los chicos que nos acompañan no han tenido de preparar una buena cena ya que hemos llegado muy tarde. Lo que esperamos que sea una excepción se convierte en rutina y comeremos mal y poco la mayoría de los días que nos esperan.
Con nosotros vienen cuatro guías chilenos, de una empresa a la que hemos contratado para ello. Son Fernando, Miguel, Rodney y Gonzalo. Algunos tienen mucha experiencia como montañeros en estos lugares, pero ninguno tiene ninguna como cocinero. Aunque son bastante serviciales, sobre todo Miguel, se les nota mucha desidia y pasotismo. Nos dicen que no hay mucha comida porque somos mucha gente y les habían dicho que estaríamos menos días, la verdad es que comida había bastante, lo que pasa es que no la sacaban. Y no la sacaban, no porque quisieran ahorrársela, sino por dejadez, porque ni lo miraban. Se organizaban fatal, dejaban la mesa sin recoger y los platos y vasos sin lavar para el día siguiente. Así que cuando llegaba el día siguiente, el agua se había congelado y costaba muchísimo más lavar las cosas. El momento peor fue un día que nos dijeron que a las 14h nos daban algo de comer (un aperitivo, no había más) y cuando entramos en la tienda comedor, estaban jugando a las cartas, sin molestarse en preparar nada. Se levantaron un rato más tarde, cuando acabaron de jugar e hicieron algo. Ellos se quejaron de que son guías no cocineros, esta muy bien, pero imagino que les habrían contratado para que lo hicieran todo, y cobrarían por ello. En estos lugares tan altos, lo ideal es que todas las comidas tengan bastante líquido, es decir sopas. Creo que solamente dos días nos dieron sopa para cenar y sin poder repetir, un único plato y sin segundo plato, la sopa y punto.
La laguna se encuentra a 3.780m de altura. Detrás de ella podemos ver unos imponentes nevados, el cerro Tres Cruces, de más de 6.000m. Para empezar a aclimatar subimos al Ocho Patos una pequeña loma que se encuentra al lado de la laguna. Mientras estamos esperando para salir, los comentarios son bastante unánimes, es una pequeña cuesta, esto en pirineos se tarda un poco más de una hora en subirlo, se podría hacer corriendo. Hay que tener en cuenta que tiene más de 4.900m, osea que vamos a subir al Mont Blanc para aclimatar. Al poco de empezar a andar nos iremos dando cuenta de cómo engañan las distancias, todo el tiempo nos parece que estamos cerca, que la cumbre está ahí mismo, pero por más que andamos la cosa no cambia, seguimos sin llegar a ella. Creo que al final hemos tardado unas tres horas en subirlo. Todo el mundo llega arriba, se nos ve muy fuertes, la cosa se ha dado muy bien.
Claro que si larga es la subida, la bajada se nos hace eterna. Hemos tardado casi dos horas, pero no parecíamos llegar nunca. Cuando subíamos ha hecho su aparición el viento, a eso de las 11h30. Lo hará todos los días a la misma hora, un viento constante, no muy fuerte pero machacador nos irá golpeando y aturullando día tras día. De hecho es como una gran duda que tenemos todos para el día de la cima ya que como sople así ahí arriba, lo pasaremos mal porque el viento hace que la sensación de frío sea mucho mayor.
Las dos mañanas que estamos aquí nos hemos acercado a la laguna a observar a los flamencos. Según nos acercamos, ellos se alejan. Aún así son muy chulos, ellos van caminando con sus grandes patas por encima del agua mientras que los patos más pequeñitos van navegando. Como el sol acaba de salir, la luz es muy bonita, todo parece brillar, tanto los animales como los pequeños arbustos que crecen junto a la laguna, incluso el cielo es más azul.
Para seguir aclimatando, hoy nos marchamos a la Laguna Verde. Nos han dicho que tienen que subir dos coches a buscarnos, que nos iremos a las 11h. Hemos recogido nuestras cosas y las tiendas en las que hemos dormido, pero allí no aparece nadie. Los guías chilenos van con mucha calma, a esa hora casi ni han empezado a recoger. Nos dedicamos a tomar el sol, a charlar y a jugar al mus mientras esperamos a que vengan. Por el camino hemos vuelto a parar en un lugar en el que hay cobertura, este si que es el último sitio, hasta que bajemos no habrá más ocasión. De todas formas llevamos un teléfono satelital que en teoría funciona en cualquier sitio, podemos hacer una llamada cada uno, salvo que haya algo excepcional. Nos han llamado de alguna radio de Burgos, le han estado haciendo una entrevista a Barni, que es de allí. También la usamos para contactar con gente en España que nos va diciendo el pronóstico del tiempo más fiable.
Desde la carretera que lleva a la Laguna Verde se puede observar el Ojos del Salado. Ha aparecido de repente a nuestra derecha, al final de un valle. Desde aquí no parece ni alto ni difícil, sabemos que no es así y que las distancias engañan mucho. Esta zona, más árida no puede ser, salvo alguna vicuña o guanaco, por aquí no se ve ni rastro de vida. De vez en cuando pasamos algún coche o camión que se dirige o viene de Argentina, parece que este lugar sólo existe porque tiene que estar esta carretera.
Entre tanto suelo árido, gris, marrón y polvoriento, surge la Laguna Verde. Su color es Azul Turquesa (no será Verde Esmeralda, les digo yo, ¡por el nombre vamos!). Precioso, tiene pinta de algo idílico, con las tonalidades del agua cambiando según se alejas de la orilla. Nos ha dejado sin habla, a duras penas hemos acertado a decirle a nuestro conductor que parara para hacer una foto. El parque de Ojos del Salado tiene aquí instalados dos “domos” (carpas en forma de cúpula que se usan como comedores), para que las usen los montañeros o todo aquél que venga aquí. También hay varios parapetos para proteger las tiendas del viento donde montamos nuestras tiendas para dormir. Aquí vamos a pasar varios días aprovechando la altura, pues está a 4.335m, para seguir aclimatando. Y sus baños termales para relajarnos tras las actividades. Es una delicia meterse en las aguas termales mientras por encima sopla el viento y las montañas y la laguna nos rodean.
Para hacerse una idea de lo que son aquí las distancias y las proporciones… Al llegar a la laguna nos encontramos con una pareja de chilenos, nos ponemos a hablar con ellos. Les preguntamos si han venido a hacer montaña, a lo que nos responden que no, que sólo han venido a visitar la laguna, a pasar el día. Pero, ¿donde vivís?, les preguntamos, y nos dicen, aquí al lado en Santa no se qué. Según han señalado, parece que detrás de aquellas montañas hubiera un pueblecito, mosqueados les preguntamos, ¿ahí detrás hay un pueblo?, a lo que contestan, no, está a 250km, ¡ahí al lado vamos!, ¡a pasar el día, estos si que son domingueros con mérito!.
La tarde de nuestra llegada nos vamos a dar un paseo. Cada grupo va más o menos a su bola, sin más pretensiones que caminar un rato e ir adaptándonos a la altura. Bordeamos el lago y nos desviamos para subir a unos promontorios que se adivinan a lo lejos, son pequeños cortados de roca que dan la impresión de que nos encontramos en otro lugar. La temperatura es buena, salvo por el aire, se anda muy a gusto por estos lugares. Un gorro para la cabeza y unos guantes finos son casi obligatorios, por supuesto no se puede uno olvidar de la crema solar, si un día no te das, entre el sol y el viento te quemas seguro. Aunque todo es muy árido, no hay demasiado polvo, muchas bromas se suceden por el camino, otros ratos el silencio nos envuelve, hace bastante aire con lo que cuesta escuchar lo que cuentan los demás.
El siguiente día de aclimatación será muy parecido al anterior, con libertad para que cada grupo vaya por donde quiera. Hemos andado varias horas intentando buscar desniveles que nos permitan subir y así acelerar el proceso de aclimatación. Este tema, el de la aclimatación, es el más importante en estas expediciones. El principal problema que tenemos es la escasez de tiempo ya que en 8-10 días tenemos que intentar llegar a la cima. En una expedición a un 8.000m lo normal es alcanzar la altura del Ojos del Salado (6.953m) en 17-20 días. Con lo que la incertidumbre es muy grande. El principal efecto de la altura es la falta de oxígeno, como todo el mundo sabe. Debido a que cuanto más alto estás la presión del aire es menor, el oxígeno se encuentra en menor cantidad, eso hace que tengas que realizar las labores normales con un aporte menor de oxígeno. Las principales manifestaciones son: dolor de cabeza, malestar general, agotamiento, falta de apetito…, La falta de oxígeno hace que te debas mover muy despacito para que tu cuerpo no sufra demasiado, si te pusieras una mochila a la espalda con demasiada rapidez, podrías caer desmayado al instante. El motivo de esto es que tu trabajas en modo anaeróbico, es decir sin tomar aire, gastando todo el que tienes reservado en la sangre, pero cuando tu cuerpo quiere reponer este aire, resulta que no lo hay y no lo puede conseguir inmediatamente. Mientras estás en altura, no eres plenamente consciente de esta falta, lo notas al hacer una acción cotidiana como puede ser clavar las piquetas de una tienda. Cuando acabas de clavarla, te tienes que levantar y estar un rato respirando, porque parece que acabas de correr una maratón. Muchas de las cosas que nos suceden no somos ni siquiera conscientes de ello, como ejemplo os pongo una foto que me ha mandado Paco. El bote arrugado que veis lo cerró él a 5.300m de altura y se lo llevó a casa, donde sin abrirlo lo comparó con otro similar. El bote es de esos de plástico duro, como dice Paco si pasa esto con este bote, que no pasará dentro de nuestros pulmones y en nuestra sangre…
Vicky está realizando un curso de medicina de alta montaña, se ha traído un aparatito para medir la saturación de oxígeno y las pulsaciones. Todos los días antes de las comidas nos lo pone y apunta los resultados. Está haciendo un estudio, también ha pedido algunos voluntarios para tomar edemox durante varios días.
Los chicos llevamos una botella para hacer pis por las noches y así no tener que salir de la tienda (algunos ni salen del saco). Las chicas usan diversos aparatos, el más ingenioso (en mi opinión) es el que construyó Agus (el de Pilar), un embudo adosado a un tubo de plástico que desagua el líquido fuera de la tienda y que, según dicen, sirve tanto para ellas como para ellos….
Hacia las 20h se suele ir la luz. Hemos tenido atardeceres muy bonitos, con luna llena o sin luna. Normalmente cenamos antes de que oscurezca, aunque algunas noches lo hemos hecho con los frontales puestos. Después aguantamos un ratito de cháchara y a la tienda. A mi me ha tocado dormir con Miguel Ángel, soy el “guardián del Oso”. A él le gusta charlar un ratito antes de dormir y a mi también así que nos hemos dedicado, la mayoría de las noches, a arreglar el mundo (¿no notas que va mejor ahora?). Un rato de conversación hasta que uno de los dos decía, “ala, hasta mañana!”.
Nuestro último día de aclimatación aquí lo empleamos subiendo por el Cerro Mulas Muertas. Nuestro objetivo es llegar hasta los 5.200m más o menos y una vez allí pasar un tiempo aclimatando. Subimos todos con muchas ganas, el grupo está muy fuerte, no hay nadie que parezca mal. Bueno, en realidad vamos todos menos Valen, que está pletórico tras su ascensión al Aconcagua. Él ha salido antes con uno de los guías chilenos, Miguel, para llegar hasta la cima. Esta se encuentra a 5.800m, los demás no queremos subir ya que está muy lejos y no vamos tan sobrados de fuerzas como para gastarlas a tanta altura. Al bajar, nos espera un relajado baño en las aguas termales, será el último pues mañana subimos a la montaña y se acabó el tema del aseo personal. Los baños son tres piscinitas de apenas cinco metros cuadrados y unos veinte centímetros de profundidad. Hoy nos hemos metido Oscar y yo en ella, después ha ido viniendo gente hasta llegar a estar, creo, siete personas. Hemos tenido que ir haciendo algo de tetris para poder estar todos dentro, y tumbados que si no fuera hace mucho frío. Alguno nos hemos salido del agua, nos hemos metido en la laguna verde (de aguas “no” termales) y corriendo de vuelta a la terma.
Ya llega el momento, nos vamos a la montaña, al Ojos del Salado. La pista que sube hasta allí, ya no es tan buena como la carretera que hemos usado estos días. Ahora si que es una pista para 4×4. En algunos sitios es muy estrecha y en otros bastante inclinada, hay que ir a veces muy despacio para sortear piedras. En el coche no te das mucha cuenta, pero cuando llegas puedes ver todo lo alto que has subido. Campamento Atacama está a 5.260m, en una explanada muy grande de arena-piedra gris. Es un lugar bastante inhóspito, no parece muy apto para que pueda vivir aquí algo. Para corroborarlo, por las tardes sopla mucho viento que hace que sea bastante desagradable andar fuera de las tiendas. De nuevo nos toca montar el campamento, esta vez hemos ayudado todos a montar las tiendas, para que así no fuera tan duro. Se tarda lo mismo en montar una tienda aquí entre siete que en un lugar bajo dos personas sólo.
Andamos a vueltas con el tema de elegir el mejor día para intentar la subida. Tenemos cuatro días, bueno tres y el último muy apurado para volver. Tenemos información del tiempo desde España que nos va marcando lo que tenemos que hacer. En principio se decidió intentarlo el día 28, pero posteriormente hubo una pequeña variación y se decidió hacerlo el 29 ya que iba a ser el mejor día y además con menos viento. Hemos estado dos días haciendo pequeños recorridos por la montaña y subiendo cosas hasta el refugio de Tejos para aclimatar y para no tener que llevarlo el último día. Por el camino hay varios campos de penitentes, que no dejan de sorprendernos a los que ya los conocemos e impresionan a aquellos que aún no los habían visto.
Entre Campamento Atacama y el refugio de Tejos (5.860m), e incluso un poco más arriba, hay una pista por la que pueden circular vehículos. Se construyó para realizar el rescate de un helicóptero que calló en esta zona. Un millonario, hace unos años, que quiso llegar a la cima por este medio. Parece que lo consiguió, pero tuvieron problemas con el aparato en la bajada y tuvieron que realizar un aterrizaje de emergencia del cual salieron ilesos. La tragedia fue que se quedaron dentro a pasar la noche y murieron congelados. La carretera la construyó su viuda para poder acceder al cuerpo y así cobrar el seguro, además de para recuperar la máquina. Según nos han dicho se construyeron barracones y todo para los trabajadores. Por suerte ya no queda ningún resto por allí, pues los montañeros lo han ido bajando todo poquito a poco.
Pilar y Manuel se tienen que bajar, ¡que pena! A la pobre Pilar la ha pasado de todo, ha venido acatarrada, fiebre, la regla, vómitos, … Vamos que parece increíble que aún así haya llegado hasta aquí. Manuel, es al que se le ve peor, no se sabe muy bien que le pasa pero es incapaz de decir una frase entera sin parecer que se ahoga. Quizás este acatarrado, quizás un poco de neumonía, quizás principio de edema pulmonar… El caso es que es mejor que se baje.
Un día antes del de intento de subida lo hemos empleado para descansar. Un paseo nos ha ocupado la mañana para hacer hambre. La tarde ha sido memorable, en uno de los domos se ha improvisado una timba de cartas. Jugamos al mus de manera que cuando una pareja pierde una partida, otra ocupa su lugar, hemos estado todos entrando y saliendo toda la tarde. La noche se presenta nerviosa, todos sabemos más o menos lo que nos espera para mañana. Un día duro, el día por el que estamos aquí, el intento de subir a la cima.
Tras el desayuno de rigor, toca preparar el equipo. Cada uno se ocupa de lo suyo, hay pocas conversaciones, salvo para preguntar al compañero que va a llevar puesto. Un error hacer esa pregunta, ya que lejos de aclararte lo que tienes que llevar, lo único que hace es confundirte un poco más.
La subida a Tejos me cuesta horrores, lo paso fatal. He empezado bien, pero me he ido viniendo abajo poco a poco. Me cuesta caminar y tengo que parar de vez en cuando. Me siento bastante mal. Puede ser que me he acatarrado algo o también que me afecta la altura, puede que hasta esta altura me mueva muy bien pero que a partir de aquí, me cueste más aclimatar. Quizás también sea el tema de que vamos a salir de noche, ya hace unos días que está claro que saldremos hacia las dos de la madrugada. Es la hora lógica para intentar evitar el viento, pero a mi me afecta mucho, creo que me he ido viniendo abajo estos días, poco a poco y ahora que se acerca el momento, pues estoy mal. El otro día, cuando subimos a portear cosas hasta aquí, iba como una moto. En cualquier caso, no puedo con mi alma. Todos tratan de animarme, sobre todo Moisés, que se lo toma como algo personal. Me dice que llegaremos a la cima, que allí puedo llamar a Eva, que me dará un morreo arriba, yo que se la cantidad de cosas que me puede decir en un momento, me ha dado tantos abrazos que casi me rompe las gafas y cada vez que lo hacía me cambiaba el programa de los audífonos… ¡Gracias Moisés, muchas gracias!
Me ha convencido, así que hay que intentar reponerse y descansar. En el refugio hay sitio para seis en camas, el resto dormirá en el suelo salvo dos que lo harán en una tienda que hemos subido. Yo quería dormir en la tienda, pero no hay opción, primero discapacitados a las literas y luego chicas, así que nos hemos distribuido. Nos preparamos para dormir y comemos algo, más hambre que unir a la que ya teníamos. Las raciones que han subido son unas sopas que tienen menos de doscientas calorías, vamos casi nada. La verdad es que a mi me sienta bien, tampoco me apetece nada más. A las 18h estamos todos en la cama, lo cual no significa que durmamos. La mayoría no duermen nada, otros hemos dormido un poco y alguno ha dormido bien. Hace mucho calor dentro del refugio, es un poco agobiante, he tenido que salir a mear una vez fuera para poder respirar y así relajarme. Como ayer estaba tan mal Vicky (la enfermera) me ha dado dos pastillas, un edemox para la altura y un corticoide para prevenir el edema. ¡Vaya!, yo que me he pasado el tiempo bromeando con el tema de las pastillas, al final me tengo que tomar dos. Creo que el corticoide me ha hecho tener el corazón a doscientos toda la noche. He conseguido dormir un rato hacia las 22h.
A las 00h en pie. Poco a poco nos vamos levantando, hay muchas ganas, además no hace nada de frío. Hay inversión térmica, la temperatura es muy buena, unos 12º bajo cero. Algunos decidimos no subir con el plumas, llevaremos sólo el gore-tex. Habíamos dicho de salir a las 2a.m., a esa hora ya estamos todos fuera, nos ponemos en marcha. Yo voy en una barra, con Oscar y Paco. El camino es fácil, pero no deja de subir, el desnivel fuerte, de esos que no te dejan un segundo para respirar. Cada vez me cuesta más seguir el ritmo de los demás, me he levantado bien, pero ya no tengo fuerzas. Es como si no fuera capaz de sufrir, como si se me hubiera acabado ya eso, es algo que creo que me pasa desde que corrí el segundo IronMan, como si ya hubiera agotado mis reservas para hacer estas cosas. Por suerte acaban de llegar los guías chilenos que habían salido un poco más tarde. Uno de ellos, Miguel, el más majo se baja conmigo. Me pide los crampones pues ha perdido los suyos y pretende seguir subiendo cuando me deje a mi abajo.
He dormido un rato cuando empieza a bajar gente. Poco a poco, unos más arriba otros más abajo, se han ido dando la vuelta. Cuando es de día y ya estamos más o menos despiertos vamos viendo que está pasando, quien esta abajo y quien sigue subiendo. Arriba quedan Antonio, Barni, Pedro, Tomás y Valentín, además de los tres guías chilenos. Pedro está bajando con Miguel, según subía, después de dejar a Raquel abajo, se ha encontrado con el guía chileno que bajaba medio perdido con un globo espectacular. Aunque Pedro se encontraba con fuerzas para seguir subiendo, ha preferido bajarse con Miguel pues le ha visto bastante mal y le ha dado miedo que se equivocara de camino y acabara despeñado. El resto parece que han seguido hasta la cumbre. Unas horas más tarde se les ve bajar por el nevero, al principio pensamos que si es así no han podido llegar a la cima pues es muy pronto, por suerte estamos equivocados, la distancia es muy grande y tardarán aún un buen rato en bajar. Han llegado todos a la cima. Están encantados cuando nos lo cuentan. Valen baja emocionado por lo que ha visto, ha alucinado viendo a Barni subir por la cuerda fija que hay en la chimenea, pero el que ha impresionado a todo el mundo ha sido Antonio que subía medio arrastrándose y clavando el piolet como podía, un auténtico ejemplo de pundonor y de ganas de seguir subiendo.
Están muy cansados, pero aún así nos toca recoger todo y bajar hasta Atacama. Tenemos que bajar todo lo que hemos subido en dos días, las mochilas pesan un quintal. Abajo nos espera la recompensa, en forma de comida. Gonzalo, el chileno que se ha quedado al cargo, ha preparado un snack para recibirnos, tan escaso como los días anteriores, estamos todos hambrientos y con un humor de perros por ver que no podremos comer casi nada a pesar de lo cansados que estamos. Por suerte, Moisés empieza a coger cosas de la cocina, Gonzalo le dice que haga lo que quiera, ¡que bien! Ha sido el día que mejor hemos comido, no ha parado de sacar latas de todo tipo, queso, salami, es el primer día que comemos bien aquí arriba.
Se acabó la montaña, nadie tiene ganas ni fuerza para intentarlo de nuevo. Todos queremos bajar para encontrarnos mejor, poder lavarnos y sentirnos un poco más personas civilizadas. El viaje de vuelta son seis horas que se hacen interminables. Como no podía ser de otra forma no nos han preparado nada para el viaje, con lo que hemos llegado tardísimo y con un hambre terrible. Todo se diluye y se relaja después de un bañito en la piscina del hotel, una ducha y una cena en la que hemos comido lo que hemos querido y bien a gusto.
Tenemos un día de sobra que pasamos en Bahía Inglesa una playa turística muy bonita en la que hemos estado muy relajados y no por ello exentos de algún que otro percance. Han alquilado unas canoas para navegar por el mar y cuando iban a desembarcar una de ellas se ha volcado, Oscar y Manuel han naufragado cual intrépidos marinos, y según cuentan las malas lenguas nadie se ha tirado a por ellos para salvarlos pues la risa les ha bloqueado completamente, así que los pobres náufragos, casi ahogados con su propia risa han conseguido salir del agua por su propios medios y sin perder demasiada dignidad. Unas cervezas y una suculenta comida parece que les han devuelto el estado de ánimo.
En Santiago de Chile hemos estado apenas un día, tiempo suficiente para hacer algunas compras y un poco de visita. Mientras estamos en un centro de artesanía mirando cosas, nos llama Moisés, ¡venid, rápido!, estamos saliendo en la tele. Han puesto un reportaje sobre nosotros, sobre la ascensión y sobre lo que hemos hecho. El hombre de la tienda está alucinado. En Madrid también nos está esperando la prensa, varias televisiones que nos entretienen un rato antes de despedirnos. Lo hemos pasado fenomenal, ¡da gusto viajar entre amigos!
Por petición popular (Moisés, Paco va por vosotros), me despido a la antigua usanza (mía):
Salud, república y mucho rock’n’roll
Enhorabuena a TODOS, sois unos auténticos CAMPEONES, los que habéis podido subir y, por supuesto, todos los que habéis hecho esta maravillosa expedición. Cúanto siento lo del “mal comer”, especialmente pensando en el comilón de mi primo…., seguro que a estas horas ya estais todos llenos. Muchas gracias por compartir con nosotros vuestra experiencia. Besos de “Oso panda”, primazo!
ResponderEliminarAnonymous — 11 March 2008 @ 6:36 pm
¿Qué deciros?
ResponderEliminarya os lo he dicho tantas veces que me repito… Sois un EJEMPLO.
¿Antes no era Salud, birras y mucho rock’n’roll?
Un fuerte abrazo
Korner — 11 March 2008 @ 8:07 pm
Ricardo me ha emocionado tu relato y comentarios, vosotros os mereceis todo. A sido una expedición maravillosa, gracias a todos sus miembros por compartir tan buenos momentos. Abrazos y besos.
ResponderEliminarMoises — 12 March 2008 @ 1:38 pm
Ricardo, enhorabuena por estos pedazos de expediciones que te montas y también por esta página, texto y fotos, que están fenomenal. ¡A por la siguiente!
ResponderEliminarGonzalo — 12 March 2008 @ 2:51 pm
Enhorabuena a todos, he disfrutado con emoción el relato y las fotos casi como si hubiera estado por allí. Un abrazo.
ResponderEliminarEnrique — 1 April 2008 @ 9:50 pm
KARDO, CON LO POCA COSA QUE ERES Y LOS PIKATXOS QUE TE SUBES. CUÁNTO SUFRIR EN EL SALADO, MADRE MÍA!! QUÉ JAMBRE.
ResponderEliminarLA BRUJA PIRUJA — 14 May 2008 @ 9:44 am
hola
ResponderEliminarme llamo fatimazahra soy de laayoune y me gustaria conocer a todos ellos gracias , y vivo en españa bayyyyyyyyyyyyyy
fatima zahra — 3 March 2009 @ 9:14 am
Hola,soy de chile, los felicito por todo lo que hacen,es impresionante la garra y entusiasmo que tienen. Lamento mucho lo de los guias chilenos, siento que fuera una mala experiencia para ustedes, por lo de la comida y poco interes de ellos, talvez se mal interpreto de parte de ustedes su funcion porque es verdad que u guia solo es guia no se preocupa de cocinar o limpiar o etc. pero si se le contratao claramente con todo aquello incluido, debo decirles que me averguenza mucho, pero que no crean que todos somos iguales, a los chilenos me refiero.
ResponderEliminarBueno sigan asi, es realmente fantastico lo que hace y gracias por compartir tus experiencias.
Javiera — 28 October 2009 @ 5:33 pm
Hola a todos )
ResponderEliminarI saw you in the Ojos del Salado group. Have you been there? I would like to Climb solo there.At this time it’s just a thought. I did the Aconcagua Solo Climb in 2009 but as I can see over there it looks more desertic. How can I manage the transpostation to the base and how is the Water situation?
Greetings and thanks
Giorgio
Giorgio — 23 October 2010 @ 3:51 pm