La Silvretta es uno de esos recorridos míticos o clásicos dentro del esquí de travesía. Se encuentra en las regiones de Tirol y Vorarlberg (Austria) y Graubündentre (Suiza). Llevamos un par de años pensando en venir aquí, pero otros proyectos lo han ido retrasando. Por fin nos hemos decidido. Voy con María, Marina, Javi (Presi), Juan, JuanRa, Oscar, Pablo y de nuevo con Matteo, nuestro guía/amigo de Bormio (Italia).
Un día de ventisca y vendaval donde tuvimos que darnos la vuelta y regresar al refugio de donde no teníamos que haber salido. Otro con una cantidad de nieve tremenda donde hemos disfrutado de lo lindo. Una bajada por la estación de Scuol casi sin parar a respirar. El tesón de María por aguantar un día más a pesar de tener el píe abultado con una infección tremebunda. Un recorrido entre los enormes Seracs del Piz Palu donde algo de tensión y miedo no nos impidieron disfrutar de una montaña soberbia. El cumpleaños del Presi que culminó siendo el primero en ascender al Davo Lei (el dirá que le dejamos, pero la verdad es que subía tan fuerte y con tanta ilusión que no hubo manera de echarle mano). Este sería un poco el resumen de esta travesía.
Entre otras muchas expresiones que tratamos de explicarle a Matteo,
la que ha marcado este viaje ha sido la de “Si los cabrones volaran, no
se vería el cielo”. Al final todo era cabrones por aquí, cabrones por
allí. Hasta Matteo la ha usado unas cuantas veces, se nota que cada vez
entiende mejor el castellano, aunque no precisamente el académico.
En el aeropuerto de Zurich nos encontramos con
Marina, ella es la desconocida del grupo, ya que es amiga de Oscar.
Bueno, debería decir era, pues ahora ya es una más del grupo y por
supuesto amiga de todos. Como ella es suiza y sabe todos los idiomas que
se hablan en esta zona y alguno más, nos hemos aprovechado de ella
pidiéndole que nos tradujera todo y que nos explicara todo lo que
veíamos. Ha sido increíble su paciencia traduciendo varias veces las
cartas de los refugios, y explicando montones de veces las cosas.
De camino a Guarda, donde hemos quedado con Matteo tenemos que tomar un tren. Esto que parece tan fácil, es curioso pues nosotros vamos subidos en un coche, que hemos contratado para que nos lleve. Para cruzar una montaña se ha construido un pequeño túnel por donde solo pasan dos vías de tren. Hay un servicio en el cual los coches se suben al tren y este los lleva al otro lado, como un ferry pero en el tren. Eso sí, no puedes bajarte del coche.
En el aparcamiento de Guarde nos espera ya Matteo que ha venido con
Cristina (su mujer, a la que ya conocemos) y con tres amigos. Estos sólo
van a estar esta noche y un poco del día de mañana con nosotros.
Rápidamente preparamos la mochila para la travesía, nos cambiamos de
ropa y guardamos lo que no necesitamos en el coche de Matteo.
Subida al refugio de Chamanna Tuoi
Sabemos que se nos va a hacer de noche subiendo, pero no importa ya que sólo hay que subir, no tenemos ninguna bajada. Bueno, al menos a mi, los demás imagino que no tendrían ningún problema. Con la emoción de empezar la travesía y hablando con nuestros amigos italianos vamos poco a poco subiendo por la pista llena de nieve. Matteo dice que es la primera vez que ha visto nieve desde tan abajo, que siempre había tenido que portear los esquís a la espalda. La última luz de la tarde es bonita, sobre todo en una montaña que tenemos a nuestra espalda, por un lado tiene tonos amarillos, mientras que por el otro los tonos son azulados. La parte final, se nos hace un poco larga, se ha hecho de noche y vamos siguiendo las huellas del de delante. Lo peor es que no se ve el refugio por ningún lado, todos estamos deseando ver sus luces a lo lejos. Sin embargo nos sorprende tras una colina, lo tenemos ahí mismo. Marina dice que ella ha olido la leña antes de ver las luces. Han sido 2h30 más o menos lo que hemos tardado en llegar, al principio la subida era buena pero la parte final ha sido más bien un falso llano, esto hará que a algunos le salgan ampollas.
En el refugio hay bastante gente que ha subido por ser fin de
semana. Es muy acogedor y agradable. La cena ha estado muy bien. Lo
único malo es que nos hemos tenido que separar pues no había ninguna
mesa tan grande para todos los que vamos. Aunque está nevando un poco,
nos vamos a la cama pensando que mañana hará un buen día ya que la
previsión dice que será el mejor día.
Chamanna Tuoi – Colle Mezdi Buin – Chamanna Tuoi
No puede ser, si la previsión decía que el día sería muy bueno. Está nevando, todo está cubierto y lo peor sopla un viento bastante fuerte. La mayoría de la gente se baja a Guarda, sólo unos pocos se dirigen al refugio de Wessbadener por un collado muy fácil y evidente. Tras esperar un par de horas a ver si amaina un poco y despedirnos de Cristina y sus amigos italianos que se bajan, decidimos ponernos en marcha con la idea original de ir al Silvretta Hütte (Hütte es refugio en Alemán). Para ello deberíamos llegar a un collado, una vez en él hacer una travesía por un plató bastante largo hasta otro collado para desde ahí bajar por el glaciar Silvretta hasta el refugio.
Hay bastante niebla y también está nevando. Aunque en un principio nos parece que el viento no es tan fuerte, no es así. Nos va a ir azotando toda la mañana. La mayoría de las veces es fuerte con momentos de viento aún más fuerte que incluso nos hacen perder el equilibrio en algún paso. Vamos siguiendo una traza de GPS, pues la visibilidad es nula e incluso Matteo nos ha dicho que no podemos separarnos mucho para no perdernos. No nieva mucho, es casi más incordio que nevada de verdad. Como vamos siguiendo la ruta del GPS no sabemos muy bien por donde vamos. Tenemos que pasar varios resaltes en los que no hay casi nada de nieve, seguramente haya sido el viento el que se la ha llevado. Según vamos subiendo cada vez hace más frío. Ya estamos cerca del collado, lo sabemos por la altura, no porque veamos nada. Cuando llegamos a lo que supuestamente es el collado, en realidad hemos subido a uno paralelo, el viento es tremendo y el frío también. Los que hemos llegado primero tenemos que esperar a los que vienen detrás y nos quedamos helados. Juan se sienta en el suelo para que le de menos el aire, ante mi tengo a María que ni se sienta, la veo y pienso “pobre, está congelada”.
Por fin llegan los de atrás y Matteo decide que nos damos la vuelta, que no es razonable seguir por ese camino. En realidad no nos explica nada, dice: quitamos las pieles y bajamos. Nadie ha dicho nada, es lo más sensato. Cada uno quita sus pieles como puede, pues el frío es tremendo. De echo, algunos ni se han acordado de ponerse el casco para bajar. Las primeras rampas son de toma de contacto y para intentar que los músculos de las piernas entren en calor. Además el lugar es más estrecho y hay rocas, tenemos que hacer los giros con cuidado. Pronto llegamos a una pala más amplia y con muchísima nieve. Una gozada, ya estamos más calientes y vamos bajando por unas palas de nieve polvo, hay tanta que al ir esquiando no vemos ni los esquís ni nuestras botas. Sigue sin verse nada por la niebla y la ventisca pero hemos pasado tanto frío ahí arriba que ni nos damos cuenta. Cada vez que paramos y nos ponemos en marcha, Matteo me dice “Ricardo, ¿vamos?”, me pongo a su lado y bajo detrás de él. Así lo haremos durante toda la semana, se va fenomenal siguiendo su trazada, me siento muy seguro y a gusto.
No se muy bien como va reconociendo el camino por el que hemos subido, pues yo no veo nada. Imagino que irá siguiendo las huellas, aunque me ha dado la impresión que en algunos sitios no hemos ido por donde habíamos subido. Creo que ha ido buscando las mejores palas para la bajada. En un ratito estamos en el refugio, estoy encantado pues no me he caído ni una sola vez.
Nos volvemos a instalar y decidimos comer algo pues aún falta
bastante tiempo para la cena, que es a las 18h30, todo se hace muy
temprano en las travesías. Algunos hemos pedido un plato de pasta con
ajo y aceite. Tiene una pinta buenísima cuando nos lo traen, pero cuando
lo probamos…., pica que se mata. Le han debido de echar un bote de
guindillas cayenas y se han quedado tan anchos. A mi me gustan, pero
alguno hay que ni puede tomarse el plato entero. A partir de aquí se lo
pensarán antes de pedir cualquier cosa. Pasamos la tarde relajados en el
refugio que tiene unos grandes ventanales, salvo unos pocos que llegan
desde abajo, nadie más ha venido.
Chamanna Tuoi – Wessbadener Hütte
¡Hoy si, hoy si! Se ha levantado un día de lujo, ni una nube. Hay algo de viento, pero nada comparable a lo de ayer. Vamos a subir por el mismo camino y en el collado girar hacia el este para acceder al valle del Wessbadener Hütte. Aunque está claro que estamos subiendo por el mismo camino, nos parece otro lugar. Todo se ve con mucha luminosidad y las vistas son muy chulas. Vamos mucho más rápido que ayer, pues casi no tenemos que parar nada. Ensimismados con el paisaje llegamos casi al collado donde nos dimos la vuelta. Nos damos cuenta que nos habíamos ido a la derecha, hacia el este, y aunque podíamos haber seguido es más fácil el acceso por el que vamos hoy. El plató, en el collado, nos resulta sobrecogedor, parece un lago de nieve rodeado de montañas. En frente tenemos el acceso al Silvretta Hútte, por donde teníamos que haber ido ayer, nos dirigimos a la derecha para buscar nuestro paso. En ligera subida llegamos hasta la base de una pendiente más fuerte que tenemos que subir. Nos quitamos los esquís para subir con los crampones. La nieve está blanda y nos cuesta algo subir, no es mucha distancia, apenas unos metros que salvamos en diez minutos. Arriba nos espera un viento como el de ayer, intentamos protegernos pero no hay manera, de nuevo nos hemos quedado helados mientras quitamos las pieles de los esquís y guardamos los crampones de nuevo.
Tras una pequeña diagonal, tenemos una pala muy empinada y con muchísima nieve. Por ella vienen tres subiendo. Matteo dice que bajemos de uno en uno, bajar varios sería peligroso con tanta nieve. Yo voy detrás de él, soy el único que tiene licencia. La nieve está espectacular, claro que lo mejor es cuando alcanzamos el sol y nos empezamos a calentar un poco. Cuando ya hemos bajado todos Matteo nos pregunta si queremos subir al Silvretta que está bastante cerca, ni siquiera Oscar tiene muchas ganas, se nos han quitado al quedarnos tan helados ahí arriba.
La bajada es fantástica. Está tan bien la nieve que hemos estado jugando y todo. Habíamos visto una foto de la ladera de una montaña en la que había unas cuantas huellas de esquiadores todas en paralelo, el efecto es bastante chulo. Así que ha dicho Matteo que íbamos a hacer la bajada Suiza, esquiando en paralelo, no ha quedado del todo mal, claro que no tan bien como la de la revista (seguro que era retocada). Luego hemos hecho otra cruzando las huellas del anterior, como un 8….
Antes de llegar al Wessbadener Hütte nos toca poner las pieles de nuevo para subir una pequeña colina. Fuera del refugio hay unas mesas y banco, cuando llegamos salen unas camareras muy alegres que nos preguntan si queremos algo. Sin instalarnos ni nada nos hemos tomado unas cervezas al sol y hemos comido unos platos típicos austriacos, pues durante unos días estaremos en este país. Mientras estamos con las cervezas y la comida, vienen un helicóptero, “anda mira que guay, parece que viene aquí”, “será que viene a abastecer el refugio”, “no, mira, es militar”. En esas estamos cuando vemos que va a aterrizar muy cerca, “como mola, va a aterrizar ahí mismo”, de repente al acercarse al suelo empieza a levantar una nube de nieve, “mira tu, como levanta la nieve, que chulada”, sin darnos cuenta la nube de nieve se nos viene encima, estábamos en camiseta y nos ha congelado además de llenarnos la comida y la cerveza de nieve. No sabemos a que vendría sólo hemos visto a un hombre bajarse con una pala y luego subirse sin ella.
María nos comenta que le duele mucho el pie, que algo la está rozando a la altura del tobillo. Cuando nos lo enseña vemos que lo tiene bastante hinchado y rojo. Por debajo de esa hinchazón tiene un compeed tapando una ampolla que le salió el primer día. Más tarde hemos descubierto que tenía una pieza de plástico de la carcasa de la bota doblada hacia dentro y hemos pensado que eso era lo que le ha producido la hinchazón.
El refugio parece un hotel. Tiene hasta ducha, lo que pasa es que no
funciona porque están arreglando el baño. Las habitaciones son de
cuatro, dos literas, y tienen unos armarios/estantes individuales para
dejar cada uno sus cosas. Hay calefacción por todos lados y se está muy a
gusto. Aunque a nosotros nos gusta más el refugio tradicional como el
Hammana Tuoi.
Wessbadener Hütte – Jamtal Hütte
Para arriba, sin calentar. Nada más dar la vuelta al refugio empieza una dura subida que nos lleva hacia el siguiente collado. Es bastante pendiente y en apenas cinco minutos tenemos que ponernos las cuchillas por si arriba está más helado. Vamos a un ritmo lento pero seguro, a María le duele algo el pie y no quiere forzar. El que va encantado a este ritmo es el Presi, que si no iría haciendo la goma. Vamos todo el rato girándonos pues al otro lado del valle se levanta imponente el pico Silvretta.
Un poco más adelante, la pendiente se suaviza, seguimos subiendo relajadamente. El día también se está levantando poco a poco, las nubes que se han formado al amanecer van desapareciendo poco a poco. Sigue haciendo algo de frío, pero se nota que las temperaturas han subido. Con la salida del sol, incluso podemos quitarnos alguna capa. Casi sin darnos cuenta llegamos al collado, las vistas son fantásticas. Tenemos una cumbre a nuestra derecha, es el Ochsenkopf, vamos a subirla. Sólo Pablo decide quedarse esperándonos porque se ha levantado con el estómago un poco revuelto y no tiene ganas. Los demás nos encordamos en dos grupos. También nos hemos puesto los crampones, no sabemos como estará la nieve, luego resultará que no hacían mucha falta, o eso me parece a mi.
El recorrido va entre piedras y nieve, sólo la parte final no tiene piedras. Una pequeña arista nos conduce a la cima, donde nos relajamos un poco con las vistas. No nos demoramos mucho pues aunque no hace mucho fŕio, Pablo se debe estar quedando helado quieto en la nieve. De nuevo abajo, nos preparamos para la bajada. Cuando me quiero dar cuenta Matteo y varios más ya se han bajado. Juanra me dice que vaya hacia delante, me preocupo un poco pues no se por donde es. Al llegar al borde tengo una fuerte pendiente a mis pies y allí debajo están los que se han bajado. Como no hay piedras ni duda me lanzo a bajar, ¡que maravilla, la nieve está fenomenal! El resto de la bajada la hacemos disfrutando, parando de vez en cuando a comentar algo. Sólo tenemos que bajar de uno en uno un par de veces.
El refugio es enorme. Tiene un comedor en el que es fácil perderse. Incluso tiene un rocódromo. Fuera hay dos monolitos para hacer cascadas de hielo, artificiales. Nos dan una sopa que está incluida en el precio y muy buena, por cierto. Lo raro es que tenemos que comprarnos unas zapatillas para andar por el refugio, cuestan 2€. En el resto de refugios siempre hay chanclas que utilizas y dejas cuando te vas.
Como hemos llegado pronto, algunos tenemos ganas de salir. Vamos por un valle paralelo al que cogeremos mañana. Salimos con una hora de tope, ya que hay que estar pronto de vuelta para la cena. Vamos Oscar, Matteo, Juanra, Marina y yo. El día se ha estropeado un poco, hay bastantes nubes y la temperatura ha subido. Llevamos lo justo en la mochila y se nota la espalda más liberada. Llegamos al collado justo a la hora que nos habíamos marcado para bajar. No se ve demasiado, se ha cubierto bastante todo. Aún así el lugar es bastante aéreo y hay que tener cuidado al quitar las pieles de que no se nos vaya un esquí ladera abajo. El paquetón (de nieve) que hay en la bajada es tremendo. Además como ha subido la temperatura se encuentra un poco pesada. Hacemos la bajada por un tubo espectacular, le he tenido que decir a Matteo que pare un poco pues las piernas no me aguantan. Creo que me ha costado porque la visibilidad es bastante mala. De echo, Matteo primero y los demás detrás, nos hemos tragado un pequeño escalón que hacía la nieve. Ha estado fenomenal, lo justo para los que no queríamos quedarnos dormitando en el refugio.
Jamtal Hütte – Heidelberger Hütte
Día tremendo para María. Todos esperábamos que hoy se encontrara mejor, puesto que la pieza de la bota ya no le rozaba. Sin embargo, le duele mucho. No se ha calzado la bota hasta que no estábamos todos listos para así no tener que sufrir con la bota puesta y estar esperando. Salimos paralelos a lo que hicimos ayer por la tarde. La primera parte es en ligera subida. Como vamos muy despacio, al rato de salir nos adelante un grupo muy numeroso de abueletes franceses. Alguien dice que parecen las señoras que van a la compra con el carrito. Se les ve que van bastante bien hasta que llegan a una pendiente fuerte, ahí se nota que les cuesta dar las vueltas maría. Aún así, ya nos gustaría estar a su edad haciendo estas cosas.
Poquito a poco vamos ganando altura. Llegamos a una ladera que tenemos que ir subiendo pues es la que nos dará acceso al valle al que vamos. Sobre nosotros tenemos un fuerte pendiente, Matteo nos vuelve a decir que nos separemos unos de otros. Como hay mucha luz, la huella se ve muy bien, así que puedo ir sólo pudiendo hacer fotos tanto a los que van por encima como a los que vienen más abajo. Unas cuantas “zetas” después nos encaramamos a un plató donde paramos a comer algo. Detrás tenemos unas fabulosas vistas, sobre todo unas montañas por las que cuelga una lengua glaciar impresionante. María apenas si ha parado pues prefiere seguir tirando y así no quedarse fría.
Ya no nos queda mucho hasta el collado, lo vemos allí en frente. El cielo se nubla a veces y otras hay bastante sol. Las temperaturas han subido bastante con respecto a hace un par de días. La parte final es bastante fácil, en unas pocas vueltas nos encontramos arriba, casi sin darnos cuenta. Como siempre las vistas de un nuevo valle desde un collado nos alegran, echas un último vistazo a las montañas que quedan atrás y que llevas todo el día mirando y comienzas a fijarte en las que aparecen frente a ti.
La primera parte de la bajada está bien, pero luego empezamos a sufrir un poco. Con la subida de temperatura la nieve está bastante peor, se la nota pesada y cuesta más girar. La última parte hasta llegar al refugio es un infierno, la nieve va agarrando el esquí y este se queda, literalmente, frenado. Hay que esta muy atento para no irse al suelo con estos bruscos frenazos. María lo ha pasado fatal, le duele muchísimo, nos cuenta que se ha caído y que le ha costado un horror levantarse. Cerca del refugio se quita la bota y va caminando descalza por la nieve, no aguanta más. La ayudamos lo que podemos, pero claro, el dolor solo lo tiene ella. Luego más relajada decide que se bajará e irá como pueda a donde acaba la travesía. En ese sentido está contenta pues prácticamente la ha terminado y además ha visto todos los valles. Mañana nos queda subir a un collado y bajar por la estación de Scuol.
Hoy vamos a aprovechar la tarde para hacer una práctica de ARVA. Este es el aparato que llevamos para rescatar o que nos rescaten en caso de avalancha. Lo llevamos colgado del cuerco, encima de la camiseta, es un emisor que está funcionando constantemente. En caso de avalancha, el/los que se han quedado fuera ponen sus ARVA en modo búsqueda y proceden a buscar a los enterrados. Se supone que esto hay que hacerlo el primer día de la travesía, para recordar y aclarar los conceptos, pero casi nunca se hace. Yo no lo he hecho nunca, únicamente he buscado uno en casa… Así que estoy deseando hacer esta prueba. Lo primero que hacemos es pisotear un buen terreno de nieve que hay frente al refugio, para que no se noten las pisadas de Matteo cuando entierre los ARVA. Como es por la tarde, pido que me dejen hacerlo a mi el primero, después me sentiré un poco mal por esto pues seré el único que hará la prueba completa. Como había leído, lo que más cuesta es la parte final, encontrar a la persona enterrada con la sonda. Antes he tenido que encontrar la zona donde está enterrado el primer ARVA, que no ha sido muy difícil con gracias a que tengo un muy buen ARVA y con la supervisión de Matteo. Luego han probado los que tienen un ARVA analógico, Juan y Javi. A estos les ha costado muchísimo más encontrar la zona de enterramiento ya que se tienen que orientar por el pitido que emite su aparato. Aún se ha notado más la diferencia cuando han tenido que buscar el segundo enterramiento, ya que yo sólo he tenido que marcar el primer punto como encontrado y el ARVA me ha indicado inmediatamente hacia donde estaba el segundo. Por contra los analógicos han tenido que bajar mucho el volumen del pitido y hacer un círculo de tres metros muy despacio para ir buscando la emisión del segundo enterrado. Para el resto no ha habido mucho tiempo, ya que se está haciendo de noche y nos van a dar la cena.
Lo más glorioso de la tarde ha sido “el vuelo de Juanra”. María ha
estado al teléfono para informar de su situación a la federación y ver
que es lo que tenía que hacer. La verdad es que se han portado muy bien.
En una de esas, estamos sentados en la mesa charlando cuando llega
María y nos pide un boli para apuntar algo. Como hay ruido ella se sale
del comedor. Nadie parece tener un bolígrafo a mano hasta que Juanra se
levanta y sale corriendo, solicito, con uno… Abre la puerta a toda
velocidad… pero no se da cuenta de que hay un pequeño escalón. Ha sido
como en las películas, le hemos visto volar y caer al suelo mientras se
cerraba la puerta. El ha quedado fuera de nuestra vista mientras a este
lado de la puerta han quedado sus zapatillas desperdigadas.
Heidelberger Hütte – Scuol (Estación)
El desayuno de este refugio ha sido, creo, el mejor. La verdad es que todos los días ha estado bien. Incluso hemos ido aprovechando para hacernos un bocadillo y comerlo a medio día. Cuando estamos fuera preparando las cosas para irnos, nos damos cuenta de que es el cumple del Presi. Todos nos abrazamos a él que está encantado. Se le nota que le gustaría estar con Paloma y sus niños, pero que a falta de esto el lugar y la compañía le valen. También hay que despedir a María que se va a bajar en una máquina de nieve y luego se tiene que dar un rulo por varios valles y con varios transportes para llegar a Scuol donde nos encontraremos con ella.Tiene el pie hinchado y le cuesta andar, va de puntillas. Por suerte tiene las zapatillas que compramos en el refugio de Jamtal, que aunque no están preparadas para la nieve la harán el servicio.
No estoy del todo seguro, pero me ha parecido que íbamos subiendo por el mismo valle por donde bajamos ayer. Lo hablé con alguien, pero luego se me olvidó preguntárselo a Matteo o a Oscar. No hay mucha pendiente, más bien poca durante la mayor parte del recorrido. Nosotros tenemos que ir subiendo el valle y en un momento dado desviarnos hacia la izquierda, pero el caso es que vamos por el lado derecho donde hay muchas huellas. Tenemos tanta confianza en Matteo que no decimos nada y efectivamente un poco más adelante una loma nos conduce suavemente hacia la izquierda y vemos que era el mejor camino posible. Tras subir un poquito vemos el primer collado al que tenemos que llegar. Por primera vez el collado está más cerca de lo que parece, llegamos enseguida. Como vamos bien de tiempo queremos subir al Davo Lei, un pico que está bastante cerca. Dejamos las mochilas y comenzamos a subir.
Por aquello de no hacernos esperar, el Presi se pone a subir el primero, detrás de Matteo. Al llegar a una especie de collado a 5’ de la cima, Matteo se ha puesto a hablar de fotos con alguien y el Presi ha demarrado. Se ha puesto a subir a toda pastilla, sin que ninguno pudiera cogerle. Ha llegado el primero arriba, estaba encantado. No me extraña pues este es un muy buen sitio para estar el día de tu cumpleaños. Hemos estado un buen rato en la cima, hablando y haciendo fotos. Como hay un libro de cima, Javi se ha puesto a escribir algo, ha puesto los nombres de todos los que hemos subido y también el de María, que como dice él de alguna manera también ha estado allí con nosotros.
Disfrutamos mucho la pequeña bajada hasta donde hemos dejado las mochilas. Lo de bajar si penso se agradece, además la nieve está en muy buen estado. Tras comer algo, hacemos una pequeña bajada, todo lo que podemos hasta el punto desde donde tenemos que hacer la última subida. Ha sido una pasada pues nos hemos lanzado a toda velocidad con la sensación de que nos íbamos a caer y nos tocaría remar hasta donde han llegado los demás. La última subida de esta travesía, se me hace larguísima. Apenas si será media hora, pero me ha cosatado bastante, creo que el calor me tenía medio embotado. Vamos en camiseta y el calor se siente muy fuerte, tanto por arriba como el que se va reflejando en la nieve. En el collado nos hemos repartido el agua que teníamos pues a alguno no le queda. Quitamos las pieles y nos preparamos para bajar por la estación de Scuol.
Son 1.500m de desnivel de bajada que hemos hecho casi sin respirar. Por un lado la facilidad de esquiar en pista con la nieve pisada después de varios días esquiando por la montaña y como contrapartida el miedo de esquiar con gente, temiendo llevarme a alguien por delante. He bajado detrás de Matteo como todos estos días. Como prueba de que Matteo está cada vez más integrado con el castellano hay que decir que mientras estábamos bajando, Oscar se ha puesto a nuestro lado y dice Matteo “Maricona por la izquierda”. Como tenemos que remontar una loma para poder bajar al pueblo hemos pedido permiso en uno de los remontes. Nos han dejado sin ningún problema, es lo lógico peor para ellos hubiera sido tener un grupo de personas subiendo por el borde de la pista. Lo malo ha sido subirse en el telesilla con el mochilón delante. La bajada final la hacemos por una pista que pone sólo para esquiadores expertos. A toda pastilla hemos ido por ellla, lo mejor es que prácticamente no bajaba nadie.
Sin resuello hemos llegado a la estación y nos acercamos al tren donde nos está esperando María. Nos cuenta que ha tardado muchísimo, que ha tenido que coger varios autobuses, pero que se le ha dado bien. Aquí nos toca despedirnos de Marina, se tiene que ir a trabajar, nos hemos pasado dos días intentando convencerla para que se quedara con nosotros pero no ha sido posible. Creo que a la que más le ha costado ha sido a ella. Nosotros nos lo hemos pasado muy bien con ella, hemos disfrutado mucho pues rápidamente se ha integrado en el grupo como una más, por no hablar de lo bien que nos ha venido que hable alemán.
María ha ido al hospital que le había dicho la federación. Le han dicho que tiene una infección de narices, que parece increíble que haya podido continuar, que el dolor debía ser tremendo. Ha debido ser curioso pues dice que cada poco llegaba un médico diferente, se ponía unos guantes limpios, examinaba la ampolla y movía la cabeza incrédulamente, como si ninguno se atreviera a abrirla. Nos lo ha contado todo delante de una cerveza, en la cena, después de ducharnos y quitarnos el sudor y la suciedad de cinco días por la montaña.
Piz Palu
Anoche, después de la cena, hablamos con la dueña del hotel para conseguir un transfer que nos lleve hasta la estación de Diavolesa. No sabemos muy bien donde estuvo el fallo pero el caso es que el coche es para 6 y somos 7, pues María no viene, ella irá al hospital a que la curen y luego nos esperará donde acabamos. Menos mal que el hombre es espabilado y ha reaccionado rápido, colocamos esquís y mochilas arriba atados con pulpos y atras, donde hay sitio para dos, nos colocamos tres. La peor parte se la lleva Juan (siempre le toca a él en estas cosas), que tiene que ir entre medias de dos asientos, un poco incómodo.
Llegamos con tiempo de sobra para el primer teleférico, con nosotros viajan esquiadores sobre todo que se lanzarán a bajar por las pistas nada más llegar. Por el camino vemos una cascada de hielo bastante famosa, Matteo nos dice que él la ha escalado, los demás nos quedamos impresionados. Cuando llegamos arriba, Matteo está preocupado pues no hay mucha nieve. Además alguien de la estación le ha dicho que la bajada al glaciar está cerrada, pues no hay mucha nieve. Estamos al borde de la bajada que hay que hacer para llegar al glaciar algo indecisos. Le decimos a Matteo que no se sienta en la obligación de bajar, que si no se puede no hay problema. Duda un poco, pero de repente ve unas huellas y por donde va la bajada. Se da cuenta de que han cerrado la pista porque hay muy poca nieve y por lo tanto hay que bajar con más cuidado. Además lo peligroso en un sitio de estos es subirse al glaciar ya que si no hay caminos de nieve no vamos a poder acceder a él. La estación cierra estas bajadas ya que los esquiadores no llevan material de montaña, nosotros si lo llevamos así que pasamos la cuerda de separación y nos bajamos.
La nieve está un poco dura y hay que ir sorteando grupos de piedras, en algún sitio hay que derrapar un poco para pasar por sitios estrechos. Según vamos bajando no lo pienso mucho luego, ya en el glaciar, me maravillará como Matteo ha encontrado el camino mejor para llevarnos. Paramos en el glaciar a quitar las focas, Juan es el único que lo hace bien ya que nunca hay que quitarse los dos esquís a la vez sobre un glaciar, sería más fácil hundirse si hay una grieta debajo. Comenzamos la suave subida por el glaciar con nieve que parece estar en muy buen estado. Según nos acercamos al Piz Palu se van viendo las grietas y seracs que cuelgan de la montaña. Tres italianos que se han bajado detrás de nosotros nos pasan a toda velocidad, parecen marchadores de lo deprisa que van.
Un poco más adelante comienza la subida de verdad, ya que esta zona por el glaciar es muy ancha y prácticamente llana. Nos vamos dirigiendo hacia el collado que está a la izquierda. Según lo estamos viendo parece que podremos subir por la izquierda del todo, pero no lo tenemos claro ya que todo parece estar lleno de seracs a punto de desmoronarse. En fin, Matteo sabe lo que hace y ni nos planteamos dudar del recorrido que elige. Pronto vemos que los italianos que van por delante no nos sacan distancia. No tienen ni idea de hacer las vueltas maría (giros hacia arriba), no parecen muy montañeros pues no llevan piolet ni arnés ni nada.
Cada vez más intrigados con la barrera de seracs y por donde irá la subida alcanzamos a los italianos que están haciendo cosas rarísimas: saltan sobre la nieve con los dos pies juntos, suben con los esquís en paralelo haciendo escalones…, pero no avanzan nada. Rápidamente les pasamos y continuamos hacia arriba. Ya estamos entre seracas y grietas, algunos tan grandes como un camión. No es que nos quedemos callados, pero si es verdad que hablamos mucho menos. Hemos pasado varias grietas por encima, conteniendo la respiración. En el punto donde está la barrera de seracs más impresionante Matteo se ha subido por un lateral y ha montado una cuerda para asegurarnos las subida. Hay que subir con las tablas pues tenemos que pasar dos grietas por encima, sobre los puentes de nieve que se forman en ellas. Además la subida es empinada y en algún sitio cuesta moverse. Vamos subiendo de uno en uno, a alguno se le da mejor y a otros se les nota cierta tensión. Para los primeros la nieve parece estar algo mejor, por contra no han puesto cuchillas y se sienten menos seguros.
Mientras estamos esperando a que pasen los demás nos sentimos muy poquita cosa entre tanta barrera de hielo y grietas. Da la impresión de que podemos caer en una de ellas en cualquier momento o que los bloques que están por encima nuestro se pueden venir encima a la mínima. Cuando ya estamos todos arriba subimos un rato más. Estamos en una especie de plató entre dos lineas de seracs, una por encima y otra por debajo. Matteo decide que nos demos la vuelta, las condiciones no son nada buenas. Nos cuenta que son iguales a las que hay en Mayo, condiciones de verano las llama él, dice que no hay nada de nieve, que en circunstancias normales con un día tan bueno debía haber montones de personas subiendo al pico. Se siente un poco mal por no haber podido llegar al collado. Nosotros estamos encantados de estar aquí y haber llegado a donde se ha podido.
Bajamos de nuevo encordados el paso de antes. También de uno en uno. Ahora el paso clave es, tras bajar un poco la parte más vertical hay que pedir cuerda para atravesar las grietas. La primera parece pequeña y se pasa enseguida, la segunda hay que dejarla a un lado. Según haces el giro se ve la oscuridad e impresiona bastante. El que lo ha pasado mal de verdad ha sido Juanra pues al pasar por la segunda grieta (es de los últimos), el puente de nieve se le ha venido un poco abajo. Una de sus piernas se ha quedado colgando y el esquí también. Menos mal que llevaba puesta la cinta y el esquí no se le ha caído, pues habría que haber intentado bajar a por él…, no creo que hubiera habido muchos voluntarios.
Después de pasar este paso y un par de giros más comenzamos a ir más tranquilos. Los grandes bloques se van quedando atrás. Matteo nos dice que bajemos por su huella para no irnos hacia una grieta que no veamos. Tenemos que pasar algunas por encima tratando de ir lo más rectos posible. En poco rato estamos abajo, en la zona llana del glaciar y bajamos más tranquilos. No durará mucho pues más adelante hay otra barrera de seracs y de grietas que tenemos que sortear. Lo hacemos alucinados con los colores azules del hielo, probablemente milenario, y con algunas grietas que se intuyen bastante profundas. Matteo nos va guiando con mucha soltura por el mejor camino. No nos estraña cuando nos cuenta que bajaba este glaciar con su padre cuando tenía 5-6 años.
Ya nos queda menos, una zona donde no hay mucha nieve y si bastantes
piedras. Desde aquí llamamos por walkie a María que está al final del
valle esperándonos. Decidimos bajar sin comer nada y hacerlo allí con
ella. Un bar con una gran terraza junto a la estación de tren y por
donde pasa una pista de esquí de fondo. Aquí nos despedimos de Matteo,
pues el se va en coche a su casa, que está a apenas un par de horas.
Viaje de regreso por el Ferrocarril Rético (Patrimonio de la Humanidad)
A María y a mi nos toca madrugar, un día más. Hay que ir al hospital, para que le hagan la cura diaria, a primera hora para así poder tomar el tren con los demás. Como ella no ha bajado, aprovechamos para ver el búnker donde se guardan los esquís. Debieron construirlo cuando la guerra mundial y la verdad es que es curioso, la puerta tiene un espesor de unos 40cm, de metal y las paredes parecen de hormigón muy anchas. Incluso hay una especie de trampilla con una puerta también enorme que podría comunicar varios de estos refugios.
Antes del viaje surgió el tema de hacer la vuelta en transfer o en tren, siguiendo la ruta del Ferrocarril Rético que ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad. Aunque nos sale un poco más caro, nos decidimos por esta opción. Lo peor es que para ello tenemos que tomar varios trenes, lo que implica trasladar nuestros bultos de un tren a otro con la mayor celeridad posible. El recorrido merece la pena, sin duda, ya que vamos entre montañas altas y nevadas y pasando por pueblos completamente nevados. En varios puntos, creo, el tren hace una vuelta completa para descender de altura. Uno de los sitios más impresionantes es un puente circular que se encuentra a la salida de uno de los túneles. Como van avisando por megafonía, todos nos asomamos a las ventanas para verlo bien y poder hacer fotos. En el momento cumbre se escucha a Oscar “Mierda, se me ha acabado la batería”.
(((Eso sí, los verdaderos CABRONES Hijos de la Gran P*** son los de “esa” empresa que despide a alguien aprovechándose de las circunstancias y con todo tipo de mentiras. Qué dice que tienen pérdidas cuando todos sabemos que tienen beneficios. Qué amenazan aprovechándose de su poder a compañeros para que no declaren la verdad.
Para tí, qué no te quiten la ilusión y gracias por luchar por los demás. Sea lo que sea lo que hagas, estamos contigo)))
Salud, república, justicia y rock’n’roll
Ricardo
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Gracias por estar ahi en todo momento,
ResponderEliminarpor levantarte a las 6.00 para acompañarme al hospital,
por ofrecerte a acompañarme si decidía abandonar
y sobre todo por ser mi amigo de verdad.
Besazos.
Gracias Ricardo por el bonito relato, ha sido genial revivir esta travesía sin igual, por el entorno y sobretodo por poderla realizar con muchos amigos de los de siempre, con los que me iría a cualquier lugar, la mejor panda de cabrones que se pueda encontrar.
ResponderEliminarBesitos
Oscar
Congratulations por ese pedazo de travesía alpina que has hecho en la Silvretta. Pero no me das ENVIDIA, porque yo he estado todo el invierno esquiando en los glaciares del Cerro Garabitas en La Casa de Campo de Madrid.
ResponderEliminarUn abrazo de Salvador y Paula y a seguir viajando.